Jessica
El sargento, Jaime, los demás hombres y yo, llegamos hasta el rancho de Jonathan, aquel lugar donde nos conocimos y viéndolo desde una perspectiva de un año después, ya no me parecía tan esplendoroso o quizá era porque ya tenía otros intereses.
Solo el hombre que siempre vestía como ranchero y yo, nos adentramos a la casa y me hizo caminar hasta la habitación que funcionaba como oficina.
Entramos.
—Patrón— habló— aquí está su mujer.
—Te he dicho mil veces que mi nombre es Jessica— al principio de la relación, amaba que todos sus empleados se refirieran a mí de esa manera, pero ahora me fastidiaba tanta posesividad en un sobrenombre.
—Retírate sargento— Jonathan ordenó mientras rompía unos papeles.
El hombre salió.
—¿Todo bien?— le cuestioné al detectar la desesperación en sus movimientos.
—Nos iremos.
—¿A dónde?
—Estaremos un tiempo en Brasil y luego quizá nos instalemos en Argentina.
—¿Por qué?
—Despidieron al rojo.
—¿Félix perdió su empleo?— habían pasado semanas desde la última vez que supe sobre Merari y su vida.
—Lo llevarán a juicio por lavado de dinero y nexos con el narcotráfico.
—Es por los negocios que tienen en común, ¿verdad?
—Empaca tus cosas y solo lo más esencial porque no serán vacaciones.
—Pero no entiendo en que te afecta lo de Félix.
—Su reemplazo comenzó a meter las narices en mis negocios y lo traigo respirándome en la nuca.
—¿Y qué te preocupa? Tú siempre has dicho que lo tuyo está en orden.
—¡Jessica!— habló en voz alta— no estoy pidiendo tu opinión y te exijo que hagas una estúpida maleta para irnos. ¿Puedes hacerlo?
—No Jonathan, no quiero irme.
—¿Disculpa?
—No quiero dejar a mi familia, mi papá aún sigue...
—¡Me importa un carajo tu padre!— ahora gritó— te estoy diciendo que nos vamos.
—Es que no comprendo la desesperación por marcharnos.
—¡Sargento!
—Deja de gritar— pedí.
—¡Sargento!— continuó.
El susodicho apareció abriendo la puerta de la oficina.
—¿Ya tienes lo que pedí?
—Si, patrón— le mostró un sobre cerrado.
—Déjalo sobre el escritorio.
Obedeció.
—Ahora que alguien le enseñe a mi mujer como empacar una maleta porque parece que lo ha olvidado.
—Sí, señor.
—¿Al menos me dirás cuando nos iremos?
—Por la madrugada, así que te sugiero que te duermas temprano.
El ranchero me sujetó del brazo para obligarme a salir y me llevó hasta la habitación principal.
—Déjame sola— le ordené.
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Historias del Universo Lesbico
Short Story×HISTORIAS CORTAS× Diferentes parejas que viven diferentes situaciones. 🏳️🌈 Algunas con contenido y lenguaje +18