Capítulo 1

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Yael

Mi madre abrió la puerta y se escucharon las clásicas campanitas que anunciaban el arribo de las personas. Ella y yo entramos a aquella vieja tienda de antigüedades. Era su cumpleaños, tenía el día libre y planeé estar toda la mañana a su lado.

-Buenos días- mi mamá saludó al encargado.

Yo caminaba por detrás, pero cambié de dirección para entrar a un pasillo y ver más artículos.

-Buenos días- respondió un hombre.

Observé todo alrededor y llegué a un estante que en la parte superior tenía un letrero que decía "sección futurista". En lo personal, las cosas ahí exhibidas me parecían de lo más convencional, pero aun así activé mi modo curioso y las miré.

-¿Te interesó algo de aquí?- un anciano y que poseía un cabello lleno de canas, apareció de súbito y me provocó un ligero susto.

-Solo estoy mirando- respondí.

-Llévate algo- comentó.

-No, gracias.

-Elige algo, te lo regalo.

Volví a rechazarlo, pero su insistencia fue tanta que comenzó a incomodarme y decidí alejarme.

-Añorar el pasado es correr tras el viento- me dijo.

-¿Qué?- otra vez lo miré.

-¿Qué pasaría si te dijera que puedo devolverte ese recuerdo que tanto anhelas?

-¿Cómo?- el interés me hizo volver a él.

Y de entre todas las cosas que había sobre el estante de madera, el anciano sujetó una caja de color negro. Me lo entregó y yo lo abrí; era un reloj de manecillas y a mi parecer se veía muy común.

-¿Con esto?- sentí decepción- ni siquiera sirve.

-Es porque solo lo hace en las manos adecuadas.

-Al parecer no son las mías porque el segundero ni se mueve- intenté devolverlo.

-No es un reloj común, es especial.

-¿Ah si? ¿Y cómo funciona?

-Solo debes poner la fecha y hora exacta de ese momento que tanto extrañas. Cierras los ojos y la magia sucederá.

-¿Y ya?

-Así de simple.

Saqué el reloj del empaque para intentar manipularlo.

-Pero no lo hagas aquí- el viejo vendedor replicó- debes hacerlo cuando estés a solas.

-¿Por qué?

-Porque el pasado es personal.

-Sabe que, me encantaría poner a prueba su artefacto, pero no tengo dinero y ya me tengo que ir.

-Es un regalo.

-De verdad, no me interesa.

-Llévatelo, úsalo y si no funciona, lo devuelves.

-¿Está seguro de eso?- me intrigaba descubrir que tan especial podía ser.

-Además aquí tenemos miles de cosas más para vender.

Era verdad, ese lugar tenía varios metros cuadrados de puros artículos antiguos.

-¡Yael!- mi madre pronunció en voz alta mi nombre.

-Aquí estoy- dejé de mirar al viejo para prestarle atención a mi mamá.

-¿Te vas o te quedas?- estaba de pie al inicio del pasillo.

Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora