Capítulo《5》

270 23 7
                                    

Después de lo que me pareció una eteternidad, llegamos a nuestro destino. Mi nana me explicó, tras soportar mis constantes quejas durante el recorrido; que anexo al orfanato también funcionaba el convento de las monjas que dirigían el mismo, y ellas solían entrar en oración y meditación lejos del bullicio de la gran ciudad.
Ingresamos al lugar, luego de una calurosa bienvenida por parte de unas monjas que nos instaron adentrarnos. Caminabamos y mientras los adultos conversaban, yo me dedicaba a inspeccionar con la mirada todo, por que suelo ser muy curioso. Conocer el lugar me había mantenido ansioso días atrás. Este, resultó ser más de lo que esperaba encontrar, es grande, con muchos arboles frutales, al fondo dos edificios marrones, de cuatro pisos cada uno con amplios ventanales, también se divisaba una capilla, y debía haber más, ya que por fuera mostraba un extenso terreno. Pero lo que más curiosidad me causó fue no ver ningún niño.

   —¿Pero, en dónde se encuentran los niños?  —pregunté en voz alta.

  —Deben estar reunidos en el lugar donde se llevará a cabo el evento, supongo  —argumentó la nana.

Llegando cerca a uno de los edificios, nos recibió muy afectuosa una monja con un atuendo distinto a las otras, y también de mayor edad. Era la Madre superiora, así se llama, y es como la gerente del lugar, volvió a explicarme la nana Kim. Ella siempre es paciente y me responde mis constantes preguntas, cuando lo requiero, ya que, a mi madre no es que le agrade mucho que sea tan preguntón.

Una vez dentro del edificio y después de saludar a muchas personas, nos dirigimos a un amplio salón tipo auditorio, ubicado al costado izquierdo del la entrada del lugar.

Nos situaron en primera fila. Diagonal a nosotros se encontraban los niños, haciéndose válido el argumento de la nana. Ellos estaban de pie y hacían una reverencia a medida que las personas iban ingresando. La Madre superiora tomó la vocería en la presentación del evento, hubo un saludo por parte de los niños, una corta oración, unas palabras por parte de algunas personas presentes, incluida mi madre, hablaban y hablaban, y yo no entendía nada, en sí no era como que me esforzara o me importara hacerlo. Me empecé a aburrir y bastante. Movía las piernas, primero una, luego la otra o ambas al mismo tiempo, jugaba con los botones de la camisa, hacia extraños sonidos con mi boca. Algunas personas a nuestros costados me miraban pero no me importaba. Hasta que mi mamá me llamó la atención, diciéndome que me comportara, y me puso de ejemplo los niños, que muchos de ellos eran hasta más pequeños que yo, y estaban ahí, atentos a todo sin siquiera pestañar. ¿Cómo cominos consiguen estar tan quietos? No lo podía entender.

Pasado un tiempo de lo aburrido, la situación mejoró. Empezó una serie de presentaciones a cargo de los chicos. El primero, un niño vestido muy formalmente, recitó un poema, una hermosa niña vestida de princesa, con un traje rosado y largo de ceda, con el cabello recogido y con una pequeña corona plateada en su cabeza, cantó una linda canción, dos chicos hicieron algunos trucos de magia, otro contó una historia muy graciosa, que nos sacó varias risas a todos, por lo ocurrente y divertida. De alguna manera eso calmó un poco mi ansiedad.

La Madre superiora continuó como venía anunciando en cada acto.

   —Acontinuación, la última pero no menos importante presentación, que está a cargo de seis de nuestros chicos, y se trata de una divertida obra de teatro musical. Recibamos con un fuerte aplauso a nuestros pequeños artistas.

Como en los actos anteriores, aplaudí. Vi como entraron en fila, seis chicos, como lo habían anunciado antes. Eran de diferentes edades. Cinco de ellos venían vestidos con atuendos extraños color azul rey, en sus manos tenían algo como pistolas de color plata brillante. El otro chico venía vestido diferente a sus compañeros. Èl, era un tanto más alto que yo, y también de mayor edad, a mi parecer. De contextura delgada, su ojos lucían finamente delineados con maquillaje, como el que usa mamá, pero para ser sincero, los ojos de él se veían más lindos que los de mi mamá, a la que miré de soslayo, en mi mente reí por tener ese pensamiento. Sus labios algo carnosos, y de color carmesí claro, quizás también maquillados. Su mandíbula bien delineada le daban una apariencia algo especial y poco común. Vestía una camisa y un pantalón blancos, ceñidos al cuerpo. La camisa tenía hombreras color rojo, llevando a la altura del pecho, un escudo, con la forma de una estrella de cuatro puntas plateada, al igual que el cinturón, que tenía el mismo escudo del pecho, pero en la hebilla, a los costados del pantalón, tenía vivos de color rojo, al igual que las mangas de la camisa; de los codos hasta los puños, decoraradas con estrellitas plateadas, y zapatos blancos.
De pronto, sentí como si su mirada estuviera puesta en mí de forma tan penetrante que me hacía ruborizar. Decidí sonreirle de una manera especial, enseguida noté como si él, me devolviera la sonrisa. Por unos segundos el me trajo a la mente, a mis muñecos de sentimientos, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Irrefrenable Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora