Casa Lee.
Me resulta sorprendente el nivel de obstinación de mi niño Hae para conseguir lo que desea. Él, no solo ideó el plan, sino que lo puso en marcha. Aquella tarde, cuando le mencioné acerca del dichoso plan, lo hice más para animarlo que para llevarlo a cabo. Nunca imaginé que este pequeño testarudo se lo tomaría tan enserio.
Sentada en unos de los sillones de la sala, veo a Donghae caminar de un lado a otro, impaciente. Cada tiempo desliza sus manos por la ropa, supongo que se debe a que la ansiedad hace que estas suden. Este acto repetitivo ya me está enloqueciendo.—¡Ay, mi niño, ya siéntese! Parece un péndulo yendo de un lado a otro, es estresante.
—Lo siento nana, pero no puedo. ¿Cómo podría? Conociendo de la plática que están sosteniendo en el estudio mi madre y el doctor Jung. El resultado de esa reunión me dirá si valió la pena o no todo mi esfuerzo.
—Todo va a salir bien. Eso no debes dudarlo ni por un instante. Dado que, fuiste diligente en tus estudios, serás bien recompensado. Ya lo verás.
—Eso espero, y desde ya le agradezco por toda su ayuda —.Lo abracé para tranquilizarlo. Espero haya un buen resultado, porque de lo contrario quièn se aguante el berrinche de Hae.
Estudio de la casa Lee.
—¿Usted está seguro de lo que me comenta, doctor Jung? —.Las afirmaciones hechas por el neuropsiquiatra encargado de supervisar a todo el equipo interdiciplinario que atiende a Hae, me dejaron anonadada.
—Por completo, señora Lee. Es tal como se lo acabo de exponer. Donghae se disculpó con todos sus maestros por sus comportamientos anteriores y prometió no repetirlos, y hasta la fecha, ha cumplido.
—Discúlpeme, doctor Jung, no es mi intención desconfiar de usted. Es que me resulta tan extraño escuchar tantos elogios sobre Hae, conociendo su actuar un tanto caprichoso. Es tan... increíble.
—No tiene por que disculparse, yo la comprendo, señora Lee. Mas, permítame recordarle lo que en otras ocasiones le habia manifestado. Que al margen del trastorno que padece su hijo, él tiene un alto coeficiente intelectual. En nuestras manos está el atenderlo en lo emocional, pero necesitamos que usted, su esposo, y demás personas que le rodean manejen con más disciplina su carácter. Estos resultados traducidos en notas, confirman en cierto modo mi punto —.El hombre señaló con su dedo las excelentes calificaciones de Hae, que reposaban en mi escritorio. Todo estaba bien, lo único que me molestó fue cuando se refirió a lo de la disciplina.
Ya han transcurrido más de dos horas y media del encuentro entre mi madre, y el doctor Jung, y todavía no ha pasado nada que indique que mi esfuerzo valió la pena. Me enfurece al punto de querer romper todo a mi paso. Sin embargo, le prometí a la nana esperar con paciencia. Como si fuera tan fácil para mí, acaso la nana no me conoce. Discutía conmigo mismo, al tiempo que nadaba para calmarme. De repente.
—¡Pequeño, amo Lee! ¡Pequeño amo Lee! —callé mi parloteo mental por unos gritos que escuché. Me informó una de las empleadas que mi madre quería verme en el estudio. Salí disparado a cambiarme para acudir a su llamado.
Golpeé suavente la puerta para anunciarme. Escuché la voz de mi madre en el interior autorizando mi entrada, y lo hice de inmediato.—¿Madre, usted me mandó llamar?
—Sí hijo ven, siéntate aquí —señaló el sofá ubicado diagonal al escritorio. Caminé hacía ella, al momento que quedé a su lado, me dio un efusivo abrazó, luego besó mi mejilla. «¡Yee... Sí!» ,grité en mi mente. Esto significa que he logrado mi propósito. Después de sentarnos, ella me contó con lujo de detalles lo que había hablado con el doctor Jung. Lo que le dijo el doctor, superó mis expectativas.
—Hijo mío, estoy feliz por tu gran desempeño. Pero cuéntame, qué motivó este cambio tan repentino y positivo en ti.
—Pués gracias a usted madre, ¡ah!, y a la nana Kim. Pero sobre todo a usted.
—¿A mí? Pero no entiendo a qué te refieres, hijo. ¿Qué hice yo, según tú?
—Me refiero a que el haberme llevado al orfanato me hizo darme cuenta lo afortunado que soy por tener muchas cosas de las que carecen esos niños, y la más importante de ellas, es una familia que me ama y me cuida —La oportunidad que esperaba para conseguir lo que quería, llegó. Así que le conté todo lo que había hablado con Eunhyuk, ya que, ella nunca se había interesado por saberlo. Le manifesté mi deseo de seguir su buen ejemplo siendo caritativo de alguna forma. Como por ejemplo, viendo otra vez a Hyukki para agradecerle lo bien que se portó conmigo. Noté a mi madre muy impresionada.
—¿Cariño por qué no me habías dicho nada de esto que me cuentas?
—Como siempre estás muy ocupada, no quise importunar —.Acompañé mis palabras con un puchero. El acto debía sostenerlo hasta el final.
—¡Lo logramos!, mi nana bella. Te quiero mucho. Eres la mejor, gracias.
—¿Entonces, es un hecho?, ¿tú madre accedió a que ese chico viniera aquí?
—Síp, no le quedaba otra alternativa. Regresar al orfanato no es viable, porque carece de tiempo, ir yo sin ella, así me acompañe el mundo entero, es imposible. Por lo tanto, la última opción fue la ganadora. Que sea él quien venga a casa.
Después de autorizar la venida del chico Eunhyuk, la Señora Lee creó toda una estrategia de alta seguridad para cuidar de Hae. Tres empleadas, incluyéndome, vamos a estar al lado de él todo el tiempo, las cámaras de seguridad activadas como nunca, para seguir todo desde su teléfono, y mil cosas más. Todo porque, como de costumbre, la señora Lee estará ese día fuera de la casa ocupada en cosas más importantes, según ella. Mirando bien todas las exigencias de seguridad, más pareciera que quien va a venir es un exconvicto, un terrorista, alguien de alta peligrosidad.
Quien estaba rebotando de la dicha era Donghae. A él las mil recomendaciones de su madre le importaban cinco. Él solo está contando los minutos, horas y días que faltan para ver de nuevo a su amigo Hyukki.
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Irrefrenable Amor
FanfictionSinopsis: Dicen que el dinero compra todo lo material, pero no, lo inmaterial. Sentimientos como el amor, la ternura, y la dedicación, jamás se compran con dinero. Un niño rico, caprichoso, mimado, y malcriado nos mostrará que es la excepción a la r...