Capítulo 4

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Abril

Cuando las vacaciones llegaron a su fin y las clases se reanudaron, la realidad me llegó de golpe. Emma regresó a sus viejos hábitos, por lo que una noche no me sorprendió verla besándose con Dylan afuera de su casa, ya que su amistad cada vez fue más cercana y varias veces llegó a las fiestas o reuniones donde nos encontrábamos y se llevaba a Emma por unos minutos, pero esa noche, no soporté la furia de verla junto a él y lo enfrenté.

—Quítale tus sucias manos de encima— lo tomé con fuerza de su chaqueta y lo alejé de un jalón.

—April, ¿qué te pasa?— a ella le pareció extraño mi actuar.

—No te quiero volver a ver cerca de ella, ni de aquí, ¿entendiste?

—¡Hey Abril! Tú y yo somos amigos, ¿qué no?— Dylan abogó a su favor ya que habíamos convivido varias ocasiones.

—No soy tu amiga y aléjate de Emma porque ella es mi novia— expresé con mucha seguridad.

—¿Qué?— los dos pronunciaron al mismo tiempo y con el mismo tono de sorpresa.

—Lo que escuchaste. Emma y yo somos pareja.

—Em— él la miró— ¿eso es cierto?

—Deja de llamarle así, porque para ti es Emma— siempre consideré que recortar su nombre era exclusivo para mí.

—Bájenle dos rayas a su intensidad— ella se colocó entre Dylan y yo.

—Entonces aclara esta situación— él le pidió.

—Abril no es mi novia— expresó segura de su comentario— ella solo es mi amiga y mi vecina— recalcó para que lo entendiera.

—Em— volví con ella— no puedes negar lo nuestro.

—No se niega lo que no existe.

—¿Y todas las noches que pasamos juntas?

—Te lo dije desde el inicio, te dije que solo íbamos a experimentar, no que fuéramos a tener una relación.

—Si volvieran a pasar cosas entre ustedes me gustaría participar— él tipo que siempre olía a droga, expresó.

—Cállate Dylan— le pidió.

—Em, no puedes hacerme esto. Tú y yo tenemos algo especial.

—Tampoco ocurrió la gran cosa, solo nos tocamos y besamos, nada del otro mundo.

—Pero yo te...

—¿Tu qué?— interrumpió— ¿tú me amas? Por favor Abril, solo eres mi amiga y aparentemente una persona demasiado intensa— sentí cada gota de ironía que emanaba de sus palabras— y de saber que te podrías así por unos simples besos, jamás te habría invitado a dormir conmigo.

Enfurecí un poco más de lo que ya estaba.

—Váyanse al carajo— con el corazón destrozado, les grité antes de retirarme.

Y como si hubiera sido una predicción, la vida de Emma se fue al precipicio. La relación con Dylan mermó en su salud y personalidad. Él era igual de joven que nosotras, pero no cursaba ninguna carrera, ni asistía a la universidad, él era conocido por varios compañeros y amigos por ser dealer, y distribuir drogas en la zona e hizo de Emma su cliente predilecto. Ella comenzó a consumir todo tipo de sustancias y la cúspide de su caída fue cuando la expulsaron de la universidad, huyó de casa y empezó a vivir con Dylan. En solo seis meses, Emma convirtió su vida en un vil espectáculo y yo presenciaba todo eso desde la primera fila, porque a pesar de que nuestra relación estaba arruinada, su madre siempre buscó en mi algo de apoyo, pero mi amiga no escuchaba a nadie más que no fuera Dylan y para el siguiente verano yo me encontraba en Inglaterra. Después de lo ocurrido con ella, me inscribí en un programa de intercambio estudiantil que ofrecía la universidad y consistía en la oportunidad de estudiar un semestre completo en otro país y afortunadamente fui seleccionada porque solo pedían dos requisitos; excelentes calificaciones y un buen nivel del idioma inglés. Ambas cosas las cubrí a la perfección.

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