Capítulo ‹‹61››

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El tiempo no podía ser peor. Por una parte, está la decepción que me causó Hyukki, que después de mostrarme cuánto disfrutó lo que hicimos, ahora me sale con el cuento hipócrita que está arrepentido por que somos muy chicos. Así que, más que merecido tiene que lo castigue con el látigo de la indiferencia hasta que se disculpe y me diga que ha cambiado de opinión. Por otra parte, está el hecho de haberme enterado por boca de mis amigos, de algo que me dejó como un estúpido, ya que, no tenía ni idea del asunto. Nada más espero llegar pronto a casa, para cuestionarle a mi mamá su atrevimiento.

—¡Cariño, me alegra tanto tu llamada! Justo estos días pensaba en llamarte, pero he tenido algunos contratiempos que atender.

—¿Cuándo no, madre? Y no se emocione, ni se preocupe, porque el motivo de mi llamada es con referencia a algo muy puntual y no le haré perder su valioso tiempo. ¿Por qué invitó a mis compañeros de clase más cercanos y a sus padres, a casa?

—¡Ah!, ya veo que te enteraste de la sorpresa. Imagino que estás encantado con ese detalle tan gentil de mi parte. Quiero que no te preocupes por nada, que mamá se encargará que demos, y sobre todo tú, una perfecta impresión.

—¡Me importa un rábano molido que impresión puedan tener de nosotros!

—Ese comentario, me hace deducir que te ha molestado mi idea, y no entiendo el por qué.

—¡Vaya, cuánta inteligencia deductiva tiene usted, madre! Me molesta, porque me trata como a un mocoso que debe ser espiado a escondidas en la escuela, al igual que haya tomado decisiones que tienen que ver conmigo, sin consultarme primero.

—No sé a qué te refieres con eso de espiarte a escondidas en la escuela.

—Tal vez por que heredé su gran capacidad de deducción. Si no tuviera a alguien espiando mis pasos, con lo distante y ocupada que siempre está. Cómo podría saber con exactitud de los tres amigos que he hecho en la escuela, sus datos e incluso, los de sus padres, para hacerles llegar las invitaciones formales.

—Es la forma en que te demuestro que, sin importar la distancia, me preocupo por ti, no solo en cuanto a los reportes académicos, sino con quien trata mi hijo.

—Siento tener que decirle, que me cuesta trabajo creer que la única razón sea su preocupación por mí y que por eso decidió contratar a alguien en la escuela que me sigue hasta para cagar.

—¡Lee Donghae! Respeta a tu madre. ¿Cómo te atreves hablarme de esa forma? ¿Qué diablos son esos modales? A veces no sé qué hacer contigo. Eres tan difícil de complacer. Me reclamas con insistencia que no estoy pendiente de ti, pero si lo hago, como en esta ocasión, entonces también reclamas y te quejas de forma insolente. ¡De verdad que tú me enfermas!

—No es que sea insolente por que sí, es que me desespera su manía de siempre querer manipular y controlar todo a su antojo. Y tampoco es que sea difícil de complacer. Sabe la cantidad de dinero, ese que es tan importante para usted, podría haberse ahorrado, si en este mes y medio que llevo en la escuela me hubiese preguntado sobre mi adaptación o si había logrado conseguir amigos. Y siendo sincero, yo también me siento enfermar por la contrariedad. Qué tenga buena noche.

—Ni intentes cortar la llamada, Hae. Yo todavía tengo algo que de...—fue todo lo que le escuché decir antes de finalizar la llamada y tirar el teléfono en la cama. Quiero destruir todo a mi alrededor para calmar esta frustración que siento. Detuve cualquier intento, al escuchar esa voz que es tan especial para mí.

—Hae, le traje su té y unos pastelillos—. Con el mismo temor que quizás siente el soldado que cruza la línea de fuego con una pequeña bandera blanca, quiero atreverme a calmar a Hae. Por el entreabierto de la puerta, he escuchado la acalorada discusión que acaba de tener con su madre.

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