Capítulo《56》

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Mirando con desgano la pantalla del ordenador y la pila de documentos que por más de dos horas, he ido guardando en él, opté por tomar un descanso. Es frustrante pensar que en estos dos años que han pasado, los padres de Hae nos traten como si fuéramos un par de adultos. Casi sin darnos cuenta, nos han ido llenando de una serie de deberes aparte de los académicos, que nos agotan. Otra situación que nos disgusta es la llegada de las vacaciones de verano o fin de año, porque a Donghae lo mandan de vacaciones a Japón, sin importar si desea ir o no. La ausencia mutua nos deprime. Por fortuna, durante este tiempo también me han pasado cosas agradables. Como la amistad que me ha brindado el señor Henry Lau. Él, que tiene un trato un tanto adusto con los demás, conmigo es otra cosa. Siempre que viene me trae algún obsequio, me llama con frecuencia para saber cómo estoy e incluso, en varias ocasiones me ha ofrecido su ayuda incondicional en el caso que algún día, quiera irme de aquí. Mas, siento que no será necesario. De todos modos, estoy agradecido con sus buenas intenciones.

Hace unos días, Hae y su mamá regresaron de Japón antes de lo esperado. Al principio me alegré mucho, pero después ya no, por notar que algo no estaba bien con Hae. Y es que, estoy esperando que acaben unos arreglos que le están haciendo a la piscina y al jardín a los cuales él se ofreció a yudar a supervisar, para preguntarle y salir de dudas.

El pequeño receso de mis labores fue interrumpido cuando me avisaron que la dueña de casa quería verme en el estudio. Cuando llegué, ella me comunicó que debíamos esperar a su hijo que también había sido citado. Veintisiete minutos transcurrían sin que Hae apareciera, y ya me empezaba a desesperar. Cuando de pronto entró revisando algo en su IPad. Clavé mi mirada emocionado en él y como si la hubiera sentido, alzó la suya en un cálculo exacto para encontrarse con la mía. Y yo me perdí en esos hermosos ojos negros. El instante mágico fue roto por una voz que había quedado fuera de nuestra realidad.

---¡Cariño!, ¿por qué nos hiciste esperar tanto?

---Será por que estoy muy ocupado con mis deberes, no cree. Así que, sea cual sea el motivo de su llamado, le ruego sea breve.

---Ese, es mi hijo. Tan responsable con sus compromisos. Pero siéntate---la señora Lee, sentada en su cómoda silla giratoria, se apoyó en el escritorio usando sus codos, cruzando sus manos para dejarlas reposar en él.

---Es justo, el buen sentido del deber en todos los aspectos que han demostrado tener ustedes durante estos dos años, la razón de mi llamado. Debido a lo anterior, es que tu padre y yo, hemos determinado que ustedes ya están listos para dejar el estudio en casa e ingresar a una institución educativa---las palabras de mi mamá me sentaron como una patada en mis genitales.

---¿Han determinado, mi padre y usted? O, lo está haciendo usted por su cuenta. Diga la verdad. ¡Ya me quedó claro que a mi padre le importa un soberano cacahuete lo que pase conmigo, ya que, yo nunca seré el hijo del cual él se sienta orgulloso!

---¡Ay, por Dios hijo! Ya te dije que dejes eso. Sabes bien como es tu padre. Qué importancia tiene lo que piense, o deje de pensar.

---¡Pues, resulta que a mí sí me importa, y mucho! A diferencia suya, que lo único que le importa es enfrentarse a él por el dinero y el poder, como una ave de rapiña.---Sus palabras estaban cargadas de una furia casi venenosa. Miré a la madre, que ni se inmutó ante la insolencia del hijo. Quedar atrapado en medio de estas situaciones me resulta tan incómodo que me hace sentir la necesidad de detenerlo.

---Señora Lee. Con todo respeto. Creo que usted debe posponer para otro momento esta reunión. Recuerde que Hae estos días ha estado atareado poniéndose al día con el trabajo atrasado y los arreglos que se están haciendo. Por lo que, su ánimo no es el mejor.

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