NUNCA

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Ya había pasado tres semanas de estar encerrado en esta habitación, ya no veía la hora que me dieran de alta. Además, Mateus nunca más llegó a verme, no sabía por qué realmente me molestaba eso. Después de unos minutos, vino Brown, él me examinó y determinó que ya estaba en condiciones de darme en alta, solo estaba esperando algunos exámenes que me hicieron la semana pasada sobre mi brazo, y dependiendo de eso podría recetarme las medicinas. Al escuchar eso, me sentí aliviado y más tranquilo al saber que pronto me largaría de estas cuatro paredes, odiaba los hospitales y sobre todo ser el paciente.

—Mmm, parece que ya estás en condiciones de darte alta, niño bonito —ese último apodo me puso ese idiota del doctor, dándome la excusa que había ganado cierta popularidad en el hospital por mi buena presencia, lo cual odiaba mucho.

—Cuántas veces le he dicho que no vuelva a decirme así, no me gusta, me llamo Nam.

—Está bien, Nam... Sabes niño bonito, es así como tu madre te llamaba cuando eras pequeño —no recordaba que mi madre me llamara así, se sentía extraño.

—Si usted lo dice.

—Señoritas, déjenme a solas con el paciente —de repente al escuchar eso, las enfermeras salieron, yo odié eso, no quería quedarme a solas con él, me ponía enfermo de solo tenerlo cerca—. Bien... Nam, ya que estamos solos tengo algo muy importante que decirte.

—Si va a hablar sobre lo bien que se llevaba con mi madre y blah, blah... No lo quiero oír, y si ya terminó, déjeme solo.

—No se trata de tu madre, se trata de tu salud —eso provocó que mi atención de inmediato se fuera hacia él.

—¿Qué pasa conmigo?

—Como sabes te hemos realizado un examen general de todo tu cuerpo para determinar cómo te encuentras, y hay algo extraño que he encontrado en ti, lo cual te hace diferente de todos los demás chicos.

—No entiendo... ¿Algo raro?

—Bueno no puedo asegurar al cien por ciento. Para ello, necesito realizarte unos exámenes con más profundidad —mis ojos se agrandaron más, en ese momento sentía miedo de lo que me iba a decir y si en verdad tenía una enfermedad terminal—.  Solo te haré una pregunta... ¿Has tenido relaciones sexuales con hombres, siendo tú, el receptor? —al oír eso, hizo que todo mi cuerpo se escarapelara, los recuerdos venían de golpe hacia mí. No respondí a la pregunta, pero era obvio que él ya tenía una respuesta—. Tu silencio me lo dice todo, bien.

—Y qué tiene que ver eso de las relaciones sexuales con hombres... ¡¿TENGO UNA ENFERMEDAD SEXUAL?! —mi corazón empezó a latir demasiado fuerte, hasta sentía que dolía mucho.

—No es eso Nam, no te dije anteriormente que es algo extraño lo que tienes, no puedo descifrarlo completamente —suspirando por un largo tiempo—. Escucha atentamente lo que te voy a decir, ¿está bien? —yo solo asentí preocupado, pero si no tenía una enfermedad de ese tipo, entonces... Lo escuché atentamente cada palabra que decía, hasta que llegó a un punto donde puse cara de incredulidad, que no me pude quedar callado.

—Pd-Pero cómo puede estar seguro de eso... Además, eso es algo imposible. No, no puede pasar en realidad.

—Lo sé muy bien Nam, por eso necesito investigar más a fondo.

—Claro que no, usted debe estar equivocado... Aparte que hace mucho tiempo que no practico siendo él que recibe, así que no pasará. Nunca pasará.

—Nam, sabes que cuando dices nunca, es lo primero que pasa.

—NO, JAMÁS —las lágrimas descendían por mi rostro—. NADIE VOLVERÁ A TOCARME, NADIE LO ENTENDIÓ, NADIE —secándome con rapidez mis húmedos ojos—. Si era todo lo que tenía que decirme, ahora sí déjeme solo.

