Capítulo 3

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Maritza

Dos días después disputamos la semifinal y ante todo pronóstico y asombro del mundo entero, logramos salir victoriosas para colarnos a la gran final que sería con las representantes del país sueco. El día previo al magno evento, tuvimos una conferencia de prensa en el mismo hotel donde estábamos hospedadas, mi equipo y yo nos habíamos vuelto la sensación del torneo porque éramos las menos favoritas y conseguimos llegar hasta al último partido de la justa deportiva. Yo como líder y capitán del equipo fui el máximo referente de los reporteros y casi todas las preguntas eran para mí.

Todo marchaba bien, hasta que a mitad de conferencia, Carol apareció luciendo un sexy conjunto de falda, blusa y saco, que a su vez estaba súper entallado y enmarcaba todo su escultural cuerpo. La observé caminar y tomar asiento en una butaca de enfrente, muy cerca del estrado, en pocas palabras muy cerca de mí. Ella comenzó a escribir algo en su celular y segundos después recibí la notificación un mensaje de texto. Era de ella y discretamente lo leí: no traigo bragas. Con esas tres palabras, logró apoderarse de mis sentidos. Volví a mirarla y en ese momento, Carol cruzó sus piernas haciéndome recordar la famosa escena de Sharon Stone en la película bajos instintos.

-¡Suarez!- me gritó el entrenador haciéndome salir del maravilloso mundo de Carol-Land.

-¿Qué?- no comprendía que pasaba y el por qué me gritaba.

-Responde la pregunta.

Regresé mi vista a los reporteros y uno de ellos estaba de pie esperando mi respuesta.

-Perdón, me repites la pregunta- le pedí apenada y escuché a Carol reírse.

Ella no hizo ni una sola pregunta y no capturó ni una sola fotografía, pero si continuó jugando conmigo. Cruzaba constantemente las piernas y se ajustaba la ropa a cada minuto.

Cuando la conferencia terminó y antes de que todos los reporteros se retiraran, me envió otro mensaje: te espero en el estacionamiento y afortunadamente el entrenador nos dio la tarde libre y la verdad, nos la mereciamos. Pasara lo que pasara en la final, el equipo ya había ganado demasiado.

Al llegar al lugar, ella estaba de pie y recargaba el cuerpo sobre su auto, abrió la puerta trasera y me invitó a entrar; acepté y ella lo hizo tras de mi. Su boca se reencontró con la mía.

-¿Quieres ir a mi departamento?- me preguntó entre besos.

-No puedo.

-¿Me invitas a tu habitación?

-No puedo.

-Entonces lo haremos aquí- Carol comenzó a desabotonar su blusa.

-Espera, ¿qué haces?- interrumpí su acción.

-No quieres ir conmigo, no quieres que subamos a tu habitación, yo quiero coger contigo y mi auto es muy cómodo.

-¿Tan mal la pasas con tu novio?

-Ya te dije que terminé con él, mira- me mostró su mano izquierda- ya no uso el anillo de compromiso. Por favor ven conmigo- suplicó- porque desde que te crees la campeona mundial ya no has querido tener sexo conmigo y no sé que me hiciste pero te has convertido en mi nueva obsesión.

Deslizó el cierre de mi sudadera e intento quitármela.

-Lo siento- tomé su manos para detenerla- pero no soy juguete de nadie y será mejor que me vaya porque mañana será un gran día para mi.

Abrí la puerta de su auto e intenté marcharme.

-¿Quieres ir a comer conmigo?- interrumpió mi huida- conozco un restaurante cerca, tienen un buen menú y muchos atletas comen ahí. Hace rato que pasé estaban algunas suecas, si quieres podemos ir a romperles las piernas- me sonrió y cuando ella lo hacía, se iluminaba todo alrededor.

-No será necesario porque no les tengo miedo.

-Excelente respuesta- volvió a besarme.

-Y acepto ir contigo, solo si tú novio no llegará a interrumpir.

-Ex novio- me corrigió- y no, él no estará, te lo prometo.

-¿En serio no traes ropa interior?- continuaba con la duda.

-¿Quieres investigar?- separó ligeramente sus piernas.

-Será un placer- me abalancé sobre ella y mientras la besaba, mis manos comenzaron a acariciar sus piernas para irse introduciendo por debajo de su falda y comprobé que ella no mintió. En un movimiento, la sujeté por la cadera y la jalé con fuerza para que quedara montada sobre mí, pero con esa acción, hice que su cabeza se golpeara contra el techo de su auto.

-¡Auch!- exclamó después del golpe.

-Lo siento- le acomodé el cabello se que desaliñó por el impacto- y tu coche no es tan cómodo como creías.

-Lo acabo de descubrir- me dio un último beso- vamos a comer.

Abrió la puerta y descendimos. La miré abrir la cajuela y buscar algo dentro de una maleta y de entre toda la ropa que traía, ella tomó una tanga color negro y sin mayor pudor se la colocó en ese momento y acomodó toda su vestimenta.

Volvimos a abordar el auto, pero ahora ella ocupada el lugar del piloto y yo me senté por un lado. Algunos minutos después llegamos al restaurante que mencionó.

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