Contemplaba con agrado el sol matutino que se mostraba como un reflector, por lo brillante de su luz, pero sin producir calor. Me gusta pensar que así luce el sol en las estaciones de otoño e invierno. Aprovechamos con Hae, el buen clima para tomar el desayuno en el jardín. Entretanto esperábamos por el, charlábamos de una cosa y otra, hasta que nos llegó a los oídos una voz algo distante.
---¡Niños!, sus desayunos están listos---,volvimos la mirada en dirección al sonido para darnos cuenta, que se trataba de la señora Kim, y dos empleadas más. Cada una portaba en sus manos una bandeja. Me levanté de inmediato para ayudarlas. Una vez, comiendo en silencio, pensaba en algo que me causaba cierta intriga. Justo después del incidente donde fuimos encontrados por la señora Kim, en un acto dudoso, noté que su actuar había tenido un pequeño cambio. Se había vuelto más prudente a la hora de acercarse a nosotros, al modo que lo hacen, el resto del personal de servicio. Sin dejar de lado su usual trato cariñoso. Pero ella no era la única en lo que a prudencia se refiere. Donghae, se mostraba algo cauteloso al hacernos arrumacos, aún sin riesgo de ser vistos. Y, eso sí que me era preocupante, por que dentro de lo que conforma la personalidad de Hae, la cautela, y otras cualidades similares, no son propias de él. Debía hablar con Donghae, para conocer el motivo de su repentina mesura, lo mismo que convencerlo de contarle a la señora Kim, lo que sentimos el uno por el otro.
Todo pasó a un segundo plano, al enterarnos por medio de una video llamada hecha por la señora Lee, sobre los informes escolares finales, cuyos resultados sobrepasaron toda expectativa. Muy efusivamente nos felicitó y nos preguntó que regalos queríamos como premio al magnífico resultado. Hae, pidió varios obsequios, yo, al contrario, no pedí nada. Me sentía satisfecho por tener a Donghae en mi vida. Ante mi negativa, ella insistió un par de veces, obteniendo la misma respuesta.
---Le repito señora Lee, no es necesario gastar más dinero en obsequios, porque, el mejor de ellos, está representado en haber conocido a Hae, y que usted me trajera a su casa, confiándome su cuidado---,para nada mentía, ese era mi mejor regalo.
---¡Cielos!, no deja de sorprenderme, el enorme aprecio que sientes por mi hijo. Igual, si te sientes bien de esa forma. Respetaré tú deseo.
---No madre, no me parece justo que solamente yo, sea recompensado. Cuando es, Eunhyukki, quien verdaderamente lo merece. Ya que, sin él no hubiera podido alcanzar ese resultado.
---Lo entiendo cariño, y créeme, estoy de acuerdo contigo, lo mismo que, alabo tu preocupación por que Eunhyuk, obtenga una justa recompensa por su buen trabajo. Pero, como has escuchado, él ya se siente recompensado.
---De todas formas, yo me encargaré de hacer que Hyukki, reciba algún obsequio---,deseaba que el obsequio de Hae, fuera un delicioso beso. Ese, es un regalo imposible de rechazar. Desde ya, lo saboreaba en mi imaginación. Lo mejor fue que acerté. Una vez terminada la plática con la señora Lee, nos fuimos a celebrar a nuestro modo, en el salón de baile.
---Mi Eunhyukki, no te imaginas cuanto me emocionó, lo que le dijiste a mi madre. Que consideras el haberme conocido, como tu mejor regalo---acostados en el piso del salón, con una suave y romántica música de fondo. Hae, habló con esa voz melosa que se me hace irresistible. Busqué sus labios instintivamente para deleitarme con ellos, por fortuna Hae, olvidó toda prevención y correspondió con intensidad.
La señora Eugene Hwan, se había hecho famosa para mis oídos los últimos días, por la frecuencia con que escuchaba a Hae, y, a su nana, mencionarla. La famosa mujer, se presentó en casa acompañada de un séquito de ayudantes y un sin fin de: telas, cintas, guirnaldas, árboles y, todo tipo de adornos navideños, que habían concertado en previas reuniones.
---Hae, ¿por qué tanta gente viene hoy con la señora Hwan?---,pregunté curioso.
---Porque, ellos son los encargados de realizar los decorados, bajo las órdenes de la señora Hwan.
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Irrefrenable Amor
FanfictionSinopsis: Dicen que el dinero compra todo lo material, pero no, lo inmaterial. Sentimientos como el amor, la ternura, y la dedicación, jamás se compran con dinero. Un niño rico, caprichoso, mimado, y malcriado nos mostrará que es la excepción a la r...