Apreté la pajilla entre mis labios y sorbí el líquido bajo su atenta mirada. La decoración de la pequeña fuente de sodas se volvió en extremo interesante desde que terminé mi comida. ¿Hace cuanto no teníamos un tiempo así?—Estás tensa —notó.
—¿Cuándo fue la última vez que tomamos un batido en paz? —cuestioné sin mirarlo. Suspiró.
—Perdóname, Christina, yo... —Me fijé en él, en sus ojos verdes, queriendo ver la verdad en ellos cuando diga lo que tiene en su mente—. No tengo justificación para lo que hice y cómo te traté, pero me arrepiento cada segundo de mi vida.
También yo lo hago, pero no de conocerlo, eso sería renunciar a demasiados años de mi vida. Tan solo me hubiese gustado cambiar algunas cosas. Cuando empecé a ser débil es la que encabeza cada una de ellas. Quizás si de alguna forma cambiaba ese día, todo sería muy diferente. Nosotros seríamos diferentes.
—Tu padre murió —solté sin saber cómo romper el silencio. León se removió incómodo en su lugar. No fue mi mejor jugada.
HectorVon Kleist fue mi suegro. Siempre gentil conmigo, un poco frío e indiferente,pero agradable; en cambio, sí que presenciaba sus arranques de personalidad consu único hijo.
Dios. Aún no me creo que haya fallecido a causa del cáncer. No puedo imaginar lo difícil que fue para León sobrellevarlo. Reginald mencionó que eso fue el desencadenante que lo mandó a rehabilitación. Pero yo sé que no, León no lo había perdonado por sus malos tratos, y ahora no podrá decírselo de frente. Y eso lo mata.
Tragué el sabor amargo y estiré mi brazo para tocar su mano.
—Lo siento mucho, León —susurré. Él humedeció sus labios y sacudió un poco la cabeza.
—No lo hagas, aún tengo a mi tía Isabel y a Francia.
Sonreí. Recordaba a las dos, pero más a su prima.
Ingenuamente pensé que la mala manía que mi cerebro tenía sobre soltar las cosas antes de procesarlas y decidir si era lo correcto decirlas, había terminado con el tiempo; pero volver a tener una gemas hipnotizantes frente a mí parece que me quita raciocinio.
—No solo las tienes a ellas.
Mordí mi lengua. ¡No puedo decir esas cosas después de todo por lo que pasamos! No es sano. Pero las palabras para arreglar las cosas no me salían. Me volví a embelesar por sus bellos ojos que no perdían de vista mi rostro. Incluso cuando la mesera se acercó a dejar un pastel de chocolate con una bola de helado de vainilla arriba.
Bajé la vista al volcán de chocolate y algo se removió dentro de mí.
"—Nosotros somos como este volcán de chocolate. —Aparté mis ojos de la azúcar glas a un lado del postre y lo miré sin entender su analogía. La esclerótica estaba roja y sus pupilas más dilatadas—. Tú eres el pastel de chocolate que derrite al helado con su calor.
—No te quedan las analogías, León. —Tomé la cucharita—. Para mí, tú eres el pastel de chocolate: dulce, pero en tu interior —Encajé el cubierto en una esquina y el líquido de relleno salió— hay un poco de amargura.
—Y el helado de vainilla eres tú, porque lo mejoras todo. —Asentí, tomando la mezcla de los tres sabores.
—Somos vainilla y chocolate."
Parpadeé, regresando al presente, y me fijé en él. Su mano se giró y apretó con seguridad mi palma.
—Lo sé, Chad sigue molestando.
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¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)
Teen Fiction¿Hay algo peor que un chico, el cual te consiguieron tus amigas casamenteras, te robe tu billetera y celular? Oh, claro que lo hay. Un ejemplo es el drama que se convirtió la vida de Christina al decirles a sus amigas que tenía novio (aunque este no...