Alma silenciosa

196 10 260
                                    

Ella iba de un lado, la preocupación y la espera consumiendo su alma lentamente.

Ya habían pasado cerca de dos días y él no daba señales de querer despertar. Le rompía el corazón ver su gesto enfermizo, sobretodo las lágrimas que cada cierto tiempo caían como si estuviera pasando por momentos muy dolorosos.

—Por favor... Por favor, despierta —pidió al borde del llanto mientras sostenía sus frías manos entre las suyas hasta llevarla a sus labios para dejar un suave beso en el dorso—. Por favor....

—Estará bien —murmuró su compañero de vigilia con aquellos ojos azules atentos a la figura de su única familia presente—. Las sanadoras así lo aseguraron. Solo está... ¿Recuperando fuerzas, no? —preguntó lo último, pareciendo que en realidad deseaba convencerse él también de ello.

—Pero ya han pasado muchos días —cerró los ojos mientras apoyaba cariñosamente la mejilla en la mano que sostenía para brindarle calidez—. Mi corazón duele y mi alma llora al verlo en este estado —volvió a abrir los ojos, observando las medianas pestañas oscuras aún ocultando los orbes esmeraldas que tanto amaba—. ¿Dices que perdió la conciencia de un momento a otro?

—Fue como si algo atravesara su pecho, lo ví encorvarse y llevarse una mano a esa zona... Me asusté y a los pocos segundos ya estaba perdiendo su conciencia —miró sus manos y parpadeó repetidas veces para no dejar salir sus lágrimas—. Asteria lloró y Vesta le siguió... Y yo no sabía qué hacer —apretó las manos en puños—. Menos mal llegaron justo en aquel instante —levantó la cabeza y la observó con culpa—. Perdón, me pediste que lo protegiera y ahora él está inconsciente.

—Nada de esto ha sido tu culpa, Louis —susurró mientras juntaba su frente con la de Albus, tratando de concentrarse para escuchar su respiración y el latido de su corazón, tal y como le había revelado que ambos podían sentir por su conexión—. Aquello que le produjo esto... Estoy segura de que pagará por ello.

—Aria...

—Disculpen...

Louis volvió la mirada hacia la puerta de la habitación, encontrando a Nona inclinándose hacia el interior con un rostro cuidadoso.

»No quisiera interrumpir más, pero la gran reina dice que el profeta Louis ya debe retornar a su puesto en el templo lunar —dijo suavemente y Louis comprendió que efectivamente ya llevaba mucho tiempo sin cumplir con sus obligaciones.

—De acuerdo, tiene razón —aceptó el ex-Ravenclaw, caminando hacia ella.

—Y usted princesa... Debería ir a su habitación y descansar un poco —recomendó al verla tan pálida—. Lleva aquí mucho tiempo, no le hará bien a su salud desvelarse.

—Muchas gracias por su preocupación, sabia —habló bajo, no despegando su atención del dormitante rostro—, pero prefiero permanecer a su lado, así como él lo ha hecho siempre cuando yo he estado en su situación.

—Aria, por favor, al menos recuéstate a su lado y trata de descansar —pidió el rubio—. A Albus tampoco le gustaría verte así, hazlo por él.

—Está bien —asintió al escuchar la preocupación en sus tonos de voz.

Al final los observó y sonrió cortamente para tranquilizarlos un poco.

—Cualquier cosa, no dudes en llamarnos —le recordó él antes de irse detrás de la sabia. Aria volvió a asentir y finalmente se quedó sola junto a Albus.

La mitad Veela colocó una mano a un lado de la cama y esta pareció crecer, dejando un espacio suficiente para que ella pudiera ser capaz de recostarse con cuidado de no perturbar el espacio personal de su novio.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora