Los Misterios de las Sombras

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Estaba caminando a su lado; tranquilo, como si en la última semana no lo hubiera estado ignorando deliberadamente.

En cierto sentido estaba muy feliz de poder conversar con él nuevamente; pero en otro, estaba muy preocupado por su actitud.

Llevaban más de cinco días en paz; Naktam le sonreía y conversaba amigablemente, incluso se acompañaban a las clases, hacían las tareas juntos y él le hablaba sobre lo que se sentía ser el representante de la casa de Slytherin en el certamen.

—... y la verdad es que ahora no sé qué se supone que vendrá en la siguiente prueba; tengo mis sospechas a partir del indicio de la esfera, pero no estoy muy seguro —lo miró para buscar una contestación, pero Eros estaba muy distraído en sus pensamientos como para notarlo—. ¿Estás bien?

Asintió por acto reflejo sin realmente haberle escuchado.

»¿Seguro? —él volvió a mover la cabeza de arriba a abajo y Naktam supo entonces que no le estaba escuchando del todo, por lo que se detuvo y lo vio avanzar, como si aún él también lo hiciera—. Vas a chocar...

El anuncio llegó un segundo antes de que el de cabellos rubios colisionara con una de las armaduras del pasillo, ocasionando un estrepitoso estruendo que logró que varios de los retratos le llamaran la atención.

—Ay... —se quejó levemente, llevándose una mano a la nariz, acariciando la zona que pronto se tiñó de un rojo suave por el golpe.

—Te dije que ibas a chocar.

El murmullo bastó para que se diera cuenta de que ya no tenía al Slytherin a su lado, sino más bien, a varios pasos detrás, observándolo con cierta preocupación.

—¿Cómo llegaste ahí?

—Fuiste tú el que siguió avanzando —corrigió mientras el contrario retrocedía después de haber ordenado la armadura con un movimiento de su varita—. Siento que hay algo que quieres decirme desde hace unos días... y has estado en las nubes por ello.

Eros elevó ambas cejas con sorpresa debido a la correcta adivinación de parte de su objetivo amoroso.

Se preguntó mentalmente qué palabras debía de escoger para preguntarle lo que antes le había dicho que no recordaba; deseaba saber tantas cosas de Naktam... pero al mismo tiempo, una corazonada le indicaba que no debía y que solo cuestionara el porqué de sus cambios.

—Bien, me atrapaste —admitió, sonriendo con culpabilidad—. La verdad es que llevo varias semanas queriendo preguntártelo...

—Entonces dime, contestaré como mejor pueda —indicó con amabilidad, logrando poner más nervioso al Veela.

—¿Por qué pareces tener personalidades opuestas?

Lanzó la pregunta de golpe y con rapidez, logrando que el de cabellera negra quedara pasmado al inicio, para luego bajar la mirada y sonreír tristemente.

«No, por favor, no pongas esa cara... » —pidió en silencio, sintiéndose mal por haberle ocasionado tal expresión.

—Ese... —susurró— es un problema mío que no puedo decirte, Eros —lo miró nuevamente, cambiando el gesto a uno que pedía comprensión y demostraba culpabilidad—. Lo siento, no puedes saberlo.

—Entiendo... —se rascó la nuca con incomodidad, no admitiendo lo peor que ahora se sentía—. Solo estaba preocupado por eso, porque sueles ser evasivo conmigo durante un tiempo y después vuelves a ser agradable...

—Perdón —bajó la mirada—. Créeme cuando te digo que no es mi intención... —se interrumpió a sí mismo—. Solo ignórame cuando no me soportes, ¿Sí?

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora