Capítulo 27. Reencuentro. Segunda parte

1.5K 90 142
                                    

-¿No te atreverás a llamarme Tarzán pecoso ¿no es así? Preguntó Candy, intentando aligerar el ambiente tan caldeado entre ellos. Su voz era dulce y temblorosa.

Terry sonrió burlonamente ante su alusión al pasado en común. 

-Tarzán pecoso dices ¿eh? Cuestionó rascándose la barbilla como si estuviera planteándose seriamente la idea de comenzar de nuevo sus juguetonas bromas de antaño y no pudo evitar que su sonrisa se ensanchara hasta que sus dientes brillaron como perlas con la luz del atardecer.

Pero su sonrisa socarrona se desvaneció enseguida al contemplar el rostro contrariado de Candy que lo observaba sin espabilar.

-Resulta que ahora se me ocurren otros apelativos mucho más apropiados para ti, Candy, ¿te gustaría que te dijera alguno de ellos ahora mismo? Inquirió, acercándose peligrosamente a la joven. Su alta figura y varonil la intimidó.

-¡Oh por favor Terry! No bromees de esa manera, repuso Candy alejándose algunos pasos del hombre, intentando permanecer serena.

-¿Bromear? Preguntó él algo confundido arqueando una ceja, ¿por qué no averiguas si estoy bromeando? Se atrevió él a retarla, clavando su profunda mirada sobre ella.

Candy no supo que responder y simplemente negó con la cabeza. Sus mejillas cada vez más bermejas le ardían hasta doler. La joven mujer no pudo evitar llevarse una mano al rostro como para tranquilizarse con su propio contacto antes de continuar hablando.

-¡Qué cosas dices Terry! Le reclamó frunciendo ligeramente el ceño, un poco más serena que antes.

Candy contempló largamente los iris en los ojos de Terry como para determinar su color exacto.

Por su parte, él la observó sin apartar su mirada cálida de ella, empecinado con memorizar cada pequeño detalle de su adorado rostro.

El sol descendía en la colina como una gota de agua en una hoja de primavera y las flores y las hojas parecían vibrar con los rayos de luz del atardecer.

-Solo digo lo que siento, le respondió finalmente Terry sin desanimarse ante el repentino movimiento de Candy para alejarse un poco más de él. Instintivamente él había alargado su mano para retenerla a su lado, pero contuvo su primer impulso, consciente que sus avances temerarios podrían arruinar el momento.

En realidad, por encima de todo, Candy deseaba hablar. Había tantas cosas que aclarar entre ellos que su cabeza empezaba a dar vueltas hasta marearla.

-¿Cómo olvidar todos los años separados? ¿Cómo olvidarse de Susana? Candy sin duda no podía hacerlo.

Para empezar, esperaba saber cuándo había llegado Terry a Greenwood ¿Acaso tuvo la ocasión de hablar con la señorita Pony y la hermana Lane antes de encontrarse con ella en la colina? Tenía tanto que preguntarle.

Terry por su parte no decía nada, contemplaba a Candy divertido, aunque debía admitir que hacía grandes esfuerzos para no acercarse a ella como tanto lo pedía su corazón y su cuerpo. Deseaba darle el espacio que la joven estaba pidiendo, ella se veía realmente confundida. Para el joven hombre no había duda de ello.

-¿Terry como has llegado hasta aquí? Debes estar cansado. Todavía no puedo creer que te encuentres en Greenwood, agregó Candy todavía conmocionada. Las palabras salían tan rápido de su boca que las preguntas se mezclaban.

Comprendiendo que había muchas inquietudes que responder, Terry se apartó de Candy y caminó de tal manera que los dos contemplaban ahora la vista maravillosa del atardecer reflejado en el hogar de Pony.

-He llegado esta misma tarde a Greenwood. Me ha tomado un día completo para llegar hasta aquí, admitió.

Dieciséis horas de viaje de New York hasta Chicago y luego unas horas más hasta llegar a Saint-Joseph. Desde allí, he alquilado un auto para venir. He llegado esta misma tarde, pero decidí buscar un hotel antes de venir a verte para refrescarme y cambiarme de ropa.

Un largo inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora