Capítulo《24》

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Orfanato Fe y Amor en Cristo
《Los Hijos de Dios》

El aburrimiento en una de mis clases favoritas, arte, se me hace algo preocupante. Desde hace unos días, he venido teniendo unos inexplicables sentimientos de angustia, tristeza, desazón. Con un vacío en mi pecho que me hacen querer distanciarme de todo y de todos. Por fin he logrado concentrarme en la actividad que nos ha puesto la profesora. Mas, unos sonoros golpes a la puerta, desbarataron lo que tanto me había costado conseguir. Con la respuesta de nuestra profesora invitando a seguir a la persona al otro lado de puerta, observé como la hermana Shin entró dirigiéndose a la profesora.

   —¡Alumno, Soo Eunhyuk! Acérquese, por favor  —.El llamado de la profesora, justo después de la entrada de la hermana, las miradas de mis compañeros puestas en mí. Todo esto junto, me hacen sentir algo como: ya esto lo había vivido antes. La imagen de alguien vino a mi mente. Mi amigo, el niño Lee. Tras acudir al llamado, la hermana Shin sin decir una palabra, me asió por el brazo sacándome del salón con algo de prisa. Una vez fuera del salón fue que habló.

   —Lamento interrumpir tus clases de este modo, Eunhyuk. Pero ha sucedió un hecho inesperado. El niño Lee, su amigo, se encuentra aquí solicitando verlo. Él se encuentra angustiado.

   —¿Cómo? ¿Hermana pero qué dice usted? ¿Y dónde se encuentra él?  —.No quise escuchar más. Esa última frase de la hermana me ha impactado de tal modo que, me urge verlo. Acercándonos a la sala de visitas, escuché sus fuertes sollozos. Al entrar lo vi en compañía del señor Zhou Mi, su chofer, y la Madre superiora.

   —¡Hae qué te ha sucedido!  —exclamé  ignorando a las demás personas a su lado. Al verme, corrió y me abrazó sin parar de llorar. El señor Zhou Mi, me saludó de forma amable, y de igual forma le respondí. Él me pidió en un tono casi de súplica, que convenciera al niño Lee para que regresaran a casa, porque según entendí él fue casi obligado por su pequeño patrón a traerlo sin autorización de sus padres. Quiero cumplir la petición del hombre, pero me interesa más calmar el estado angustioso de Hae.

   —Señor, entiendo su deseo. Sin embargo, creo que es prioridad calmar a Hae. Madre, por favor, pida que le traigan una taza de té, y si es posible, déjenos a solas  —.Las tres personas salieron del lugar sin pronunciar palabra. Llevé a Hae hasta un sofá cercano, nos sentamos y lo recosté contra mi pecho. Sin saber bien porqué, le empecé a cantar.

🎼🎵♩Calma, calma pronto tu pequeño y agitado corazón.🎼🎵🎶♩Yo te enseñaré  cómo: cierra tus ojos, abre tu mente,🎼🎵🎶♩Juguemos el juego de la imaginación🎼🎵🎶♩Mira en el cielo a esas nubes danzarinas, invitando a estrellas y luceros, con ellas a danzar🎼🎵🎶♩Entre risas y festín, todos felices están🎼🎵🎶 ♩Papá Sol y mamá Luna, de esa fiesta no se quieren perder, y como unos chiquillos brincan y bailan también🎼🎵🎶♩.  —.De pronto, escuché una suave risita que hizo que dejara de cantar, para mirarlo. Sus ojos rojos y su rostro bañado en lágrimas, contrasta con con una mirada de picardía que lo hace lucir adorable.

   —¿Qué clase de canción es esa, Hyukki? No sé que es peor, la canción o tu voz  —dijo burlándose. Me uni a las risas burlonas, feliz por ver que su ánimo tuvo un cambio drástico, pero positivo. Las risas fueron interrumpidas por una novicia que trajo dos tazas de té y un plato mediano con galletas. Hae me contó la razón por la que vino tan alterado. Su padre llegó de viaje hace unos días, y no con el fin de compartir, sino de reprocharles a su madre y a él de manera ofensiva nuestra amistad, ya que la desaprueba. A medida que me va contando la terrible situación que les hizo vivir su padre, me cuesta entender el porqué una persona puede odiar a otra sin siquiera conocerla. Otra cosa que también lo tiene angustiado, es haber escuchado una fuerte discusión entre sus padres, en ella mencionaron que se van a divorciar. Me confesó que ese hecho lo llenó de mucha culpa, ya que por primera vez en la vida se le había enfrentado a su padre, y aparte de eso, se había permitido sacar un sentimiento que tenía guardado en su corazón hace mucho tiempo.

   —Lo odié, lo odié mucho en ese momento, Hyukki. Le dije que se marchara, que no quería verlo nunca más. Pero ahora él y mi madre se van a separar, y como quiera que sea, él es mi padre. Siento que todo es por mi culpa, quizás porque soy un mal hijo y una mala persona  —.Lloró de nuevo al expresar sus temores.

   —Hae tú no eres un mal hijo, y menos una mala persona. No puedo decirte la razón porque no la sé, pero miles de niños, como tú y yo, sufrimos por los padres que toman decisiones erradas. Este lugar es prueba de eso, por tantos niños y niñas abandonados —,Quise atreverme a hacerle un ofrecimiento—.  Hae quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo sin importar la distancia, ni nuestras diferencias económicas, ni nada. Prometo tratar de convencer a la Madre superiora para que me permita llamarte con regularidad y puedas desahogarte como lo has hecho ahora. A lo mejor así logras calmar ese pequeño y agitado corazón, como dice esa bonita canción, cantada con mi fea voz  —Hae me miró avergonzado.

    —Me hace feliz tu ofrecimiento y de todo corazón te lo agradezco. Con respecto a la canción y tu voz, me disculpo por haber hecho esa tonta broma. En realidad ninguna de las dos son feas, al contrario, me parecieron hermosas.

   —Lo sabía, soy un chico demasiado perfecto para que algo me salga mal  .Hice una pose erguida simulando elegancia. Hae me dio varias palmadas en mi brazo burlándose de mi fingida arrogancia. Recordé lo dicho por la hermana Shin, sobre que los designios de Dios son inescrutables, que por algo él quiso cruzar nuestros caminos. Quizás para que seamos un apoyo mutuo, como justo lo estamos haciendo en este mismo instante, donde nuestros ánimos han mejorado un mil por ciento. Con felicidad y tristeza me despedí de Hae. Feliz, por verlo con una gran sonrisa adornando su bello rostro, y triste, por su partida de vuelta a esa casa que lo hace sentir solo y perdido.

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