Capítulo 6. Rockstown. Tercera parte

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Junto a Yandel y Dexter, Terence llegó a un diminuto teatro ambulante en Douglas, al sur de Chicago, un barrio mayoritariamente de población irlandesa y de otros orígenes europeos que empezaba a recibir afroamericanos provenientes de los estados del sur.

El joven hombre distinguió poco a poco al final de una calle, un viejo local que sin duda debía ser el teatro. Se veía tan pequeño desde el exterior, que Terry reflexionó que difícilmente el lugar podría albergar a más de cincuenta personas en una función. Sin embargo, poco le importaba, la ocasión para abandonar su antigua vida se le presentaba y si esto ocurría, reflexionaba él, debía ser porque era el destino que merecía y al que él estaba destinado a obedecer.

Cuando entró al lugar, experimentó un sentimiento de tristeza por el aspecto malsano del local. Respiró con disgusto el aire espeso, nauseabundo y maloliente de polvo. El viejo arco y el telón despedían un olor agrio y asfixiante y las flamas pálidas que alumbraban el local eran de un tono rojizo, dándolo a todo al espacio una apariencia extraña de color ocre.

Al fondo de la sala, detrás del escenario desvencijado, se escuchaba el sonido de personas hablando. Por momentos, se escapaban algunas risas sonoras que parecían transformarse en débiles quejidos.

Aquel entorno lo disgustó y le produjo un horrible estremecimiento que llenó todo su ser de un vago pavor mezclado con un dolor voluptuoso, sin embargo, se dejó conducir por Yandel y Dexter sin dar marcha atrás ni decir nada sobre el desvencijado lugar.

Cuando lograba volver un poco en sí, escuchaba a lo lejos las voces de los dos individuos que se dirigían a él y le daban detalles del lugar, pero él no comprendía nada, estaba como aletargado, hipnotizado por aquella situación y solo podía observarlos con una expresión inquieta de incomprensión.

Atravesaron rápidamente el escenario y lo condujeron hacia una vieja puerta de madera que se encontraba justo al lado del improvisado proscenio. Al entrar, se encontró dentro de una sala que parecía servir de camerino para toda la tropa, aunque no había ninguna división. Todo el lugar era una verdadera improvisación y despedía un fuerte olor de col y tabaco.
El vestuario estaba suspendido por doquier o tirado en el suelo. Una revisión rápida del lugar, le hizo notar que el espacio también hacía oficio como comedor y cocina porque había un pequeño hornillo instalado justo a la derecha de la sala contiguo a una vieja mesa de madera ubicada en uno de los costados de la reducida estancia. 

Observó un grupo de hombres y mujeres sentados alrededor de la vieja mesa. Algunos comían, otros fumaban y bebían cerveza, mientras que otros tenían en sus manos sin mucho interés lo que parecía ser un viejo guion.

Yandel y Dexter tomaron la delantera y sonrientes se acercaron a sus compañeros con la firme intención de presentar a Terence a su patrón y a la tropa.

— Señor Firmin, le tenemos una gran sorpresa, exclamó Dexter con un orgullo desproporcionado en la voz. ¡Miren todos aquí, por favor! Repuso eufórico, señalando a Terence con una ridícula reverencia.

Sin embargo, nadie en el grupo contestó positivamente a su efusión. Un silencio incómodo reinó en la sala haciendo que el aire se hiciera todavía más agobiante. En aquellas caras largas solo se veían ojos de reprobación, de desconfianza y de hostilidad, posándose en las figuras de Yandel y Dexter.

Segundos después, un hombre corpulento, con una barba estilo Van Dyke sentado en una de las esquinas de la mesa, carraspeó de forma exagerada y les envió a los tres hombres una terrible mirada de cólera que pareció haber apabullado a Yandel y Dexter, pues los dos dieron un paso hacia atrás claramente intimidados.

— No aparecen en toda la noche y tienen el descaro de venir hoy a dar la cara malditos bribones, ¡a volar de aquí! Gritó, dando un golpe seco a la mesa lo que hizo que las bebidas estuvieran a punto de derramarse. Incontables gotas del líquido dorado mancharon la superficie de madera.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora