Vigilantes nocturnos

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✔ Hogwarts
[Tercer piso, 11:40 pm]

El castilo a altas horas de la noche era oscuro, silencioso y misterioso. Los retratos te seguían con la mirada a medida que avanzabas por los pasillos con la ayuda de una linterna, y los fantasmas raras veces hacían acto de presencia; lamentablemente éste no era el caso de Peeves, quien gustaba de flotar por sobre las cabezas de los prefectos y premios anuales en busca de molestarlos y realizarles bromas.

La división de vigilancia había sido seleccionada por James y distribuida en cada piso por Maribel. Ambos premios anuales se encargarían de apoyar a los prefectos cada cierto tiempo, turnándose entre todos los niveles del castillo.

A Scorpius le había tocado como compañero a Altair, y ambos vigilarían el quinto piso junto a las parejas de prefectos de sexto y séptimo año. Por otro lado, Albus y Aria se encargarían del tercer piso junto a los dos prefectos de séptimo año.

En aquel instante los dos mejores amigos deambulaban por los salones vacíos, lugares perfectos para que alumnos aventureros e imprudentes utilizaran como escondite. Aria aún recordaba la anécdota de Louis en su sexto año, cuando en una de sus guardias se había topado con una pareja muy melosa en uno de esos sitios; según le había contado, tanto él como su compañera de vigilancia tuvieron que llevar a los ''sonámbulos'' ante Mcgonagall para obtener un castigo ejemplar.

Lumos —abrió la tercera puerta y con suma cautela ingresó al aula, descubriéndola vacía para su alivio.

Albus se alejó de ella para revisar la puerta siguiente; la veela dio dos pasos en dirección a la salida, pero la sensación de frío en su bolsillo la obligó a detenerse, miró hacia fuera cerciorándose de que su compañero estaba distraído y sacó el libro gris que había logrado guardar gracias al hechizo de Expansión Indetectable.

Entrecerró los ojos al sentir el frío que emanaban sus páginas y por poco lo deja caer producto de la pequeña risa que fue emitida.

— ¿Hola... ? —murmuró, con la luz apuntando hacia la hoja en blanco.

Te están vigilando.

Aria se alarmó y automáticamente se giró hacia todos lados, no encontrando nada que la estuviera siguiendo.

» No hay nadie...

Otra risita salió del libro.

Tal vez estoy mintiendo... o quizás aún no puedes verlos.

» ¿Podrías por favor dejar de agregar el ''tal vez estoy mintiendo'' ? —resopló— Hace más difícil el confiar en ti.

Yo nunca dije que deseaba tu confianza, mi querida niña.

» Si no obtienes mi confianza..., tendrías que volver a tu estante en la sección prohibida. —replicó, sintiéndose un tanto incómoda por estar discutiendo con un libro— Si deseas eso, entonces te devolveré a primera hora de mañana.

El libro se quedó en silencio durante diez segundos, y Aria lo observó con cierto grado de arrepentimiento.

¿Habría ofendido al libro con sus palabras?

Manchas de tinta se esparcieron por ambas hojas, comenzando a formar palabras.

Te aseguro que aunque tú me dejes en la sección prohibida... volveré a ti. Siempre.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora