Cuenta regresiva

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—No lo apruebo.

Aria suspiró con resignación antes de dejar el paquete sobre su mesita de noche y darse media vuelta para encarar a Albus.

Aquella mañana, dos lechuzas oscuras habían llegado a la madriguera con paquetes para Naktam y para ella. En el interior encontraron cartas que indicaban cuál sería la última fase del certamen, así como elementos escogidos al azar que aportarían a cada uno una defensa u ofensiva cuando llegara el día de la prueba.

El problema habían sido las cartas y el contenido que estas guardaban. Esto debido a la prueba que habían descrito. Las miradas preocupadas de los adultos no pasaron desapercibidas; sin embargo, al final ellos terminaron acercándose a ambos, deseándoles el éxito que sabían, podrían conseguir.

Todos menos Albus y Eros.

El Ravenclaw se había llevado a Naktam consigo para tener una charla, mientras Aria había optado por regresar a su habitación, sabiendo perfectamente que Albus la seguiría para hablar con ella.

Era así que actualmente ambos se encontraban observándose con cientos de argumentos flotando en sus mentes.

—Albus, por favor, no quiero discutir contigo.

—¿Acaso no le prestaste atención a esa cosa? —preguntó con el ceño fruncido, observando recelosamente el paquete en la mesa—. No puedes seguir en esta locura, no puedes...

—Albus —interrumpió, conociéndolo lo suficiente como para saber que podría empezar a hablar sin formular sus palabras con anticipación—, antes de que puedas seguir hablando sin meditar, mejor respira profundamente y disipa cualquier sentimiento negativo. Después, puedes seguir hablando.

—¿Por qué no lo ves como lo vemos todos? Aria, ya resistí verte en las tres peligrosas fases anteriores —avanzó hasta tomarla por los hombros, su rostro contraído en un gesto de tristeza y preocupación, como si pudiera visualizar perfectamente cada situación a la que se refería—. No me pidas que comprenda esta, porque simplemente no puedo.

—Albus, esto no es algo en lo que tú y yo podamos intervenir. He llegado hasta aquí después de mucho esfuerzo ¿Acaso no confías en mí? ¿En la capacidad que poseo?

—No confío en los que crearon este certamen —murmuró, dejando que ella posara las manos en su rostro para acariciar sus mejillas con cariño.

—Albus, sabes que te quiero lo suficiente y que ellos me da la fuerza que necesito para esforzarme en salir ilesa de cada prueba, lo he hecho hasta ahora. Eres una de las razones por las que doy todo de mí y consigo vencer. Si tú tienes confianza en mí, podré ser capaz de salir de ese laberinto completamente intacta.

Un laberinto.

Esa era la última fase del certamen.

Habían diseñado una réplica más compleja del laberinto utilizado para la última prueba del Torneo de los Tres Magos, elegido para conmemorar aquella legendaria y lamentable competición.

Y para calmar los pensamientos negativos, para esta ocasión habían hecho algunos cambios.

La seguridad había sido reforzada. Alrededor del laberinto, habrían no menos de mil aurores de los ministerios a los que los participantes pertenecían. Asimismo, el sistema de evacuación ante cualquier problema ya no serían unas simples chispas lanzadas al aire, sino más bien, un broche en el traje de cada uno. Solo bastaba romperlo y este automáticamente rodearía al competidor con el hechizo Protego y lo transportaría a las afueras del laberinto para ser auxiliado por los aurores y medimagos de la zona.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora