Sueño palpable

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Ya no sabía qué hacer.

Aquel sueño que tuvo la noche de la selección, había comenzado a repetirse una y otra vez sin descanso a lo largo de la semana.

Siempre se levantaba a mitad de la noche y ya había agarrado por costumbre —mientras esperaba a que el sueño la atacara nuevamente— el anotar todo lo que sus compañeras murmuraban mientras dormitaban y no por chismosa, sino más bien por petición de ellas mismas, que después de saber lo que había ocurrido la primera noche, le pidieron que escribiera para estar al tanto de lo que no recordaban al amanecer.

Suspiró, cruzando por un pasillo doble hasta quedar al lado de una ventana con vista al lago negro.

Hogwarts estaba más lleno de vida gracias a los numerosos invitados, que con una semana ya transcurrida, se sentían curiosos y satisfechos con los alrededores.

¿Lo malo?

Ya no podía encontrar un lugar en el cual sentarse a meditar a solas.

Miró su brazo derecho, libre debido a que estaba usando ropa casual y no el uniforme —las clases se habían suspendido por ese día—; el símbolo que marcaba su piel brillaba en un bello tono azul.

Aria no mentiría, estaba muy nerviosa.

Miles de emociones y sentimientos se habían arremolinado en su estómago y corazón, hasta que finalmente la aceptación había llegado en el día cinco.

No podía cambiar el resultado. Si la luna púrpura la había elegido, era por algo y ya descubriría el papel tan importante del que se decía que cada uno desarrollaría.

Había visto el símbolo de Estel: varias líneas pequeñas que parecían ser el pelaje de una melena y dos círculos que hacían de los ojos del león, en el centro.

En el caso de Lesath, tres pequeños círculos; del primero nacían tres líneas —que representaban las que caracterizaban el pelaje del tejón y que iban en la cabeza— y los otros dos eran los ojos, a cada lado de las líneas.

Por último, Naktam Lux —a quien Eros describía como su futuro-novio-próximo—, tenía dos óvalos pequeños que representaban los orbes sigilosos de la serpiente y una línea que nacía del centro y serpenteaba, simulando ser el cuerpo.

Los cuatro eran los representantes de Hogwarts que acaparaban las miradas de sus compañeros, así como también el respeto colectivo y las sonrisaa significativas.

Era como si la elección de la luna los hubiera vuelto los más "populares" del castillo.

Esa, sin duda alguna, era la mayor razón por la que sus "parejas" estaban más alerta y siempre procuraban ayudarlos a pasar desapercibido.

— Buenos días, Aria.

Una chica a la que nunca había visto, le saludó ni bien la vio al doblar el pasillo.

— Buenos días...

Se sentía extraña al tener tanta atención y a un gran grupo de nuevos "amigos" que deseaban seguirla constantemente a todas partes y de los que, gracias al cielo, había logrado escapar para tener un momento a solas con sus pensamientos.

«Espero que esa chica no les diga dónde estoy» se alarmó ante la posibilidad de que su súplica se volviera realidad, por lo que aceleró su caminar y se perdió por un pasillo secreto que solo ella y sus seres queridos sabían que existía.

Paseó con los recuerdos de sus sueños bailando en su memoria. La protagonista siempre era una chica llamada Alzira y por lo poco que había entendido, era una persona melancólica que había sufrido de grandes perdidas y que, a causa de ello, hizo algo muy malo, algo que sin duda alguna la marcó por siempre.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora