Capítulo 1

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Nerim

Edgar era un buen tipo, amistoso, un atleta nato y gran conversador y aunque me gustó desde que lo conocí, no fue sino hasta el octavo cuatrimestre de la carrera cuando se fijó en mí y no dudé ni un segundo en tener un noviazgo con él, pero como todo ser humano tenía un enorme defecto y el de Edgar hasta nombre y apellido; Jimena Alvarado. Ella era su mejor amiga y era el ser más detestable del planeta tierra, sentía que el universo no la merecía y en lo personal, nunca había conocido a una chica que se condujera con tanta sensualidad como ella lo hacía, era la típica femme fatale* y a pesar de que los tres asistíamos a la misma universidad, no estudiábamos lo mismo; Edgar, ingeniería industrial, Jimena, licenciatura en matemáticas y yo, diseño gráfico y los pocos días que dio inicio nuestra relación, Edgar insistió en hacer la presentación oficial entre su novia y su mejor amiga.

-¿Andas con Lerim?- le cuestionó Jimena al vernos llegar juntos.

-Es Nerim- corregí.

-Eddy, ¿de verdad es tu nueva conquista?- ella seguía con su peculiar tono despectivo.

-Jim, ya te había contado- dijo él.

-Ósea si Eddy, pero imaginé que era otra chica- me miró- pensé que hablábamos de otra, Lerim.

-¿Tienes algún problema con mi nombre? ¿O lo tienes directamente conmigo?

-Ni con tu nombre, ni contigo, no te creas tan importante, princesa- su mirada seguía escaneando todo mi cuerpo.

-Chicas- Edgar intervino- vamos a pasarla bien, ¿quieren?

Ahora Jimena lo miró solo a él.

-Solo quiero decirte que has tenido parejas mejores.

-Jim, no empieces, por favor- le respondió

-Fue un simple comentario, bebito bonito- ahora ella le habló en tono de niña mimada- ¿y podemos irnos a comer? ¿O seguiremos hablando sobre tu noviecita?

Para en ese momento, lo único que pensaba eran lanzármele a la yugular y apretar con fuerza su cuello hasta que dejara de respirar, pero sabía que eso era ilegal.

En comparación con Jimena, yo era un poco más masculina, jeans, tenis, playera o blusa de manga larga, que era mi prenda favorita y aunque a Edgar nunca le desagrado mi manera de vestir o al menos nunca lo mencionó, siempre que salíamos juntos, procuraba arreglarme un poco más para él y ponía más empeño cuando la odiosa de Jimena nos acompañaba. Era muy raro el fin de semana que ella no se nos pegara como chicle. Ellos se conocían desde adolescentes y a veces pensaba que ya se habían comido hasta con pan, pero mantenía esos pensamientos lejos de mí para no dañar mi relación con Edgar, porque realmente no me constaba y no tenía pruebas que sustentaran mi teoría.

Justo en mi último cuatrimestre de la carrera, la universidad lanzó una convocatoria para obtener la certificación Cambridge**, otra de las cosas que no dude en aceptar, mi nivel de inglés era bueno y una certificación así, se vería bien en mi curriculum profesional, después me arrepentí de la decisión cuando noté que en el grupo de estudio organizado por la misma universidad también estaba Jimena y peor aun, cuando ella fue mi pareja a la hora de practicarlo o hacer alguna actividad y por una u otra razón, esa mujer que odiaba a morir, cada vez estaba más presente en mi vida. Aunque poco después me vi beneficiada con la "amistad" que entablé con ella porque para titularme, debía cumplir con un requisito que durante meses postergué; la realización de mi servicio social. Debía cumplir con 600 horas de servicio comunitario en cualquier institución pública y la madre de Jimena era directora de una preparatoria gubernamental, así que con su ayuda, podría obtener la liberación del mismo sin haber cumplido con las horas estipuladas, ya que solo debía ir un par de días a la semana y mis actividades eran demasiado simples, que rondaban desde barrer el patio escolar hasta fungir como asistente de dirección y mientras me ayudaran con el trámite, haría hasta la tarea de los alumnos si me lo pidieran.

Y mi relación con Edgar cada vez iba mejor a pesar de que Jimena venia incluida en el paquete, pero nunca me caractericé por ser una mujer celosa, mucho menos posesiva, simplemente confiaba en él y en mi relación. Cierta tarde y de las pocas veces que Jimena no salió con nosotros, Edgar y yo platicamos quizá un tema trillado entre las parejas; las fantasías sexuales y al parecer un requisito para ser hombre, era fantasear con hacer un trio ya que eso era algo que Edgar también quería hacer y debía admitir que nunca descarté participar en uno, así que cuando me propuso realizarlo, acepté.

-Pero que sea con otra mujer- dije- la idea de que dos penes estén dispuestos a entrar en mi cuerpo, me aterroriza un poco.

-¿Y si le decimos a Jimena?

-¿Jimona? No, jamás. Sabes que no me agrada.

-Pero es guapa, admítelo.

-Digamos que tiene cara bonita.

Buen cuerpo y un par de piernas capaces de causar un infarto a cualquier persona, pensé.

-Entonces, ¿la invitamos?- insistió.

-Únicamente buscas un pretexto para cogértela.

-Claro que no, Jimena es mi mejor amiga y además es muy discreta con su vida personal.

-Y cada que la ves, quisieras comértela.

-Bueno, entonces busca a alguien tú.

No me convencía la idea de hacer un trio con ella, pero no conocía a nadie más con nuestro mismo nivel de calentura como para pedirle tener sexo conmigo y con Edgar. 

-Bien, será Jimona- respondí resignada.

-Gracias mi amor- me besó- gracias, gracias.

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*Una mujer fatal se suele representar como sexualmente insaciable.

**Certificación en el idioma ingles

**Certificación en el idioma ingles

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Historias del Universo LesbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora