Capítulo 29. Romeo y Julieta. Primera parte

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Teatro Stratford

-Sí señor Graham, no se preocupe ya he informado a todo nuestro personal ayer en la tarde de su pedido. Todos los empleados están al tanto de que la señorita Candice White Ardlay es una invitada suya y puede permanecer en el teatro terminada la función.

-Me preocupa que los maquinistas o los obreros no la dejen pasar si la señorita decide aventurarse al escenario o a los camerinos, ¿está seguro de que ha instruido también a estos trabajadores? Insistió Terry al regidor.

-Por supuesto señor, todos están advertidos, se lo aseguro, nadie molestará a la señorita, repuso el hombre un poco sorprendido con la insistencia del actor.

-Y por cierto, si la señorita Ardlay desea pasar a los camerinos, también puede hacerlo, puede visitar el lugar tanto como le plazca, ¿lo entiende usted? Solicitó Terry con autoridad.

-No se inquiete señor Graham, yo mismo me encargaré de repetir sus instrucciones a todos los trabajadores esta misma tarde antes de la función, tiene mi palabra de honor, aseguró el administrador tratando de apaciguar las aprensiones del hombre.

-Muy bien, señor Loughty, cuento con usted, en verdad, es muy importante para mí este servicio de su parte y le estaré muy agradecido por ello siempre, insistió el actor extendiéndole la mano al hombre antes de salir de la habitación.

-Por supuesto señor Graham, estoy aquí para servirle, exclamó el regidor con respeto, caminando con el actor hacia la puerta para despedirlo.

Terry se dirigió hacia la salida precipitadamente luego de una última recomendación al señor Loughty, entonces, cuando abrió la puerta, dispuesto a salir de la oficina del regidor, chocó violentamente con June que, en esos mismos momentos, entraba a la habitación.

Debido al fuerte choque con la figura robusta del actor, la actriz se precipitó hacia atrás con fuerza, afortunadamente para ella, Terry pudo tomarla en sus brazos para evitar que callera al suelo y se golpeara la cabeza. Cuando la mujer recuperó el equilibro gracias a los cuidados del hombre, este la soltó de inmediato y dio unos cuantos pasos hacia atrás para darle espacio a la mujer de recomponerse, pero enseguida, la actriz empezó a quejarse de un fuerte dolor en el tobillo.

-¡Discúlpame June! He sido descuidado y no he visto que entrabas aquí, se excusó Terry preocupado por su coprotagonista, ¿te has hecho daño? Le preguntó a la actriz al verla hacer una mueca mientras se inclinaba para acariciar su aparente lastimado tobillo.

-Aquí Terence, me duele mucho, se quejó ella señalando su tobillo, tomando el fuerte brazo del actor para sostenerse.

June casi creyó que el joven hombre la acariciaría cuando él se inclinó visiblemente preocupado a inspeccionar su pierna, pero en lugar de eso, Terry exclamó en tono serio:

-Bueno, ¿qué puedo hacer por ti? ¿Te parece bien que consiga un poco de hielo para tu tobillo? ¿Crees que el incidente es tan grave como para llamar a un médico? La cuestionó, al tiempo que la tomaba del brazo con fuerza para llevarla a un pequeño sillón en la oficina del regidor con la intención de que la mujer estuviera más cómoda y se calmara.

En esos mismos momentos, el señor Loughty preocupado igualmente por el incidente de la diva, le hacía preguntas y todo tipo sugerencias, sin que ella se percatara por el momento de su existencia o sus múltiples consejos.

Desafortunadamente para la mujer, al comprender que Terry no se conmovía como ella esperaba de su pequeña escena y que, por el contrario, se veía distraído como si buscara la manera de partir de allí cuanto antes, decidió que averiguaría lo que necesitaba saber de otra manera y desistió de su primera idea.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora