Capítulo 3

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Abril

En ese mismo verano, Emma y yo fuimos admitidas en la universidad y a pesar de todo, mi amiga terminó amando los idiomas e ingresó a la facultad de lenguas extranjeras, tal como un día lo hizo su madre y yo, al tener un poco más de sentido común y mucha lógica, elegí una ingeniería.

Nuestro primer año de universidad fue como nuestros primeros años de amistad porque Emma y yo volvimos a ser inseparables y la relación volvió a ser muy fraterna, tal como la recordaba y eso lo conseguí porque la señora Valencia, madre de Emma, fue elegida para dirigir una conocida escuela de idiomas y me contrató para impartir clases de inglés, de esa manera tendría un sueldo asegurado con poco tiempo invertido. Además de que no descuidaría mis estudios y podría aportar algo a la economía de mi hogar.

En el verano en el que concluyó nuestro segundo semestre de la carrera, algunos compañeros de la facultad organizaron una fiesta, fiesta a la que Emma y yo asistimos. Reímos, bebimos y bailamos hasta cansarnos y cuando volvíamos a casa, ella me rogó para que durmiera en su habitación, acción un poco extraña porque justo donde terminaba su casa empezaba la mía así que ninguna de las dos debía caminar mucho, pero me insistió tanto que acepté y al entrar, descubrimos que su madre nos esperaba y de inmediato comenzó a olfatearnos.

—¿Estuvieron fumando?— cuestionó.

—¡No mamá!— Emma alegó enfadada.

—¿Abril?— me miró dispuesta a creerme más a mí.

—No, señora Valencia— contesté— pero quizá olemos a tabaco porque varios compañeros a nuestro alrededor nunca soltaron el cigarro.

—¿Y de alcohol? ¿Qué tanto bebieron?

—Poco— volví a hablar.

—De acuerdo— aceptó mis respuestas.

—¿Ya nos podemos ir a dormir?— Emma seguía incomoda con la intervención de su madre.

—Descansen, mis niñas— besó nuestras mejillas.

Retomamos nuestro camino y un instante después de entrar a la habitación, Emma se me arrojó a los brazos y comenzó a besarme.

—Em, ¿qué haces?— confundida, la rechacé.

—Besándote. ¿Por qué? ¿Te molesta?— continuó.

—No, pero ¿por qué lo haces?

—Porque pienso que esta noche te ves demasiado sensual— con su mirada escaneó todo mi cuerpo— y es la primera vez que te veo utilizando vestido corto— sus ojos cafés se detuvieron a la altura de mis piernas.

—Desde niña dejé de usarlos.

—Perdona si te incomodé. Creo que debí preguntar antes si podía hacerlo— se alejó.

—De hecho, me gustó— sentí sonrojarme.

—¿En serio?— regresó.

Y respondí que si moviendo mi cabeza.

—¿Puedo besarte otra vez?

No alcancé a responderle porque de un segundo a otro, su boca se apropió de la mía y acomodó sus manos sobre mis caderas; comenzaba a dejarme son aliento, tanto que, si yo moría esa noche, estaba segura que los besos de Emma podrían devolverme la vida.

—Oye April— se apartó un poco.

—Dime.

—¿Has tenido sexo con una chica?— definitivamente aun había un grado significativo de alcohol corriendo por su cuerpo porque sobria creo que jamás se hubiera atrevido a tanto.

Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora