Capítulo 2

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Ericka

Alex y yo éramos atletas de alto rendimiento. Practicábamos taekwondo desde pequeñas, formábamos parte de la selección nacional de nuestro país y teníamos un sueño en común; asistir a los próximos juegos olímpicos que se realizarían en unos meses, por lo cual nuestra rutina diaria resumían en tres partes, entrenar, entrenar y entrenar. Pasábamos todo el día fuera de casa y desde la universidad vivíamos en el mismo departamento.

El miércoles siguiente, mi amiga estaba muy emocionada porque había conseguido una cita con uno de los tantos hombres que besó el fin de semana pasado.

-Kika- ¿quieres ir a bailar el sábado?- me preguntó mientras cenábamos.

-¿Solo tú y yo?

-Tú, Ernesto y yo- respondió.

-¿Quién es Ernesto?

-Es un chico que conocí el fin de semana pasado.

-¿Y cómo te encontró?

-A través de mi fanpage de Facebook.

Ya habíamos ganado medalla en las olimpiadas pasadas así que éramos algo famosas.

-Significa que sabe quién eres.

-Obvio pero déjate de tanta pregunta y dime si me acompañaras.

-Lo haré, no te dejaré ir sola con un tipo que apenas conoces- le respondí- invitaré a Frank.

Frank era un amigo mío, era gay y adoraba bailar. Alex aceptó y al sábado siguiente salimos de nueva cuenta.
Ernesto pasó puntual por nosotros. Alex se fue con él en su auto, Frank y yo en el mío.

Ernesto nos llevó un lugar al otro lado de la ciudad, ya tenía sus años en funcionamiento pero jamás lo habíamos visitado y al arribar nos asignaron una mesa cerca de la pista. Mi amigo Frank era un ser demasiado extrovertido y de inmediato conoció a un chico igual a él, así que fue como si yo hubiera ido sola y justo en el momento que más aburrida estaba alguien se acercó a mí.

-Hola guapa, ¿bailas?

Su nombre era Paulina y sus ojos verdes eran los más bonitos que yo había visto.

-Por esos ojitos hasta canto- le respondí.

Sujetó mi mano y me llevó hasta la pista de baile. Bailamos sin descanso y lo mejor fue que se no alejó de mi las horas que continuaron. Ya entrada la madrugada, nuestro amigo Frank se había retirado con su conquista, Alex se acercó a mí e interrumpió mi baile con Paulina.

-Kika, me voy.

-¿A dónde?- me sorprendí.

-Ernesto quiere que vallamos a una fiesta con unos amigos, dice que el lugar está cerca de aquí.

-¿Y no podemos ir nosotras?- me apunté.

-Le comenté pero dice que no puede llevar a más personas.

Me preocupé.

-Alex, estás consiente que él es un desconocido para ti y quiere llevarte a un lugar mucho más desconocido.

-No te estoy pidiendo permiso- me respondió.

-No, no lo estás haciendo pero no deberías ir sola- le argumenté- aparte no me parece buena persona, tiene cara de no tener las mejores intenciones.

-Opino lo mismo- agregó Paulina.

Ernesto era alto cerca de un metro ochenta, musculoso, ceja poblada y la expresión de su rostro intimidaba a cualquiera.

Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora