Capítulo 6

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Abril

Aun con boleto en mano y con la fecha de partida siendo una realidad, dudé mucho en subir a ese avión. Teníamos meses sin saber sobre el paradero de Emma, pero mi madre me hizo saber que la chica podía seguir desaparecida por mucho tiempo más, pero oportunidades como la que ahora tenía, tal vez no regresarían. Guardé la esperanza hasta el último momento y empaqué mis cosas la noche previa al vuelo.

Al día siguiente, mis padres y mi hermano menor me acompañaron al aeropuerto y me despedí de ellos después de documentar el equipaje y cuando me encontraba formada para abordar, recibí una llamada de alguien que tenía su número oculto, pensé en no atender, pero algo dentro de mí me hizo contestar.

—¿Hola?— nadie respondió y solo se escuchaba mucha interferencia— ¿hola?

—¿Abril?

—¿Quién habla?— decidí salirme de la fila para no interrumpir el proceso de abordaje.

—April.

—¿Emma?— mi corazón comenzó a latir precipitadamente— ¿Emma eres tú?

—Ven por mí— escuché decir.

—¡Emma!— hablé en voz alta, sentía perder la comunicación— ¿dónde estás?

—No sé— y de entre todos los ruidos que salían por el auricular, el llanto de un bebé apareció.

—Escúchame. Mira a tu alrededor y dime que ves— comencé a buscar una salida.

—Estoy en una habitación, creo que es un hotel.

—¿Pero en dónde?

—No sé. No sé dónde estoy.

—Emma concéntrate. Busca una ventana y mira al exterior. ¿Qué hay afuera?

—Okey, espera— y el llanto del bebé continuó.

Salí del aeropuerto y logré abordar un taxi libre.

—¿Qué hay afuera?— insistí.

—Dylan viene. Debo colgar.

—¡Emma no! Espera— le pedí, pero ella finalizó la llamada.

Intenté volver a marcar, pero recordé que el número venia oculto.

—¡Fuck!— expresé para liberar mi frustración ya que mi situación actual estaba peor; continuaba sin saber sobre Emma, había perdido el vuelo que me llevaría con Liv y ahora tendría que realizar un tedioso trámite para recuperar mi equipaje.

En el mismo taxi intenté llegar a casa, pero como a la mitad del camino, recibí una ubicación y un mensaje contundente: Ayúdame.

Analicé el punto de origen y descubrí que el sitio era un motel prácticamente al otro lado de donde estaba y como me encontraba súper lejos, reenvié la ubicación a mis padres y a los de Emma; quizá ellos podrían llegar un poco más a prisa. Los minutos seguían su marcha y sentí que íbamos a contrarreloj, temía que Emma y su bebé volvieran a desaparecer y cuando por fin logré llegar, me encontré con la zona acordonada y con demasiada movilidad policiaca. Entre la multitud estaban presente los señores Valencia y platicaban con un oficial. En la placa pegada a su camisa azul leí el apellido González y posteriormente se identificó con el nombre de Félix y con el título de capitán de la división antidrogas en la policía federal. Por lo poco que logré escuchar, fue que se recibió un reporte donde indicaron que ese motel era usado para almacenar droga de un famoso cartel que operaba en el país y cuando los agentes llegaron a inspeccionar se desató un fuerte enfrentamiento en el que hubo varios muertos, pero los occisos correspondían únicamente a personas del género masculino y fue cuando comprendí la tranquilidad de los padres de Emma, pero en mí, la desesperación seguía latente. Comencé a caminar entre la gente y llegué hasta una valla que delimitaba el área y un policía me prohibió continuar. Ahí permanecí hasta que vi salir a la chica de ojos claros. Sus brazos cargaban un bebé envuelto en una sábana de color rosa y eran custodiadas por una chica paramédico. Burlé al policía y crucé por debajo de la cinta color amarillo para correr a abrazarla.

—No puedes estar aquí— sentí un jalón sobre mi suéter, pero poco me importó porque no dejé de sujetar a Emma.

—Con cuidado— pidió la joven paramédico— tiene un bebé entre sus brazos.

—Se tiene que ir de aquí, esta área es restringida.

—Estoy de acuerdo, pero esa no es la manera de hacer las cosas. Deja que yo me encargue.

El agente recibió un llamado a través de su radio y se alejó.

—No quisiera interrumpirlas— ahora habló con nosotras— pero debo llevarlas al hospital. ¿Nos acompañas?

—No— respondí— aquí están sus padres. Será mejor que vaya uno de ellos.

—¿Podrías pedirles que se acerquen?

—Si. Ahora vuelvo Em— besé su mejilla y dejé otro beso sobre su bebé. No la conocía, pero ya sentía quererla.

—Se llama Abril— comentó.

—¿Cómo el mes?— la emoción llenó mis ojos de lágrimas.

—Como tú.

Volví a besarla, pero esta vez, mi boca tocó la suya.

Emma y la pequeña Abril pasaron la noche en el hospital ya que ambas presentaban un cuadro severo de deshidratación y al salir, volvieron a casa de los padres de ella. Luego tomó la iniciativa de regresar al centro de rehabilitación y nosotros la visitábamos cada semana. Por fortuna, esta vez sí logró superar su problema con las drogas e incluso empezó de nueva cuenta la universidad para continuar con sus estudios.

En una ocasión, Emma me contó que el jefe de Dylan había pactado una tregua con la policía federal y para dejarlos trabajar, debían entregar de vez en cuando a alguno de sus cómplices para que de esta manera, se pudiera demostrar que la división antidrogas estaba haciendo una ardua labor en su lucha contra el narcotráfico y esa mañana, le tocó a Dylan.

—Emma, tu hija es hermosa— comenté— heredó tu belleza, tu nariz y lo bonito de tus ojos.

Ella sonrió.

—Pero lo más importante es que no se parece ni tantito al feo de Dylan.

—Es porque él no es el padre.

—¿Entonces quién es?— me intrigó saber.

—Cuando aún estabas en Londres, Dylan y yo terminamos porque tuve un desliz con tipo al que le dicen el gato y por eso volví con mis padres.

—¿Y ese sujeto sabe que te embarazó?

—No.

—¿Y Dylan sabía que Abril no era su hija?

—Tampoco. Se quedó con la historia de que fue un bebé prematuro.

—Mientras tú seas la madre, lo demás se vuelve irrelevante para mi.

Tiempo después me enteré que el gato no era cualquier animal.

—¿Y ya hablaste con tu novia?— Emma continuó.

—Si.

—¿Le contaste sobre lo nuestro?

—Si.

—¿Se molestó?

—No, incluso me felicitó.

—¿Entonces ya sabe que estamos comprometidas?

—Si.

Fin.

Fin

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