Capítulo 14. Entendimiento. Segunda parte

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Eran las tres de la madrugada y Patricia O'Brien luchaba contra la marea de pensamientos que la mantenían despierta. Cada minuto que transcurría la sumergía más profundamente en una dolorosa turbación, una espiral de dudas imposible de contener. Y es que a pesar de anhelar con fervor el encuentro con Albert ese día, el miedo a cometer un error que pudiera separarlos le atenazaba el corazón.

— No esta vez, exclamó en voz alta mientras se levantaba de la cama con determinación, su corazón latiendo con fuerza. Su labio inferior temblaba por la emoción de sus palabras. — No permitiré que el señor Albert se aleje sin conocer mis verdaderos sentimientos, definitivamente no lo permitiré, estoy decidida a confesarle lo que siento, proclamó en voz alta. 

Sin embargo, al tomar conciencia de la hora tardía, se llevó las manos a la boca con preocupación.

— ¿Qué estoy haciendo? ¿Acaso quiero despertar a los señores Brighton con este alboroto? ¡Qué imprudente soy! Reflexionó, volviendo a la cama con una mezcla de vergüenza y arrepentimiento por su exaltación.

Se mantuvo reflexiva por algunos minutos, observando cómo la lluvia golpeaba con un estruendo de tambor las ventanas de su habitación. Sin embargo, un nuevo acceso de angustia la hizo reincorporarse, y un suspiro escapó de su pecho.

Guardaba la esperanza como una delicada flor en el jardín de su corazón, creyendo que esta vez el destino les sería propicio. Aunque el sentimiento que había florecido en su interior quizás no fuera correspondido en la actualidad, anhelaba sinceramente abrir su corazón a Albert.

Sin embargo, los meses habían transcurrido sin alterar la fría indiferencia del tiempo, y Patty comenzaba a ver desvanecerse la luz de su fortuna. A pesar de los encuentros regulares entre ella y Albert desde noviembre de 1920, cuando Archibald y Annie establecieron su hogar en la mansión Ardlay tras una luna de miel idílica, Patricia careció del coraje necesario para enfrentarse a Albert. El temor a lo que pudiera escuchar la había paralizado, y el miedo al posible rechazo la había mantenido en silencio durante demasiado tiempo.

— Oh, pero ahora todo es distinto. Esta vez necesito saber, musitó, ansiosa por desentrañar los misterios que albergaba el corazón de Albert. 

Patty no alcanzaba a comprender en aquel momento, ni siquiera intuía, lo que permanecía velado para ella de manera inexplicable: su propia reserva y timidez en presencia del magnate actuaban como una barrera invisible que lo desalentaba. A pesar del intenso anhelo que sentía por entregarse por completo a los sentimientos que albergaba por la muchacha, el hombre se veía restringido de cualquier intento de avanzar. Cada vez que intentaba acercarse, se encontraba con un muro de distancia emocional que ella misma había erigido sin ser consciente de ello.

Pero la vida, con sus inesperados y caprichosos giros, trajo consigo un acercamiento entre Patricia y Albert de una manera tan inesperada como sorprendente. Fue gracias a las maquinaciones maliciosas de Eliza Lagan y Alice Berry que Patricia finalmente encontró el momento propicio y el coraje para dar un primer paso y enfrentar su situación con Albert, después de meses de contratiempos y desencuentros entre ellos.

Esa madrugada, Patty se sentía como un torrente desbocado de recuerdos. Incapaz de conciliar el sueño, repasaba una y otra vez los eventos recientes en su mente. Para llegar a ese ansioso amanecer que experimentaba la joven, ciertos sucesos importantes habían tenido que desencadenarse. El camino había sido pavimentado por las artimañas de Eliza y Alice Berry, quienes, sin saberlo, habían desencadenado una serie de eventos que finalmente llevarían a Patricia a enfrentar sus sentimientos hacia Albert.

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Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora