Capítulo 《38》

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Últimamente había algo que me producía una intensa emoción. Y eso era, acariciar la lisa y sedosa melena castaña clara de Hyukki, al igual, que su suave y nívea piel. A partir de aquella noche que me hizo dormir de manera relajada, como nunca antes lo había hecho; contándome todas esas agradables historias, para terminar dormido junto a mi; quedé tan satisfecho con la experiencia, que de ahí en adelante, cada que podía, buscaba alguna excusa para repetirla.

Disfruto por un buen rato escuchar sus fantásticos relatos, para luego simular dormir, no sin antes, abrazarlo muy fuerte, para impedir que se marche, viéndose obligado a dormir a mi lado. Una vez seguro, de que su sueño es profundo. Abro mis ojos para verlo dormir; luego delineo su rostro con la yema de mi dedo índice. Eso hace que sienta un extraño, pero agradable calor en mi cuerpo y unos pequeños calambres en mi estómago. Todo eso y más, despierta Hyukki en mi. Algo completamente indescriptible. Eso mismo siento cuando lo molesto con mis caprichos o pegándole por alguna razón y aún sin ella, o haciendo que me repita varias veces una lección, no por que no la entienda, sino por que disfruto de la forma tan divertida que lo hace. Su inagotable paciencia es el contrapeso perfecto, para mi carencia de ella. Todo lo anterior me hacían querer intentar algo, pero....

Hoy, como cada tres días en la semana, era día de trueque; así decidí llamar al trato hecho con Hyukki en su primera visita. Yo le enseñaría a nadar y él a mi a bailar. Lo del baile, ahora era una enseñanza mutua, por el avance que he adquirido, cosa que no pasa en la natación con Hyukki, y no es por que no haya aprendido, es por que le aterra soltarse a nadar como tal.

---Hyukki solo mueve tus piernas al compás de tus brazos---cuando hacía que se despojara de su chaleco flotador, el que terminaba flotando no era él, sino su miedo a nadar en la parte más honda de la piscina.

---No comprendo como tú qué eres tan valiente e inteligente, se te dificulta vencer el miedo que te produce nadar, si ya has aprendido como hacerlo, mi Hyukki. Debo devolverte las palabras que me dices; "solo suelta tu inseguridad y creé en ti".

---Esta bien, iré de ese lado de la piscina, pero está vez abrazame, y no dejes de mirarme a los ojos. Siento que eso, me dará más seguridad y confianza, que ese inútil chaleco.

---De acuerdo Hyukki, pégate a mi, y ahora solo; respira e inspira lentamente mientras crucemos la piscina---nos sosteniamos mutuamente, nuestras miradas puestas el uno, en el otro, nuestros cuerpos mojados con los torsos desnudos, piel con piel, era algo electrizante.

Salimos de la piscina minutos más tarde, sin lograr mucho avance con los miedos de Hyukki. Nos recostamos de lado; uno frente al otro, sobre las sillas asoleadoras; como estas, están casi juntas, nos mantuvimos mirándonos en silencio. Hace tiempo que deseo preguntarle a Hyukki por el motivo de su sonrojo, cuando lo miro fijamente o, cuando estamos muy juntos, como en este preciso momento, La duda me carcome, sobretodo por confirmar mi sospecha de sí, su sentir era igual al mío.

Nos anunciaron que ya casi estaba listo el almuerzo. Entonces nos dirigimos al baño anexo a la piscina para ducharnos y disponernos de manera apropiada para ir al comedor. Esperaba a Hyukki que se encontraba de espaldas delante de mi, para que me entregara mi ropa y todo lo necesario para entrar a la ducha, me concentré en observarlo fijamente. De pronto, se puso en cuclillas haciendo que su pantalón de baño se bajara un poco, entonces advertí algo muy particular en el costado derecho de su espalda, un tris más abajo de la cintura. Era como una especie de tatuaje. ¡Tatuaje!, grité mentalmente y sin esperar un segundo más, me dirigí hasta él para tocarlo.

---¡Hyukki¡---exclamé asombrado---¿tú, te hiciste un tatuaje?. Como pudiste hacerte eso, y como te lo permitieron, o... acaso te lo hiciste a escondidas---él se levantó volviéndose hacía mi con una tranquila y dulce sonrisa.

---No Hae, claro que no. Como crees que pueda hacer algo como eso. Primero que todo, esa clase de cosas únicamente se las hacen a personas adultas y, aún así, no pasa por mi mente, hacerme uno en ningún tiempo. Lo que tengo ahí es en realidad una pequeña y extraña marca de nacimiento color marrón, y se asemeja a un trébol de cuatro hojas. Lo sé, por las hermanas que me lo descubrieron siendo apenas un bebé. Alguna que otra vez, me lo he visto en el espejo, pese a que es algo difícil por el lugar donde se encuentra ubicado. Puedes fijarte bien, para que compruebes que no miento---se volvió de espaldas, y con su mano derecha, deslizó hacia abajo, unos centímetros más su pantalón, hasta hacerse visible del todo la marca de la que habló. Esta, resaltaba sobre su tez blanca. Quedé indeciso; entre si volverlo a tocar o no.

---Date prisa, por que hace frío y te puedes resfriar. Es mejor que salgas de la duda, para que no tengas que espiar mi cuerpo a hurtadillas---aunque lo dijo bromeando, no pude evitar sentir un gran bochorno, por que en realidad eso, era justo lo que hacía. Le dí varias palmadas en su espalda para disipar mi nerviosismo.

---Como te atreves a insinuar que espío tú cuerpo, ¿acaso, me estás acusando de pervertido?---,ahora el que parecía abochornado era él. Me entregó tímidamente mi ropa y demás cosas, algunas de ellas me las ayudó a acomodar sobre el mueble del baño, repitiendo que me duchara pronto y que luego me daría una medicina por que le preocupaba que pudiera enfermar; para luego salir del baño con tanta prisa, que no me dejó tiempo para abrazarlo, y así agradecerle su forma de cuidarme.

Una vez duchados y vestidos, nos secamos mutuamente el cabello. Primero me lo secó Eunhyukki a mi, y luego yo a él. De tanto practicar por fin aprendí sin que Eunhyukki termine con dolor de cabeza. Después de comer, descansamos hora y media, para luego ir a las clases de matemáticas, que como todas las otras clases, se dividen en dos niveles; el mío y otro más avanzada para Hyukki, que está pronto a graduarse.

Finalizando las aburridas clases fuimos a bailar. Ya llevábamos más de dos horas de una extenuante danza, por lo que decidimos hacer un pequeño receso para hidratar nuestros cuerpos. Me ofrecí a buscar el agua para ambos, queriendo ser amable con Hyukki; pero en mi afán por querer buscarla, tropecé con un perchero de madera que se hallaba ubicado cerca a donde estaban las botellas de agua. Me ví cayendo, y peor aún, no iba solo, el perchero venía junto conmigo. En cuestión de segundos, me sentí abrazado por Hyukki evitando mi golpe con el piso y con el perchero, que cayó a una relativa distancia nuestra. Hyukki recibió el golpe por mi, ya que, caí sobre él y, por un instante nuestros labios se rozaron. Abrí mis ojos como platos, y mi corazón comenzó a sonar como un Gong estruendoso, por la forma tan fuerte que palpitaba.

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