—Está bien, p-per...

—LE DIJE QUE SE LARGARA... YA NO QUIERO OÍR NINGUNA PALABRA SOBRE ESO, AHORA SÍ ,VÁYASE —él en silencio abandonó la habitación.

"Y si tal vez es real lo que me dijo... Ah, no creas en eso, son tonterías", poniendo mi cabeza en el respaldar y cerrando los ojos, escuché que alguien estaba abriendo la puerta, estuve a punto de decir groserías para que me dejaran completamente solo, pero esa persona se me anticipó.

—Mi señor, buen día —suspiré profundo, era Nana.

—Ah, eres tú. Sabes... Tengo miedo —ella notó que tenía una mirada perdida, tranquilamente tomó una silla y se acercó para escucharme con más atención cada palabra que le iba a decir—. Estas pesadillas me siguen atormentando aún... y ya no puedo más —agarrando las sábanas que me cubrían, con fuerza—. Tengo miedo que el pasado, venga a mí nuevamente... Tenemos que acabar con esto de una buena vez. DEBES BUSCAR LA MEJOR MANERA DE MATAR AL VIEJO —ella no demostraba ningún signo de asombro por lo que le decía.

—Mi señor, si todo va como lo planeado desde un inicio. El plan se llevará a cabo muy pronto.

—Perfecto... —hice una media sonrisa, eso hizo que me aliviara un poco, aunque iba a durar poco—. Tienes algún recado o algo que decirme —volví hacer él mismo de antes.

—Sí... El gran jefe espera que usted se recupere pronto, porque se ha enterado por una persona X de esta área que solo ha cumplido el diez por ciento de sus mandatos. Así que tiene prohibido su regreso a la ciudad hasta que haya cumplido el noventa restante.

—Jajaja... Hasta cuando tendré que aguantar todo esto —gracias a "la gran noticia" que me dio Nana, empezó a dolerme la cabeza—. Ya cumpliste, ahora retirarte, me duele la cabeza.

—Mi señor, hace rato sin querer... Escuché la conversación que mantenía con el doctor.

—Tú no escuchaste nada, ahora sí adiós, vete hacer tu trabajo, necesitamos avanzar —ella no prosiguió y me dio una breve reverencia y salió. Por mi parte, cerré mis ojos para ver si podía a penas conciliar el sueño, aunque sabía que era algo imposible por culpa de las noticias que había recibido hoy.

Al cabo de tres días me dieron de alta, no estaba ni feliz ni molesto con mi estado, solo me daba igual. Al final, igual tenía que continuar con mi trabajo, aunque sea con un solo brazo.

Después de un largo recorrido, llegamos al departamento, este se encontraba vacío sin un rastro de cierta persona—. Se puede saber dónde está el mocoso, te encargué que lo tuvieras supervisado. ¿No es así?

—Yo estoy segura de que lo deje aquí... Creo que le dio igual mis órdenes.

—No importa —era algo que me convenía, ya que sus castigos iban subiendo de nivel, aunque no tenía ni idea qué castigo debía darle, ya no sentía tanta emoción como antes, todo me estaba cansando—. Ve a buscarlo al otro lado, debe estar allí.

—Sí, mi señor.

Al poco tiempo, un Mateus lleno de vida se acercó a mí, quiso tocarme de la emoción, pero se detuvo y puso la misma actitud de sumisión—. Ustedes dos, pueden retirarse, los llamaré si necesito algo —cuando estuvimos solo los dos, un largo silencio reposó en la gran sala—. Siéntate en ese mueble, por ahora no te voy a castigar —él asintió e hizo lo que le pedí—. Ahora que estás cómodo, cuéntame acerca de ti, de tu familia, quiero conocerte muy bien —"Mi pequeño hermano".

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora