Capítulo 25. La trampa. Sexta parte

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Esa mañana, Albert, Patricia, Beatriz y Candy se dirigieron a la estación de policía con una mezcla de ansiedad y determinación. Era un día crucial para Patricia, quien debía rendir declaración ante el comisario general Daley y el inspector Willoughby. A pesar de su valentía, su tensión era palpable, ya que se preparaba para revivir el ataque que había sufrido en las calles de Chicago.

La captura de los sospechosos, anunciada por Georges, había sido un rayo de esperanza para todos. La tarde anterior, gracias a las meticulosas pesquisas de los detectives privados contratados por Albert, la policía había logrado detener a dos individuos que se creía eran los responsables del ataque a Patty. Este avance crucial en la investigación significaba que Patricia y Beatriz tendrían que identificarlos esa mañana entre un grupo de sospechosos, un proceso que sería tanto emocionalmente desagradable como de importancia máxima para el caso.

Al llegar a la estación, la atmósfera era tensa. Archibald, no había dudado en presentarse para ofrecer su apoyo a Patty y Albert. Cerca de él, los abogados de William Albert mantenían una conversación en susurros, discutiendo estrategias y posibles desarrollos del caso. La gravedad de la situación requería de un análisis minucioso y una preparación exhaustiva, ya que cada detalle podía influir en el desenlace del juicio que se avecinaba.

En la sala también se encontraban los abogados de Berry y Fox, cuyas caras largas y expresiones abatidas dejaban entrever la certeza de que la causa que defendían estaba probablemente perdida. Los murmullos nerviosos y la falta de confianza en sus propias estrategias evidenciaban la gravedad de la situación que enfrentaban sus clientes.

Georges, por su parte, no se presentó en la estación. Esa mañana, había telefoneado muy temprano a la casa de los Brighton y le había comunicado al heredero de los Ardlay que la madre del señor Berry se encontraba internada en el hospital Saint-Joanna. Aunque estaba lúcida, su estado de deshidratación era alarmante. Georges había logrado localizar a la prima de la señora, quien residía en Arkansas y se dirigía en tren hacia Chicago para acompañar a la anciana, debilitada por las privaciones que había sufrido en el hospital psiquiátrico donde había sido recluida mucho tiempo atrás contra su voluntad.

Lo que la anciana tendría que decir revolucionaría la situación. Sus declaraciones podrían aportar información crucial que influiría de manera decisiva en la vida de Berry y Fox. El inspector Willoughby ya estaba al tanto del asunto y comprendía la importancia de este nuevo descubrimiento. El agente se desplazaría al hospital por la tarde, una vez se llevara a cabo la declaración de Patty y la identificación de los dos atacantes.

La solidez del caso era innegable. La certeza de que lo que recaería sobre Fox y Berry más tarde terminaría por aplastarlos se hacía cada vez más evidente. El peso de las evidencias y las nuevas revelaciones dejaría a sus defensas en una posición insostenible, marcando el camino hacia un desenlace contundente y definitivo.

No obstante, por el momento, Albert se concentró en cuidar de su prometida y de Beatriz. Candy y Archibald fueron de gran ayuda para mantener a las dos mujeres tranquilas y serenas a lo largo del día. La presencia de amigos leales proporcionaba un alivio inestimable en medio del estrés y la tensión que acompañaban el proceso legal.

Por lo tanto, Patty rindió su declaración con dignidad, manteniéndose firme gracias al apoyo constante de Albert y al ejemplo de entereza de Beatriz. La serenidad y la claridad con la que narró los hechos demostraron su valentía. Su versión de los eventos encajaba perfectamente con lo dicho por la señora Fox y Eric Patch, creando una imagen coherente y sólida de lo sucedido.

Luego se procedió a la identificación de los dos individuos sospechosos de su agresión. No le tomó mucho tiempo a la joven reconocer a los culpables entre una decena de sospechosos alineados en la sala de identificación. Beatriz también pudo distinguir a uno de los dos individuos, aquel a quien Patty identificaba como el hombre de la nariz rota. El hombre en cuestión se llamaba Charlie DiFronzio.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora