Corazón restaurado

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—¿Y cómo te fue?

Adhara dió un pequeño salto en su sitio del susto, terminando de cerrar la puerta del armario —en dónde acababa de guardar su abrigo— para luego girarse y quedar ante una curiosa Lily.

—Ah, Lily, me has asustado —suspiró para serenarse y luego sonrió suavemente—. Bien, logré que mis hermanos comieran y descansaran... Los dejé después de que volvieran a prepararse para encontrar algo en la mente de Lysander Scamander —desvió la mirada unos segundos y luego volvió a posarla en ella—. Algo me dice que muy pronto estarán aquí con información valiosa.

—¿Tú crees?

—Así será —sonrió y miró la estancia, viendo a cada uno realizar una respectiva actividad. Buscó por breves segundos, pero al no encontrar a su primo decidió preguntarle a Lily—. ¿Y Abel?

La Gryffindor hizo una ligera mueca que demostraba preocupación.

—Él... —comenzó a decir, vacilante—. Abel no se ha sentido bien desde el almuerzo, es así que desde ese instante se encuentra en su habitación, descansando.

—¿Lleva cinco horas en su habitación? —preguntó con genuina sorpresa, comenzando a encaminarse hacia el segundo piso seguida por la pelirroja—. ¿Has ido a ver cómo está?

—Fui hace media hora, pero no me respondió —admitió, subiendo por las escaleras con la misma rapidez con la que Adhara ascendía—. Hugo dijo que había bebido una poción para dormir y que a lo mejor aún sigue bajo sus efectos.

—Imposible —giró por el pasillo con decisión—. Las pociones para descansar solo actúan por tres horas y lo demás depende del silencio que haya alrededor del consumidor —hizo una pausa—. Abel debió haberse despertado cuando fuiste a verlo —llegó ante la puerta y no dudó en tomar el picarte para girarlo.

La poca luz de la ventana dejó ante ambas la silueta dormitante del Hufflepuff, quien respiraba con normalidad mientras la ligera brisa del exterior hacía bailar los extremos de sus cabellos.

Adhara y Lily intercambiaron miradas incrédulas.

Fue la de orbes lilas quien se acercó con cautela a su primo, sentándose al borde de la cama antes de posar una mano en su hombro.

»Abi, han pasado cinco horas, ¿Cómo te sientes? —susurró para no aturdirlo y el de orbes verdes agua no tardó en parpadear para acostumbrarse a la poca luz mientras miraba a su prima—. ¿Quieres que te traiga un vaso con agua?

—Adhara... —murmuró somnoliento—. Ya volviste —sonrió ligeramente—. Supongo que nuestro plan hizo efecto.

—Fue un éxito —asintió, pero luego acarició su cabeza con ligera preocupación—. Lily me ha dicho que después de irme empezaste a sentirte mal.

Abel miró ahora a su mejor amiga en la entrada.

—¿Te sientes mejor? —inquirió la de orbes castaños con suavidad y Abel asintió, volviendo a ver a Adhara.

—Fue solo un ligero dolor de cabeza, pero ya estoy bien —sonrió cálidamente—. No te preocupes, Adhy, mejor ve y come algo. Te fuiste sin almorzar —la acusó con la mirada y ella se levantó de su lado.

—Tienes razón, debería buscar algo en la cocina —accedió—. Si necesitas algo, lo que sea, solo debes llamar ¿De acuerdo?

—Así será —se sentó, estirando un poco las mantas que cubrían su regazo.

Adhara le dió una última sonrisa antes de salir de la habitación. Lily miró al Hufflepuff y decidió que también se iría para que pudiera seguir descansando.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora