La Tercera Prueba: La Llave Profética

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—Estás mal si piensas que dejaré que lo hagas.

Aria terminó de abrocharse la capa sobre el uniforme de competencia, girándose a ver a Albus, quien estaba cruzado de brazos con un gesto inconforme.

—No tengo opción, Albus, y realmente no deseo que te preocupes —tomó sus manos con una sonrisa—. Practiqué con los demás todo el mes, estaré bien.

—No es que no confíe en tu capacidad —apretó sus manos mientras bajaba la mirada—. En quienes no pongo mi fe es en los que diseñaron la tercera prueba. ¿Buscar un objeto diminuto mientras tienes que mantener el equilibrio en tu escoba a más de veinte metros del suelo? ¡Eso es peligroso!

—Tenemos hechizos de seguridad —le recordó suavemente, soltando sus manos para posar las suyas en sus mejillas y acariciar así su piel con las yemas de sus dedos—. Si nos caemos, el Arresto Momentum en nuestras capas se activará y evitará que nos lastimemos —besó su mejilla con cariño—. Así que borra esa mueca y permíteme ver esa sonrisa que tanto me gusta, vamos —instó.

El Slytherin bufó y forzó una sonrisa que logró que su novia riera con diversión por lo tiesa que se veía. Aria lo abrazó rápidamente antes de besarlo en los labios y salir de allí tomados de la mano.

Fuera de la tienda de los competidores se encontraba un enorme terreno en lo alto, digno de un videojuego muggle aéreo en donde grandes trozos de tierra con vegetación y una que otra cascada flotaban sin un orden aparente, protegiendo una estructura de cristal con ríos en todas partes que terminaban desapareciendo a seis metros por debajo del límite de la base. Debajo de esta, tres llaves de apariencia desconocida estaban sujetas y esperando por ser tomadas por los tres finalistas.

—¡Bienvenidos a la tercera reunión del certamen, damas y caballeros! —La voz de Peter Darrix resonaba en los alrededores—. El día de hoy tenemos una prueba de infarto que promete mantenernos al filo de nuestros asientos. ¿Quiénes serán los tres afortunados chicos que conseguirán llegar a la última prueba del certamen?

¿Afortunados? —Aria miró hacia la derecha, específicamente a la figura de Qiang Tao Liu con su respectivo traje diseñado por Mahoutokoro que caminaba dando grandes zancadas mientras se acomodaba su capa—. ¡Como él no tiene que estar a veinte metros sobre el suelo!

Estaba maldiciendo en chino mandarín, por lo que cualquiera que no fuera de Mahoutokoro se le quedaba mirando con extrañeza y confusión.

—Creo que está buscando a alguien... —murmuró Albus con referente a Qiang y Aria no pudo evitar reír porque su novio no sabía que en realidad el Seiryu se encontraba muy indignado y furioso.

¡Surya, espera!

Albus por poco y se tropezaba con sus propios pies al ser abordado por una criatura del tamaño de un libro mediano que saltó a su espalda mientras caminaba con Aria.

—Hola, bonito —dijo la mitad veela a su lado, tomando a la criatura con un brillo en sus ojos al solo haber visto su imagen en uno de sus libros de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Una chica de cabellera castaña oscura llegó hasta ellos al correr a gran velocidad. Vestía el traje de competencia con los colores de la casa Suzaku de Mahoutokoro, su larga capa de seda estaba sujetada por un broche hecho de cobre con el símbolo de su escuela en el centro brillando cono si tuviera lava como contorno.

¡Lo lamento mucho! —hizo una reverencia muy profunda—. ¡El Dragogarto de Qiang Tao Liu asustó a mi pequeño Surya y solo atinó a correr sin saber por dónde iba!

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora