Un sueño

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- Jennie, por favor - Se quejó. - Es que.... es que.... - Se ponía carmesí su rostro.

- ¿Qué pasa, Lis? - Se alejó un poco de su labios para saber por qué Lisa se quejaba.

- Es que me duele - Confesó, dando un vistazo a su entrepierna y volteó hacia otro sitio para no mirarla por vergüenza.

- Oh, lo siento - Rió un poco Jennie tímida. - Entonces, ya... llévame a tu cama - Le dijo con cuidado.

Lisa se hubiese sonrojado o hubiera negado inmediatamente y se hubiera alejado, con respeto pero lo hubiera hecho sí o sí. En esta ocasión no lo hacía; no, porque tenía necesidad y aceptaba que quería sentir a Jennie, esta vez no lo negaría, ya no le importaba, no pensaba en nada. Solo en querer tener a Jennie.

- Te quiero - Le dijo Lisa nerviosa, pero con una sonrisa.

- Yo.... yo también te quiero, Lili. Y mucho - Acarició su pelo y como hace unos cuántos minutos, volvió a besar sus labios. Porque ya tenían gran tiempo besándose en el sofá, únicamente tocándose con los labios, pero por ello, Lisa ya no podía.

A la castaña le tomó por sorpresa cuando Lisa la subió a sus piernas con fuerza, se mordió el labio inferior intentando controlar el gran gemido que quiso salir de sus labios al sentir su miembro. Pero, aún más, se sorprendió cuando Lisa la tomó entre sus brazos para cargarla y caminar con ella con cuidado hacia las escaleras, e inmediatamente la castaña enrolló sus piernas en su cintura, sintiéndose excitada, pero también sorprendida por la fuerza que llegaba a tener Lisa viéndose tan frágil y delicada.

Jennie sonrió y se abrazó a ella pasando las manos por su cuello mientras olfateaba su aroma que tanto le gustaba, cerró los ojos con cuidado, no supo cómo había pasado tan rápido, pero sintió a Lisa dejarla con una tranquilidad enorme y suavidad en su cama, que fue allí cuando abrió los ojos observando otros, en los cuales podía reflejarse, pero que la hacían ver algo más que no solo era ella.

- Bésame, por favor - La castaña sonrió cuando con desesperación Lisa besó sus labios, con un solo beso sentía desmayarse. Que bien besa, dios. Pensaba Jennie llevando las manos hacia su cabello para enrollarlas ahí mientras Lisa pensaba en lo perfecto que podían encajar sus labios con los de la castaña, los sentía tan suaves y con un sabor propio de ella, pero con un poco también de vino tinto, que sentía no haber besado a nadie de esa forma, no solo lo decía por el empeño en el que trataba de besar a Jennie y disfrutarla, lo sentía más por creer que en sus besos encontraba algo de lo que ya estaba segura que no encontraría en nadie más.

Jennie quería demostrarle que ella fuese como fuese amaría su cuerpo, por uno de esos motivos también quería estar en su cama. Y hasta ella misma se lo preguntaba. ¿Pero por qué tenía tanta necesidad de hacerle ver que la amaría tanto en una noche?

- No - La detuvo con suavidad Jennie, cuando vio como Lisa se levantaba de la cama para cerrar las persianas de la ventana. La castaña se levantó enseguida y acarició sus manos. - Yo quiero verte - Aceptó. - Quiero verte - Con tan solo la luz de la luna podía llegar a tener, es cierto, qué se encontraban a obscuras, pero perfectamente la luna iluminaba las expresiones que hacía Lisa, como ahora, que la castaña sonreía tan solo porque ella sonreía.

Jennie no esperó a más, y llevó su mano hacia atrás para desabrochar el botón de su vestido y ella misma bajar el cierre.
Estuvo atenta a cada mirada que Lisa pasaba por su cuerpo entre más el vestido caía y dejaba ver su piel.

Exhaló cuando frente a ella apareció una Jennie semidesnuda, sus pechos se apretaban tan bien en su sostén negro ajustado, y su cintura era tan delgada al igual que su abdomen plano llegando a creer que ella no merecía ser trazada por las yemas de sus dedos sino con una pluma delicada al igual que Jennie. Tenía que aceptar que desde siempre quería verla en estas condiciones, bajo la luz del satélite, sabría que nunca más tendría luna, ni saldría, que la luna solo saldría si ella se desnudaba como ahora lo estaba haciendo para ella. Nunca creyó tenerla como por fin la deseaba, había imaginado muchas cosas a su lado con ella, montones, que no sabría si se convertirían en realidad o siempre serían producto de su mente, solo era ella, solo era su utopía. Pero cuando no estaba con ella, se convertía en nada, en un etéreo.

Caímos en la tentación // Jenlisa ¡GP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora