Quitártela

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- ¿Q-Qué le pasa? - Lisa se detuvo asustada en la puerta.

- ¡Pues que se desmayó! - Rosé obvió la respuesta.

- ¿Qué hacemos.... qué.... qué hacemos.... -

- ¡Pues tú eres la doctora aquí! - Le recordó Hana asustada. - Debes saber qué hacer, Lisa -

- Ah, sí es cierto - Se acordó.

- ¡Lisa! - Presionó Hana asustada.

- Pero Kylie y.... y.... - Estaba nerviosa, los pensamientos negativos habían ganado en la situación, ahora no sabía si quedarse para saber cómo estaba su castaña o ir por su hija. - Solo... solo recuéstala, e intenta que olfatee algo muy fuerte de aroma, después..... después pon sus piernas encima de algo y sacúdelas..... ¡adiós! - Reaccionó por lo que tenía que ir.

Abrió la puerta de su auto enseguida, adiós el cinturón de seguridad, se había olvidado de el en cuanto arrancó el poderoso motor del automóvil, respiró hondo, no debía ser tan malo. No lo es. Pensaba, teniendo fe, esperanza, de que su madre tan solo se la hubiese llevado por unos instantes, no para siempre. No por favor.

Maldecía en cada semáforo rojo que aparecía deteniendo su camino, miraba a todos los pilotos molesta mientras trataba de pensar en cosas positivas, solo quería llegar y reclamarle a su madre, estaba molesta con ella, más que estarlo el sentimiento de angustia ganaba en la lucha, el miedo recorría su cuerpo, quería a Kylie, por qué su madre tenía que utilizarla a ella.

En cuanto llegó se bajó del auto, tocó el timbre molesta con brusquedad con el puño lleno de fuerza y molestia mientras llamaba a que alguien le abriera. Apareció  el sirviente de su madre que la dejó pasar, no tenía ganas de hablar más que con Emma, ignoró cualquier saludo y llegó hasta el sofá preferido de su madre donde se sentaba por las noches a beber champán.

- Bueno, veo que eres rápida - Comentó Emma sentada tranquilamente.

- Mira - Habló fuerte, la seguridad se afirmó en ella al ver sus expresiones de burla. - Aún pienso que solo.... solo te llevaste a Kylie por un momento, tienes que dármela, tú no eres su madre, yo lo soy, no debes tenerla tú, no debe estar a tu lado -

- Pues pierde la esperanza - Se levantó para observarla con frialdad. - No me dejas verla el tiempo que quiero, entiende, no es suficiente, y no pienso quedarme de brazos cruzados, no estaré esperanzada a qué cambies de parecer y me digas qué día, a qué hora, cuánto tiempo, puedo verla - Finalizó. - Así que no, no te la daré -

- Eres una.... una.... - Se calló, le quería salir del habla, pero ella no insultaba mujeres, menos a quien le dió la vida aunque fuera mala. - Si estás pensando bien, ¿verdad? Porque.... porque son estupideces las qué haces, no es tu hija, es MÍ hija - Le recordó Lisa. - No puede estar con alguien que no es su madre, por Dios, solo puedo hacer un maldito llamado y quitártela porque la estás secuestrando, la estás alejando de mí -

- Y ya lo sé - En ella la tranquilidad embargaba, y a Lisa le molestaba aquello, porque sabía que estaba segura sin temor de nada, de perder. - Cómo también sé qué hacer, no está con alguien desconocido, está conmigo, soy su sangre, es mi nieta. Atrévete a quitármela, y no podrás -

De los labios de Lisa querían salir tantas cosas a la vez, no podía llegar a creer lo que su propia madre hacía, y contra ella. Gruñó, y al no ver a Kylie cerca lo primero que hizo fue salir disparada a buscar por toda la casa. No tenía por qué pedirle que se la regresara, Kylie no era un objeto, pero sí era su hija, y podía tomarla y llevársela cuando quisiera.

No supo siquiera qué hacer primero, conocía la casa de Emma, muchas habitaciones, mucho espacio, casa grande, nada que pudiera ocultar. Pero le molestaba, y más el sentir que su madre siquiera la seguía o le reclamaba por su intromisión en todas las habitaciones buscando a su hija, por qué no le decía algo. Porque ella solo sabe dónde la tiene. Pensaba, respuesta clara.

Caímos en la tentación // Jenlisa ¡GP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora