El significado de la verdad

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Capítulo dedicado a Naycem
(Alhena💜)
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El calor comenzaba a sentirse alrededor, sobretodo en su rostro.

Emitió un quejido leve y abrió lentamente los ojos, tratando de acostumbrarse a la luz y al dolor agudo que inundó su cabeza.

Miró la habitación en la que se encontraba, dándose cuenta de que no eran las mazmorras. Inconscientemente suspiró aliviado y se impulsó con mucho esfuerzo con ayuda de sus brazos, hasta quedar sentado en la suave cama para tener una mejor vista.

«Mi habitación en la mansión» —pensó, con la duda apoderándose de él— «Pero, ¿Cómo... ?»

Buscó su varita a tientas y, en medio de la oscuridad, la encontró en la mesita de noche a su lado. La sostuvo con fuerza y convocó una esfera pequeña de luz, cerciorándose por completo de que efectivamente se encontraba en el cuarto que le correspondía mientras no rompiera ninguna regla impuesta por Armand.

Escuchó murmullos en la puerta y el cerrojo al ser girado. Se alarmó, apagó la esfera y dejó la varita en su sitio para posteriormente acostarse y fingir dormir.

La entrada al abrirse dejó que la poca luz del pasadizo iluminara un poco el lugar. Dos siluetas femeninas se acercaron a los interruptores de iluminación y los encendieron.

— Te digo la verdad, madre —decía una chica; su voz, sin duda alguna la había oído antes—. No parecía un accidente.

— Cariño, ya le hemos preguntado a su abuelo —la mayor tocó la frente de Lesath, notando la alta temperatura que presentaba—. Él dijo que a lo mejor se había perdido y encontrado con la habitación especial de la mansión, quedándose encerrado y sin capacidad para salir hasta que alguien lo liberara desde el otro lado; en éste caso, tú fuiste su salvación.

— ¿Perdido? —se escuchó la incredulidad en su pregunta—. ¿Cómo puede alguien perderse por varios días en su mansión sin que su propia familia se percate de ello?

— La casa Delacroix es enorme —sonrió, guardando su varita después de verificar que la temperatura en él había bajado—. Y Armand no estuvo aquí hasta el día en que encontraste a Lesath.

La chica parecía no creerse del todo la historia y no la culpaba, puesto que él tampoco lo haría si estuviera en su lugar.

Armand Delacroix era un excelente actor frente a los demás.

» Bien, creo que ya he terminado aquí —el entusiasmo era palpable en ella—. A pesar de que Armand dijo que no nos preocupemos, no puedo no hacerlo si hay un niño que sufre y que no tiene a su madre aquí para cuidarlo.

— Mamá, él tiene mi edad —rió levemente, con suma suavidad—. No creo que si estuviera despierto le agradaría escucharte decirle niño. Pronto será mayor de edad.

— Niños hasta que tengan treinta y más años —indicó, dejando un beso en la cabellera de su hija—. Ahora vamos, es hora de ir con tu padre.

Lesath las oyó alejarse, dando pasos poco ruidosos para no levantarlo. Cuando escuchó que la puerta se cerró, abrió los ojos y se volvió a sentar en la cama.

— Sabía que estabas despierto.

Dio un respingo en su sitio antes de que la luz fuera encendida.

La chica de antes, aquella que lo había encontrado y que había estado hablando con su madre, lo observaba desde la entrada.

El gesto serio se convirtió en uno suave junto a una sonrisa.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora