Capítulo 14. Entendimiento. Primera parte

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Patty se removió inquieta en su cama, incapaz de encontrar la calma que tanto anhelaba. A pesar de todos sus esfuerzos, el sueño parecía escaparse de sus manos y su corazón latía desenfrenado.

— ¡Dios mío! En solo unas cuantas horas podré finalmente ver a Albert, reflexionaba con nerviosismo, recordando su último encuentro.

— Y esta vez, estoy decidida a no dejar que las cosas se desmoronen entre nosotros como ocurrió en el pasado, se dijo con firmeza.

La joven luchaba contra la marea de pensamientos que la asaltaban. No podía creer que hubiesen pasado ya ocho largos meses desde la boda de Archibald y Annie, ocho meses en los que cada paso que había dado hacia Albert parecía haber sido un paso en falso. Cada intento por acercarse a él había resultado en una distancia aún mayor entre ellos, alimentando sus dudas y temores.

La falta de experiencia y su torpeza la atormentaban. Se reprochaba cada mensaje malinterpretado, cada gesto que había malinterpretado y que había sembrado la confusión entre ellos. Casi se odiaba por ello, por haber permitido que sus propias inseguridades y miedos interfirieran en lo que realmente deseaba: una conexión genuina con William Albert Ardlay.

En medio de la oscuridad de su habitación, Patty se debatía entre la esperanza y el temor, preguntándose si esta vez sería capaz de romper el ciclo de malentendidos y encontrar finalmente el valor para expresar lo que realmente sentía.

— ¿Por qué tengo que ser tan tímida? Se reprendió con frustración, mientras sus pensamientos se enredaban en un torbellino de autocrítica. — Oh, si tan solo hubiese permitido que Albert me besara en aquella fiesta, quizás no estaría esta madrugada sumida en el lamento, se dijo con melancolía.

El recuerdo de aquel momento invadió su mente con una claridad asombrosa, como si se negara a desvanecerse. Podía sentir la proximidad de su rostro, el suave roce de su aliento en su frente, el palpitar acelerado de su propio corazón mientras su boca se abría en busca de la suya. El recuerdo la atormentaba día y noche, como si estuviera atrapada en una espiral de emociones intensas que la estremecían hasta lo más profundo.

Cada detalle de aquella velada regresaba a ella como pulsaciones eléctricas, cobrando vida con una fuerza abrumadora. Recordaba la firmeza de su mano apretando su cintura, el brillo cautivador en sus ojos mientras la contemplaba con una sonrisa, un resplandor hipnótico que la dejaba sin aliento.

Patty se sumergió en la intensidad de aquellos recuerdos, sintiendo cómo la nostalgia y el deseo se entrelazaban en su corazón, dejándola anhelando el coraje para enfrentarse a lo que realmente deseaba.

Con un suspiro cargado de pesar, se levantó de la cama y se cubrió el rostro con las manos, como si quisiera ocultar el torrente de emociones que la invadía. Su mente era un caos, y sentía cómo el rubor del desasosiego ardía en sus mejillas. A pesar de sus desmesurados esfuerzos por contenerse, las lágrimas seguían brotando, anegando sus ojos y empañando su visión. Sabía que necesitaba mantener la calma, que no podía permitirse perder el control, pero la implacable presencia de aquellos recuerdos le causaba todo tipo de emociones.

Desde aquella fatídica velada, había llorado tanto que casi se había acostumbrado a la sensación de desolación que la acompañaba día tras día. La confusión y la angustia se habían convertido en compañeras constantes, tejiendo una red de dolor y arrepentimiento a su alrededor.

Estaba convencida de que su comportamiento con Albert durante la celebración de las nupcias de Annie y Archibald había sido un desastre monumental. El recuerdo de sus acciones inadecuadas la atormentaba sin descanso, recordándole el abismo que había abierto entre ellos irremediablemente.  

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora