Saudade

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No había nada a su alrededor, solo vacío y oscuridad. El tiempo era inexistente y sentía que llevaba una eternidad en aquella situación. No obstante, en medio del silencioso ambiente, una pesadez en sus párpados y una presión en su cabeza la obligaron a abrir los ojos de golpe mientras tomaba asiento en su sitio.

Sus confundidos orbes observaron todo a su alrededor mientras su tórax subía y bajaba ante su respiración errática.

¿Dónde estaba?

No lo sabía, lo último que recordaba haber hecho era correr para finalmente sentir que perdía todos los sentidos antes de caer en la inconsciencia.

—Has vuelto en ti.

Parpadeó confundida y al mirar a su derecha descubrió un rostro conocido que la observaba fijamente.

Sin poder creérselo se observó a si misma y descubrió que estaba sentada en una camilla con una manta sobre sus piernas, portaba una ropa cómoda y las paredes eran en realidad cortinas que le daban cierta privacidad.

Estaba en la enfermería.

—¿Oriol? —dijo al fin, los recuerdos volviendo a su mente—. ¿Desde cuándo... ? —apretó los labios y observó al chico a su lado con culpa—. Yo... —balbuceó—. Intenté atacarte —dijo después de tener todos los recuerdos que su mente había olvidado temporalmente.

Los orbes verdes agua se escondieron detrás de los párpados en cuanto Abel los cerró mientras Lily observaba sus manos como si viera sangre en ellas.

—Han pasado dos días.

—Dos días —repitió y desvió la mirada, incapaz de verle—. Oriol —murmuró y apretó entre sus dedos la tela sobre sus piernas—. Tal vez mis palabras no sean suficientes, pero realmente lo siento. —Lily sentía enojo y culpa—. Yo... Yo no pude controlarme, era como si fuera alguien más —parpadeó al observar el techo, su voz escuchándose arrepentida—. Como si algo me llevara a intentar desquitarme contigo.

—Lily.

—Lo siento tanto, Oriol, te dije cosas horribles —cubrió su rostro con sus manos—. Cuando tú solo buscaste mi ayuda, porque querías traer a Abel de regreso y yo perdí el control. —Un nudo se formó en su garganta al haber recordado todo lo acontecido—. Si no hubiera sido por Adhara, lo más seguro era que no solo te hiciera daño a ti, sino también a él.

Antes de que pudiera seguir con sus balbuceos cada vez más inentendibles, sus manos fueron sostenidas con calma. Lily retuvo la respiración al sentir un extraño cosquilleo en el pecho y ante su asombro por tal acontecimiento su rostro quedó nuevamente libre mientras Abel retiraba sus manos para sostenerlas entre las suyas.

El Hufflepuff analizó su rostro como si fuera la primera vez que la veía de cerca. Aquel cabello rojizo como el fuego y los orbes castaños tras aquella fina capa cristalizada en ellos, incluso pudo apreciar las pequeñas y escasas pecas con las que ella contaba en el puente de su nariz, al igual que sus hermanos.

Sin que Lily pudiera comprender del todo la situación, los cálidos brazos de Abel la rodearon mientras este tomaba asiento en el pequeño espacio que había a su lado en la camilla. Parpadeó confundida y no tardó en devolver el gesto mientras sentía una desconocida corriente recorriendo su cuerpo de pies a cabeza.

¿Qué estaba pasando?

—Ahora me doy cuenta de mi error —empezó a decir con la voz amortiguada en el hombro contrario—. Yo tenía miedo de lo que me estaba pasando, de lo que estaba sintiendo —tembló levemente al recordar sus días de insomnio y descontrol de su magia—. Mi mente y mi corazón se desconectaron y entré en crisis mientras veía cómo mi magia se descontrolaba por acción de mi esencia. Tuve mucho miedo y eso provocó que los lastimara, a ti y a Hugo. Yo... Yo realmente no sentía lo que te dije ese día Lily, yo no quería que te fueras, quería que te quedaras conmigo pero temí demasiado dañarte —hizo una pausa en la que notó claramente cómo la respiración contraria se detenía—. Simplemente tomé la decisión equivocada y provoqué todo esto. Te hice llorar y me consumí a mí mismo.

Mi Hermosa Veela y La Melodía PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora