Capítulo 17. Revelaciones

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La risa tintineante de Candy resonaba en la acogedora sala de la mansión Ardlay, seguida de las risas más suaves de Patricia y Annie, creando una melodía alegre que se extendía por toda la estancia.

Albert y Archie, que se dirigían hacia la sala para reunirse con las jóvenes mujeres, intercambiaron una mirada cómplice al escuchar las agradables carcajadas. Tener a Candy en la mansión de Chicago siempre era motivo de alegría, y el hecho de que las tres amigas pudieran disfrutar de algunos días juntas era un evento que les llenaba de satisfacción.

Por un instante, la imagen de Alistair y Anthony cruzó la mente de Archie. Aunque la pérdida de su hermano y primo seguía siendo un dolor silencioso, sabía que la vida debía continuar. Ver a Patricia tan alegre era una señal de esperanza para él. Durante mucho tiempo, la melancolía había dominado el comportamiento de Patty debido a la pérdida de Stear. No obstante, en las últimas semanas, Archie había notado un cambio sutil pero significativo en ella, un renacer de optimismo que lo llenaba de alivio. Parecía que tanto Patricia como Candy estaban encontrando la manera de reconstruir sus vidas, un proceso que él admiraba profundamente.

Cuando Albert y Archie finalmente entraron en la sala, lo hicieron con un entusiasmo renovado tras una intensa partida de tenis que los había mantenido entretenidos durante las últimas horas. El contraste entre ellos era evidente: la elegancia relajada de Archie, con su jersey de lana con patrones de Jacquard en tonos beige, marrón, blanco y gris, y su bufanda de seda decorada con frescos griegos, contrastaba con la sobriedad refinada del traje gris de Albert.

— ¿Podríamos saber qué las divierte tanto? Desde el corredor se escucha todo el alboroto que tienen aquí adentro, preguntó Archie con curiosidad, mientras una sonrisa juguetona iluminaba su rostro.

Candy, con su característica alegría, giró hacia su primo y respondió con entusiasmo:

— Les estaba contando a las chicas algunas de las anécdotas sobre nuestro nuevo médico.

Albert, recogiendo el comentario de Candy, lanzó una mirada significativa a Patricia, cuyo rubor no pasó desapercibido para él.

— Oh, ese encuentro sí que ha sido una verdadera sorpresa,  comentó Ardlay, con una sonrisa relajada.

Archie, sin perder un segundo, se acomodó en el sofá junto a su esposa y Candy, mostrándose visiblemente interesado en la conversación que animaba la sala. Con un gesto rápido y lleno de cariño, tomó la mano de Annie y le depositó un suave beso, al cual Annie correspondió con una sonrisa cálida que pareció iluminar la habitación. 

Mientras tanto, Albert, indeciso, se debatía entre sentarse en el elegante sofá ortogonal de madera tallada, decorado con intrincados motivos de hojas de acanto y frisos de corazones, donde estaba instalada Patricia, o acomodarse en un sillón justo enfrente de ella. Sabía que en cualquier momento la tranquilidad podría verse interrumpida por algún invitado inoportuno, lo que lo mantenía en una especie de limbo, observando la escena desde una distancia prudente.

La risa juguetona de Candy pronto lo devolvió a la conversación.

— La presencia de Arthur en el pueblo fue, sin duda, inesperada, y el pobre no ha tenido un solo momento de descanso desde que llegó, comentó Candy, con una risa ligera que hizo que Albert enfocara nuevamente su atención en el grupo.

Archie no pudo resistirse a la oportunidad de bromear.

— Espero que el pobre doctor Pullman esté preparado para soportar tus pequeñas travesuras, querida prima, replicó con una sonrisa maliciosa.

Candy le devolvió la sonrisa con una chispa de picardía en sus ojos.

— Bueno, a decir verdad, el doctor Martin lo ha preparado bastante bien para eso, junto con la señorita Pony y la hermana Lane, respondió Candy, guiñando un ojo a Archie, lo que provocó una nueva ronda de risas.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora