Capítulo 5

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Jessica

Después de comprar el móvil y dejar a Liz en la central de autobuses, regresé a la finca y para sorpresa mía, Jonathan se encontraba ahí. Subí a la habitación para guardar ropa en la maleta y escondí el móvil. En una camioneta viajó el equipaje y en otra, Jonathan y yo. Como el rancho estaba súper lejos, nos tocó viajar cerca de tres horas para intentar llegar al aeropuerto.

—Jaime, en la siguiente salida toma a la derecha.

—Si señor— este le respondió.

—Pero el aeropuerto queda a la izquierda— me intrigó la petición.

—Lo sé— sujetó mi barbilla para besarme— pero tengo un obsequio para ti.

Contábamos con el tiempo suficiente para tomar el vuelo, pero conociendo a Jonathan y su manía de darme regalos, sabía que se trataba de algo interesante. Nos desviamos y casi de inmediato pidió entrar a un área repleta de naves industriales*. Todavía a bordo de la unidad, ingresamos a un almacén en específico y en el interior había auto deportivo y una camioneta familiar muy vieja.

—Jaime— Jonathan se acercó a él— como le conté hace unos días, mi mujer y yo dejamos el país, así que ya no necesitaremos de sus servicios.

—Gracias por la oportunidad y fue un verdadero placer trabajar para ustedes— me miró.

—Váyase a casa— lo despidió y le entregó dos fajos repletos de billetes. Yo a la distancia le sonreí y levanté mi mano derecha para despedirlo.

El señor de edad avanzada caminó con dirección a la puerta y antes de salir, Jonathan extrajo un arma de su ropa y le disparó directo a la cabeza. Me sobresalté por el ruido tan ensordecedor que esa acción causó, pero también por la escena tan macabra que se generó porque la sangre se esparció con velocidad sobre el suelo.

—¿Qué has hecho?— reprendí.

—Eliminando cabos sueltos.

—Jaime era un hombre bueno, con esposa, hijos y un nieto.

—Es una pena porque ahora lo extrañarán.

Sus hombres sacaron arrastrando el cuerpo del sujeto, que hasta en ese momento, le tenía mucho aprecio.

—¡Sargento!— Jonathan gritó y el ranchero se acercó para entregarle un sobre de papel— prepara lo demás.

—Si señor— se retiró.

—Princesa, si yo te dijera que puedes en el país. ¿Tomarías la oportunidad?— me preguntó.

—¿De qué estás hablando?

—De terminar lo nuestro y no volvernos a ver nunca más.

No tuve que pensar mi respuesta porque desde hace mucho ya la tenía.

—¿Quieres quedarte con tu familia?— continuó.

—Sí Jonathan. No quiero seguir contigo y seguir poniendo mi vida en riesgo.

—No te importaba el peligro cuando gastabas mi dinero.

—Solo tomé más de cuenta para ayudar a mis padres, ya lo sabías.

—Pero no has respondido mi pregunta. ¿Quieres que terminemos? ¿Quieres quedarte?

—Sí— respondí con valentía.

—Te propongo un trato.

—¿Qué necesitas que haga?

—Solo debes responderme una pregunta más.

Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora