Capítulo 4

64 6 0
                                    

Maritza

-Cuéntame de ti- comencé a hablar mientras esperábamos nuestra comida.

-¿Qué quieres saber?

-Las clásicas preguntas que todos te han de hacer. ¿Por qué si eres rusa tienes un nombre y apellido hispano? ¿Y por qué hablas tan bien el español?

-Porque mi padre es español y mi madre rusa solo que ellos se divorciaron cuando era pequeña. Mis abuelos decidieron que ella y yo volviéramos a Moscú, pero siempre me permitieron estar en contacto con mi papá, él sigue viviendo en Madrid y cada verano lo visito. Aprendí varios idiomas gracias a la educación que recibí aquí. También habló inglés, francés, portugués y alemán.

-¿Y cuál es tu favorito?

-Spanish obviously (español obviamente)- me regaló guiño de su ojo izquierdo.

-Que gran hoja de vida tienes. Yo solo sé jugar futbol.

-Si te lo propusieras, serías buena con los idiomas- me besó y mordió mi labio inferior- tienes buena lengua.

-Solo si eres la profesora.

-Tengo planeado aprender japonés o chino mandarín, pero todavía no me decido con cuál iniciar. Y tú ¿Cuáles son tus planes?

-Ganar el mundial- sonreí.

-¿Y después?

-Conseguir un contrato en algún equipo importante, lo que me hace recordar que esta mañana me llamó mi representante y mencionó que hay varios clubes interesados en mi y uno de ellos está en la liga japonesa.

-¿Y ya te decidiste por alguno?

-No he tenido tiempo para analizar las propuestas.

-Que tonta soy, de momento solo has de pensar en el gran partido de mañana.

-También pienso en ti.

-¿Por qué piensas en mí?- se mostró sorprendida.

-Porque me gustaría seguirte viendo, tener citas, viajar- mis dedos acariciaron los suyos- me gustaría tener una relación contigo y que esto no quede en una aventura de verano.

Carol se quedó callada. Quizá le había incomodado mi comentario o tal vez no y simplemente no lo esperaba. Durante la comida platicamos un par de temas más, pero ya no estuvo tan cariñosa conmigo como lo venía siendo y al terminar, ella pagó la cuenta.

-Quiero ir al baño, ¿me acompañas?- colocó su mano cerca de mi nariz- porque mis dedos huelen a todo, menos a ti.

Ella no había terminado de hablar cuando yo, ya estaba de pie. Tomó su bolsa y caminamos juntas. La gente en el restaurante era casi nula así que rogaba que el baño estuviera vacío y creo que Dios estaba de buen humor porque mi súplica fue escuchada. Carol cerró la puerta y me recargó sobre ella e hizo lo último que imaginé que haría cuando me invitó a acompañarla; nada. Colocó su brazo izquierdo a un lado de mi cara para empujar la puerta y evitar que alguien entrara y se limitó a mirarme.

-¿Te molestó algo de lo que dije?- pregunté.

-Cállate.

¿Disculpa, qué? ¿A dónde se había ido la Carol amable y seductora que no hacia otra cosa más que provocarme, sexualmente hablando?

-Discúlpame por pedirte que tuviéramos citas, pero es que me gustas demasiado y…- con su otra mano, colocó el dedo índice sobre mis labios.

-Cariño, hablas demasiado y no me dejas pensar.

-¿Pensar qué?

-A donde te llevaría en nuestra primera cita.

Todavía no moría, pero su respuesta me llevó directo al cielo y yo lo acaricié.

-Okey- respondí.

Ella siguió mirándome unos minutos más. Varias veces sus labios intentaron abrirse como para decirme algo, pero seguía sin hablar.

-¿Quieres ir a mi departamento?- por fin salieron palabras de su boca.

-No puedo, tengo que regresar al hotel. Debo descansar y concentrarme para el partido de mañana.

-Puedes descansar en mi cama- retiró el brazo que tenía a un lado de mi cara y me sujetó con ambas del jersey- mientras abres las piernas- besó mi cuello- y yo me coloco en medio de ellas- besó del otro lado- y te concentras en mi lengua- besó mi boca- ¿aceptas?

-Realmente quiero estar contigo, pero no lo será esta noche. Disculpame.

-Vale, no te hostigo más- se alejó de mí, lavó sus manos y se colocó brillo gloss sobre su boca mientras se miraba al espejo- y yo que quería presentarte a Carlos.

-¿Qué tu novio no se llama Luka?- me acerqué.

-Luka es mi expareja y ese tema lo he dejado en el pasado- me observó- entonces ¿vamos con Carlos?

-Te lo agradezco, pero no tengo sexo con hombres.

-Carlos te fascinará- se acercó a mí y luego a mi oído- te hace venir en segundos y cuando te cansas de él, solo necesita una buena limpieza y lo regresas a su empaque.

-¿De qué hablas?- di un paso hacia atrás, por dos segundos imaginé a Carol montada sobre un muñeco inflable.

-De Carlos, mi dildo. Tiene una cubierta suave, un color perfecto, mide como veinte centímetros y se mueve como un loco- volvió a mí- ¿te vienes conmigo?

-Obviously- ahora fui yo quien comenzó a besarla.

A mis veinticuatro años nunca me había interesado el sexo con hombres, pero si podía disfrutar plenamente el uso de juguetes eróticos, incluidos los que tenían forma de pene, quizá porque este no venía pegado a un hombre.

Regresamos a su auto y luego a su departamento que estaba a unas cuantas cuadras del restaurante. Al llegar, Carol abrió con desesperación la puerta y yo hice lo mismo pero con su ropa, tanto que algunos botones salieron volando.

-Me debes una blusa- me dijo antes que la sujetara por la cintura, la levantara y sentara sobre su mesa.

-Te compro las que quieras- la despojé de su bra y comencé a besar sus senos desnudos. Ella me quitó el jersey y después la playera. Descendió de la mesa.

-Vamos a la habitación.

Yo besaba su cuello y espalda mientras ella buscaba algo en los cajones de su closet, imagino que a Carlos. Afortunadamente no conocía a nadie con ese nombre.

-Lo encontré- dijo y giró cuerpo para quedar frente a mí.

-Dame eso- tomé el juguete y arrojé a Carol sobre la cama para después, montarme sobre ella.

Su Carlos era genial porque era un dildo en forma de pene y que simulaba una penetracion, es decir, se movía de atrás hacia adelante y mientras Carlos jugueteaba dentro de ella, mi boca y lengua se entretuvieron con su clítoris. Carol fue bendecida con varios orgasmo a la vez.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora