《Capítulo 13》

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Mi andar desganado, junto a una sensación agridulce, son motivados por el recién conocido, que me hace sentir alegría y tristeza al mismo tiempo. Alegría por conocerlo y tristeza por no saber si lo volveré a ver. La vida es tan injusta. Oí unas voces provenientes del cuarto de utilería.

   —Ya viene, ya viene, Eunhyuk hyung  —.No había terminado de poner un pie dentro del lugar, cuando me vi rodeado de mis compañeros hablándome todos al mismo tiempo. Era como una competencia por quién se hiciera ver o escuchar más. Sucede que, Mini y Shing, habían abierto sus bocotas contándoles a todos lo que había sucedido desde el momento que nos encontramos con el niño Lee, hasta cuando nos vieron retirarnos para hablar a solas, y todos, incluidos los responsables de esparcir el rumor, morían de curiosidad por conocer con lujo de detalles lo ocurrido. Era una locura: con los chicos alrededor mío hablando casi al unisono. Me siento como un mismo idol acosado por sus fans, y los reporteros queriendo tener una primicia.

«¿De verdad ese chico te felicitó y quedó emocionado con la presentación?»
«¿Es cierto que desafió a su propia madre solo porque quería ser tu amigo?»
«¿De qué hablaron cuando estuvieron a solas?» -.Con paciencia trato de responder el sin fin de preguntas, hasta escuchar a una de tres compañeras, secundadas por Mini, hacer un desagradable comentario- «Lo bueno fue que al final logró manejar a ese chico con retraso mental».

   —¿¡Qué!?, ¿cuál retraso mental? De qué rayos están hablando, ustedes.

   —Bueno, es que... Armar un berrinche como un mismo bebé, un chico tan grande como ese, quiere decir que él no es normal  —.Se defendió una de las niñas y, las otras, afirmaban con movientos de cabeza, a su vez que, delataron a Mini con la mirada, ya que era claro que ellas no presenciaron la situación.

   —¡Basta¡, basta ya de preguntas. Y no, el niño Lee no es ningún retrasado mental, es tan normal como nosotros, o quizás más. Es muy injusto que hablen mal de alguien que solo intentaba hacer amigos, y que quedó impresionado de forma positiva con todos nosotros  —.Con la mirada le mostré a Mini mi disgusto con su proceder.

Pero el asunto no paro ahí, porque cuando se enterarón de que las armas se las había regalado, fuí bombardeado con una cantidad de recriminaciones que iban desde; que era un tonto, cómo se me había ocurrido, nosotros las mereciamos más, etcétera. Pero entre todas esas afirmaciones, algunas me dejarón dudoso por lo ciertas. Ese chico tiene y tendrá siempre miles de juguetes espectaculares, que comparados con el que le diste, lucirá insignificante, y tal vez, él lo recibió por dos razones: por lástima o por capricho, y cuando se aburra, las botará o las regalará.
Los días siguientes fueron fatales para mí. Decidí dejar lo sucedido como un hecho aislado y seguir mi vida como antes. Sin embargo, me es tan difícil.
La tarde es gris, como mi ánimo, al termino de nuestras actividades, llegó la hora libre. Me siento como un zombi, ya que desde hace unos días me desvelo con facilidad. Jugué un poco con los chicos para quitar mi somnolencia, pero no me funciona. Me fui al salón de baile, pero bailar, me dejó agotado. Recordé un lugar que a esta hora está solo y de ese modo, consigo pensar con tranquilidad,
Sus bancas uniformes de color caoba, en perfecta alineacion de cuatro filas, dejando un prudente espacio entre banca y banca, dejan ver un agradable orden. El altar luce majestuoso por sus bellos decorados: floreros con hermosas y coloridas flores, una lámpara de cristal ilumina el interior de la cúpula esculpida en dorado y pintada con ángeles tiernos y sonrientes con cara de Donghae.
Llegué a la primera banca, me hinqué persignándome con el debido respeto. Junté las palmas de mis manos en señal de oración. Contemplé el rostro adolorido de Jesús crucificado que ocupacaba gran parte de la pared. Eso, el silencio y la paz que se respiraba en la pequeña capilla, me hicierón cerrar mis ojos para disponerme a hablar con él.

  —Querido, Jesús, tú fuiste niño y pobre como yo, así que me entiendes. Bueno, al menos tú sí tenías una familia que te amaba, a diferncia mía, que fui abandonado. Pese a lo anterior, estoy agradecido por haber sido acoguido en este lugar. De todas formas, quisiera saber qué hice mal para que me abandonaran. ¿Será que soy alguien malo?, o tal vez, ¿porqué soy muy feo y mis padres se avergonzaron de mí? Deseo tanto, poder conocer mis padres para preguntarles eso, y mil cosas más. Saber cómo son. No pude seguir hablando, porque un nudo en mi garganta me lo impidió. Gruesas lágrimas rodaban por mis mejillas. Nunca antes me había cuetionado esto, solo lo ignoraba luchando con eficacia para combatir esos pensamientos. Pero desde que conocí a Donghae, mi vida me resulta inusual. Diosito, será que me estoy volviendo loco, por otro absurdo pensar. Presiento que debo proteger a Donghae. Mas ignoro de qué o de quién. Además, él tiene una familia adinerada que lo quiere y cuida. Qué gran tontería, porque yo ni siquiera tengo como cuidarme a mí mismo.

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Uno de los deberes más deseados y esperados por todos, es ir con tres de las hermanas encargadas de la despensa, a comprar los víveres. Es la oportunidad perfecta para salir, ver otro ambiente, y si hacemos todo de forma diligente, nos darán un helado. Como somos muchos nos turnan de a diez por cada salida. Hoy, es el gran día de mi turno. Nos dividieron en dos grupos, de a cinco integrantes. La hermana Jang nos empezó a entregar las listas de productos que debíamos tomar cada grupo, hasta que se percató que le faltaba una. Recordó que se le había quedado en la minivan y me envió a buscarla.
Llegué hasta el aparcamiento de autos del supermercado, y justo cuando iba llegando, me llamó la atención un auto. Era nada mas, ni nada menos, que un BMW negro tipo limusina, con vidrios oscuros. Yo solo los había visto en las películas, por eso me detuve a curiosear, cuando de pronto la puerta se abrió enfrente de mí y vi salir unos zapatos negros perfectamente lustrados, pantalón negro y... Cuando toda la persona salió del auto, mi corazón se me quisó salir del pecho, ya que se trataba de él, mi ángel sonriente, Donghae.


   —¡Hae, hola! Qué sorpresa verte justo aquí. Me alegra tanto volver a verte después de tanto tiempo. ¿Cómo estás?  —pregunté con timidez.

   —Estoy muy bien. Pero le agradezco que se dirija a mí como niño Lee. Me dispongo a ir con mi madre a un evento aquí cerca. Así que, si me permite  —.Su voz sonaba demasiado pomposa y distante, eso me inquietó un poco.

   —Sí, lo siento, niño Lee. Yo solo quería salud...  —.No terminé la frase, cuando escuché una voz que identifiqué de inmediato.

   —Donghae, hijo. ¿Qué pasa? ¿Ese pordiosero te está molestando  —¿Pordiosero? porqué ella me llama así. Entonces, observé la vestimenta de Hae: traje entero negro con bordes plateados en la solapa, los botones de la chaqueta forrados de la misma forma, al igual que los bordes de los puños y su corbatin. Luego reparé en mi propia vestimenta. Pantalón de mezclilla azul claro raído, una remera negra, sobre esta; una chamarra gris con estampados de lunas y estrellas color blanco hueso, cerrando con unas zapatillas negras con rojo y cordones blancos. La diferencia en nuestros vestuarios, saltaba a la vista.

   —No, mamá, no es nada. Él solo preguntaba algo  —.Le respondió con voz temerosa a la madre. Enseguida, comprendí que ella, y el luģar donde nos encontrábamos, eran la razón de su actitud.

   —Bueno, entonces apresúrate o llegaremos tarde   —habló de manera imponente la mujer.

   —Sí, madre, voy enseguida  —.Se acercó un poco más a mí para hablarme en voz baja.

  —Ya oyó a mi madre. Debo retirarme ahora. Ten buena tarde, Eunhyuk —Caminó unos pasos, y como por impulso le pregunté.

   —¿Niño Lee, usted todavía  conserva el obsequío que le di?

    —¿Obsequio?  —dudó unos segundos como si de momento no lo recordara.

   —¡Ah!, si, ya lo recuerdo. Lo tuve un tiempo. Pero después me aburrí de él. Cuando una empleada se enteró que lo botaría a la basura, me lo pidió para su hijo. Me voy primero  —.Sin decir más nada, corrió para alcanzar, y tomar la mano de su madre. Quedé con el alma hecha añicos y deshecho en lágrimas.

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