Terry llegó a New York una mañana lluviosa de finales de 1917.
De inmediato, se dio a la tarea de buscar un hotel lo suficientemente barato que pudiera pagar con el poco dinero que había logrado ahorrar durante su estadía en Illinois con la tropa itinerante.
El joven sabía igualmente que debía encontrar trabajo cuanto antes si no quería pasar premuras, especialmente porque continuaba negándose a recurrir al auxilio de su madre para recuperar su carrera de actor.
Esperanzado, se aventuró de inmediato a pedir trabajo en algunos teatros de la ciudad que él consideraba adecuados para volver a incursionar en el mundo de la actuación. No obstante, había sentado tan mal precedente, que como respuesta a sus demandas, fue despachado de forma descortés por las directivas de cada compañía en la que se atrevió a preguntar.
En aquellos tiempos, el mundo del teatro era pequeño y todos los rumores se esparcían fácilmente dentro de sus esferas, fuesen estos ciertos o no y muchas cosas se habían dicho acerca de Terry a lo largo de casi dos años sin que se desmintieran nunca aquellas funestas habladurías.
La Compañía teatral Stratford nunca acusó al actor de alcoholismo cuando lo dio de baja de sus filas, pero tampoco había necesidad de hacerlo para hundirlo a ojos de la sociedad. Su falta de profesionalismo y su indolencia como actor en una de las compañías de teatro más prestigiosas de Broadway, ocasionó que se creara alrededor de su persona una no muy halagadora reputación y ahora, al volver a la ciudad, el actor se daba cuenta que tenía que cargar con ese lastre y sufrir las consecuencias de su decadencia.
La prensa amarilla había contribuido en gran medida a crear aquel pernicioso perfil sobre su persona. Por alguna razón que sobrepasaba el entendimiento de joven, estos se ensañaron con él y explotaron su tragedia con la sola intención de vender periódicos. Terry no se creía tan interesante como para ser tema de dominio público, pero esa no parecía ser la opinión de la prensa rosa de la ciudad que se dio un banquete de chismes y especulaciones a costillas suyas.
Durante las semanas que buscó trabajo en New York, Terry fue recibido como el peor alcohólico de la ciudad por los directores de cada teatro que se atrevía a pisar. No solo se le acusaba de borracho, también se le juzgaba como una escoria con la suficiente sangre fría para dejar a su suerte a su pareja Susana Marlowe, una mujer abnegada que había sacrificado sus piernas para salvarle la vida. En resumen, su perfil en el mundo del teatro estaba lejos de ser halagador y nadie deseaba arriesgar su reputación asociándose con él, tan convencidos como estaban todos de que su nombre solo atraería a detractores y un implacable fracaso de la taquilla.
Cuando se arriesgó a pedir trabajo en una primera compañía, ante las terribles acusaciones de las que fue víctima, el joven hizo gala de su mal temperamento y en lugar de explicarse adecuadamente, se defendió con violencia, negando tajante las calumnias sobre él. No obstante, sus explicaciones fueron tan atropelladas como vagas, ¿cómo tratar temas tan personales con cualquiera? ¿Cómo hablar de Candy y de Susana? Se preguntó. No, de ninguna manera, no estaba dispuesto a seguir alimentando las habladurías, explayándose en explicaciones tan privadas. Por lo tanto, en este primer desafortunado intento, Terry no tuvo más remedio que salir del lugar, prácticamente echando fuego por la boca debido a la ira y a la impotencia que sentía ante su situación.
Su segundo intento no fue muy diferente del primero. Tuvo que soportar el mismo cínico recibimiento por parte de las directivas, las miradas altivas del que no cree nada de lo que se le dice, sentándose en un trono de superioridad moral que no deja espacio para ninguna explicación.
En su tercer intento, cuando de nuevo se le acusó no solo de ser un alcohólico, sino de ser un adicto al juego, Terry comprendió que no valía la pena negar o discutir nada de lo que se decía sobre él en aquel mundillo. Se había esparcido como la pólvora rumores descabellados sobre su persona y comprendía que sería un trabajo difícil desmontar todas aquellas injurias sin entrar en detalles que no estaba dispuesto a ofrecerle a nadie. No, de ninguna manera cedería a ese tipo de presión, tendrían que contratarlo por su talento y compromiso y estaba seguro de que esta vez él tendría la fuerza para no desmoronarse ni abandonar en el camino a pesar de los obstáculos que veía venir, al fin y al cabo, tenía que remontar, no podría ser de otra manera para él se lo debía a Candy, él no podía fallar.
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Un largo invierno
FanfictionUn largo invierno es una ficción basada en la novela Candy Candy Final Story (2010) de Keiko Nagita. Esta historia es un intento de recrear la vida de Terry después de su separación con Candy, durante el invierno de 1915/1916. En mi corazón, Terry e...