Capítulo 31. La noche del fin. Primera parte.

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— ¿Beatriz? ¿Has dicho Beatriz? Preguntó Terry exaltado.

— Ese es su nombre, respondió Archie algo sorprendido al observar el rostro desconcertado del actor. ¿La conoces de algo? Inquirió con curiosidad.

Terry no supo que responder y permaneció en silencio observando a la pareja que había sido retenida por un grupo de invitados.

— ¿Realmente es la mujer de meses atrás? Se cuestionó mientras los contemplaba con cierta reserva.

Pero el joven hombre estaba escéptico. La dama que se encontraba a solo unos cuantos metros de distancia tenía un semblante tan alegre que no lograba determinar si se trataba de la misma persona.

No obstante, su mirada no se detuvo por mucho tiempo sobre los señores Pullman, por el contrario, sus ojos se fijaron de nuevo en Candy que caminaba hacia ellos. Para su poca fortuna, una pareja de ancianos la retuvo y la muchacha no tuvo más remedio que permanecer junto a los dos visitantes que parecían muy interesados en entablar conversación. El actor consideró en ir de inmediato en busca de su prometida, pero con una sola mirada de Candy, comprendió que debía mantenerse en su lugar y esperar paciente, así que, respondiendo a la joven con un gesto afirmativo de su cabeza, permaneció en su sitio, a la expectativa de su encuentro.

El joven hombre respiró profundamente al contemplarla. No podía dejar de mirarla. Tenía la impresión de que soñaba, un sueño loco y delicioso que lo poseía por entero. Le parecía que todo a su alrededor lo sumergía en ese amor, en esa pasión por ella, como si fuera el único aire en el que pudiera vivir.

— Me quiere y se casará conmigo, se dijo en su fuero interno, con el corazón rebosante de alegría.

Afortunadamente para Terry, Candy no tardó mucho en reanudar el paso. El joven hombre por su parte, no la perdía de vista, como tampoco había perdido de vista las colectivas caricias de su deliciosa figura, lo que hizo que todas las alarmas despertaran dentro de él.

Mientras aquella escena se desarrollaba, Archie observaba al actor con disimulo, inquieto por la mirada de loco posesivo que no dejaba misterio ni duda para él.

— ¿Comprenderá Candy el celoso que tendrá como marido? ¡Dios mío! La mira como si fuera a darse un lascivo festín con ella, reflexionó el rubio un tanto inquieto, justo en el momento en que su prima se aproximaba a ellos.

— ¿Cómo se ha portado Archibald? Inquirió la joven con una sonrisa radiante en el rostro cuando había logrado llegar hasta ellos.

Archie hizo una mueca de disgusto al escuchar las palabras de la muchacha.

— Razonablemente, respondió Terry, acercándose a ella sin dudarlo mientras lanzaba miradas asesinas a los hombres que se habían atrevido a contemplarla.

— ¡Ah, lo que me faltaba! ¿Así que soy yo a quien debes prestar vigilancia? ¿Me tomas el pelo Candy? Cuestionó Archie irritado.

La muchacha sonrió tiernamente al rubio.

— Vamos Archie, no te molestes, sé que eres el mejor de los primos, tú nunca me decepcionas, exclamó ella mientras le guiñaba el ojo y le dedicaba una de sus mejores sonrisas, intuyendo que el joven hombre se había mantenido cordial con su prometido durante la última hora.

— Con suerte, pensó ella para sí, los dos habrán hecho las paces.

Las mejillas de Archie adquiriendo una tonalidad carmesí cuando advirtió que el actor tenía sus ojos burlones y condescendientes puestos sobre él.

— Pensándolo bien Candy, comenzó por decir observando al inglés y luego a la joven, creo que ustedes dos son tal para cual, declaró irritado. Ahora, si me disculpan, iré en busca de mi esposa, terminó por decir fingiendo estar verdaderamente indignado.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora