Capítulo《59》

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Ahora me doy cuenta que estuvo bien no hacerme ninguna expectativa con la entrada a la escuela, en cambio sí crear un plan por si llegado el caso, las cosas no salieran de forma conveniente para mí o, Hyukki se viera afectado; en tal caso, hubiera buscado la forma de presionar a mi mamá para volver a las clases privadas. Mas, esto que estoy viviendo es estupendo, algo que jamás imaginé. El grupo de compañeros que se nos han unido son super geniales, además tratan bien a Eunhyuki, y no han fastiado con eso de querer saber detalles de su procedencia a pesar que es obvio que intuyen que no pertenece a nuestro mismo nivel social. Otra cosa que disfruto, es ver a mi Hyukki refunfuñando y hasta un poco posesivo, por los celos cuando le prestó demasiada atención a mis amigos, algo que hago justo con esa intención. Su actuar me provoca una especie de agitación que recorre todo mi cuerpo de una forma casi incontrolable.

  —¡Ay!, por fin terminamos estos largos y aburridos deberes escolares.

  —A mí también me alegra saber que hemos terminado y que podemos disponer de varias horas libres para relajarnos.

—¡¿Relajarnos?! ¡Eso me suena muy agradable! —Hae mostró un extraño entusiasmo repentino.

  —Tienes en mente algo, ¿cierto?

   —Pues, ha pasado mucho tiempo que no vemos una película. Podríamos ver alguna. Claro, si te parece, sino, hacemos otra cosa  —.Su transparente expresión me dejaba saber su voluntad.

  —Y desde cuándo, el bebé Hae, pide opinión sobre algo que ya, tiene decidido —.Quise bromear, haciéndole ver que noté su verdadera intención.

  —Antes que nada, yo no soy un bebé. Eres muy grosero, Eunhyuki, al acusarme de intentar imponerte algo. Cuando mi intención era ser gentil dejándote elegir algo para entretenernos —tiró al piso con furia el libro de actividades escolares, y salió del salón de estudio. Ya se me hacen tan normales sus inesperados cambios de humor, que lo mejor es que me dedique a ordenar el lugar para darle tiempo a que se calme.

  —Hae por más que digas que no necesito disculparme, quiero hacerlo, lo mismo que quisiera saber el motivo de tu enfado.

  —Ya déjalo pasar, Hyukki. ¿Acaso no me conoces? —.Alzó sus hombros sin decir más nada. Preferí no insistir y cambiar el tema.

   —Entonces, ¿todavía quieres que veamos una película?

   —Sip. Pero, si yo la escojo.

   —Hecho.

  —Siendo así, ve y arregla todo para que nos lleven muchas palomitas de maíz con miel, y refrescos. Mientras, voy buscando la pelí. No tardes —.Su anterior espíritu emocionado volvió de forma más intensa. Llevó a su boca la palma de su mano derecha, me envió varios besos en el aire, antes desaparecer por completo de mi vista. Esos besos volátiles y esa extraña emoción, me animaron hacer todo lo posible para mantenerlo con ese buen estado de ánimo.

  —¡Hyukki! ¿Por qué tardaste tanto? Casi me duermo esperándote.

  —Lo siento, es que quise preparar todo a tu gusto, y traerlo yo mismo.

  —Ah, ya. Gracias, mi Hyukki. Eres tan especial. Ahora, por favor, asegura la puerta, no quiero que nadie nos interrumpa — Obedecí al instante y volví para sentarme junto a él en el cómodo sofá.

Antes de empezar a ver la película, me comentó que se trataba de una comedia romántica tailandesa, escogida al azar, cuyos protagonistas eran dos chicos. Esta, me parecía una buena escogencia por lo divertida, hasta que, a media película, mostraban unas escenas muy íntimas entre los protagonistas. Me sentí algo incómodo. Miré de soslayo a Hae que miraba como si nada. Al volverse más intensa la situación decidí tomar el mando a distancia y darle pausa.

  —¿Hae no crees que deberíamos ver otra película? Lo digo por eso — Señalé con mi dedo índice la pantalla del televisor para darle a entender lo subida de tono de la escena. Negó con la cabeza y me quitó el mando a distancia para seguir viéndola. Por fortuna, pronto pasó la vergonzosa escena. Lo que siguió nos sacó muchas risas: por algunas situaciones disparatadas y de confusión entre los protagonistas. Pero más adelante volvieron las sugestivas muestras de intimidad entre la pareja de enamorados. Noté que Hae se acercó más hacia mí: acariciando mi pecho, mi cuello, mis labios. Me sorprendió con un dulce beso que fue subiendo su dulzura. Luego susurró en mi oído.

  —Hyukki te amo. Tú eres y serás siempre mio y yo tuyo —. Sus besos, sus palabras, los sonidos del amor por parte de los amantes de ficción, se mezclaron creando una respuesta en mi cuerpo llenándolo de una caliente emoción. Y por si esto fuera poco, su mano tomó la mía para llevarla más abajo de su ombligo, y luego dejarla ahí. Esa mano traviesa volvió para buscar situarse en la misma parte, pero de mi cuerpo. Me olvidé de todo. Nos montamos en una especie de montaña rusa que nos llevó en subidas y bajadas llenas de cariño y ternura. Explorando emociones fabulosas, y hasta ahora desconocidas, por medio del cuerpo del otro. El viaje terminó en un descenso abrupto: de lo más alto, a lo más bajo, humedeciendo nuestras manos con el líquido del amor.

Besé su frente con un inexplicable sentimiento, como de adoración. Recibí de su parte el mismo gesto. Nos miramos y sonreímos. Su mirada tenía un toque de adorable picardía. Se acomodó en mi pecho y cerró los ojos. Apoyé mi cabeza en la de él para también cerrar un poco los ojos, amodorrado. No sé porqué me siento sin fuerzas, cómo si hubiera corrido media maratón.

Rato después lo sentí moverse y bostezar. Sin mirarlo a los ojos y queriendo esconderme debajo del mueble por la vergüenza ante lo sucedido; con voz tímida le hablé.

   —Cariño levántate, que ya es tarde. Ve al baño y te limpias; te dejaré tu pijama y la ropa interior en la cama para que te cambies. ¡Ah!, y deja la ropa sucia dentro de la tina, yo mañana me encargaré de lavarla junto con la mía.

  —De acuerdo, mi Hyukki. Gracias —.contestó casi entre dientes. Se estiró como un gato perezoso y se fue.

Antes que saliera del baño, le organicé su ropa sobre la cama y, le pedí el favor a una de las empleadas que le llevara el té que lo hace dormir. Dejé pasar un buen rato para ir a su habitación. Con cautela me asomé y lo vi que dormía como un tierno angelito.
Al volver a mi habitación el insomnio se apoderó de mí. Pensaba en lo que habíamos hecho. Por un lado, era la experiencia más maravillosa que haya vivido jamás, pero por otro lado, también lo más atrevido. Cómo podía de ahora en adelante mirarlo a la cara. Pese a que él lo propició yo debí tener la fuerza y el control necesarios para evitarlo, por ser el mayor.

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