La Primera Prueba: El Orbe Celestial

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El día era soleado, muy diferente a los anteriores que habían estado llenos de lluvias y ventiscas gélidas.

Era como si el cielo hubiera sabido la fecha exacta del inicio del Certamen de la Luna Púrpura, poniéndose de acuerdo para que nada interfiriera en tan importante evento.

Los elegidos por la esfera habían tenido toda una semana llena de prácticas para lograr dominar el tiro con arco.

¿La razón?

Una de las condiciones del Torneo era que el uso de varitas estaba prohibido y solo el arco mágico podía ser su única arma.

Nadie iba a mentir. Al enterarse de ello habían protestado, alegando que aún eran muy jóvenes como para ser capaces de hacer magia sin varita. A pesar de todo, los directores habían seguido firmes en su decisión y esa era la razón por la que ahora se encontraban los doce con arcos en mano y carcaj en sus espaldas, detrás de una línea que los separaba de la gruta del fauno: el lugar elegido para llevarse a cabo la primera prueba.

— Bienvenidos a la primera prueba, damas y caballeros —Peter Darrix era el comentarista elegido, debido a su trabajo como narrador en partidos oficiales de los campeonatos de Quidditch internacionales—. El día de hoy nos encontramos frente a la misteriosa "Gruta del Fauno" que, a pesar de su nombre, no contiene a ningún ser mitad hombre mitad carnero en el interior —su deje jovial le robó risas a más de uno—. Nuestros queridos participantes tendrán que ingresar para encontrar lo que sus directores les indiquen. Según se dice, es un objeto sumamente poderoso.

— Por favor, entreguen sus varitas en orden.

Kai Yoshi guardó las varitas de sus estudiantes en una magnífica bolsa dorada mientras sus colegas de Ilvermorny y Hogwarts hicieron lo mismo con sus representantes.

Todos, sin excepción, vieron con cierto nerviosismo cómo sus armas diarias eran separadas de ellos. Aún estaban dubitativos por la elección de los Ministerios sobre la prohibición de varitas.

La esfera de selección apareció ni bien Mcgonagall chasqueó sus dedos, quedando en el centro, con aquel característico réquiem inundando los oídos de todos. Poco a poco, los hilos de magia en su interior fueron formando una imagen en particular: una versión pequeña de sí misma.

— En el fondo de esta gruta hallarán orbes celestiales —comenzó a decir Mcgonagall—. Hay nueve en total, lo que indica que en esta etapa serán eliminados los tres estudiantes que no logren encontrar uno a tiempo. Deberán de ser veloces y sigilosos al mismo tiempo, porque dentro habrá más de un desafío y sus arcos serán su única defensa.

Aria tragó en seco, apretando el agarre en el arco de cuarzo tornasolado que poseía, un bello regalo de Albus, quien le expresó que mientras lo tuviera consigo él también la acompañaría.

Aún no se acostumbraba a llevar aquella ropa especial. Sus amigos habían intentado darle ánimos al decirle que se parecía a una cazadora de los lienzos griegos del pasado, con aquel brazalete dorado aferrado a su brazo derecho por debajo del hombro, al igual que los guantes que resguardaban sus manos y que dejaban sus dedos libres para cualquier movimiento; de por sí la ropa que llevaba era idéntica a una que había visto en una de las imágenes del libro de su madre, el que contenía imágenes de los clanes de Veelas. Su largo cabello dorado tenía una trenza cruzada de lado a lado, como si fuera una vincha, dejando a la vista sus facciones y aquellos largos pendientes que su hermana le había mandado el día anterior, como una muestra de su apoyo incondicional.

Hacía solo dos días, les habían comunicado que podían formar grupos para resguardarse en cualquier momento, pero que no podían ser de su misma escuela, lo que indicaba que ella debía de formar alianzas con un representante de Mahoutokoro y con uno de Ilvermorny. Al final no tuvo que pensarlo mucho, porque fue ella la elegida por sus actuales refuerzos: El prodigio de Mahoutokoro, Qiang Tao Liu y la sobrina de la directora de Ilvermorny, Destiny Adelaide Wright.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora