—¿Los detuvieron por un masaje? —preguntó Mr. Músculo.
—Como si esas cosas pasaran —bufa Verónica.
—Al menos no nos revisaron primero —murmuró Oliver para sí, con la mirada perdida en la pelota, después se estremeció.
—Ya me perdí. ¿Por qué los detuvieron? —pregunta Maestro Limpio.
Solté un suspiro, mirando los barrotes de acero, recordando los acontecimientos que nos trajeron aquí.
—Digamos que fue culpa de mi vejiga.
***
—¡Lo siento tanto! —La chica de cabello rosa se queda frente a mí, acercando un puñado de papel a mi nariz.
—No te preocupes, los accidentes pasan. Además, no me pasó nada.
—¿Segura? —Asiento—. Realmente lo siento.
—Fue mi culpa por no alejarme tanto de la puerta.
La chica de cabello rosa se ríe.
—¿En verdad estás bien? Puedo llevarte a primeros auxilios.
—No es necesario, gracias.
Me despido de ella, con la mano aún en el tabique de mi nariz. Que mal sistema tienen las puertas de los baños. Después de ir a hacer mis necesidades, iba a abrir la puerta para regresar con los chicos a la fila de check in, pero la chica de cabello rosa se me adelantó... Mi nariz pagó las consecuencias.
—Ya volví —murmuré haciendo una leve mueca de dolor. La nariz me punza.
—¡¿Qué te pasó?!
Oliver es el primero en notarme, más bien el golpe, y se acerca a inspeccionar mi rostro. Toma mi barbilla y mueve a sus anchas mi cráneo, explorando la gravedad del asunto.
—¿Quién te hizo esto, Chris? —De mala forma, Walter aparta a su amigo y ahora es él quien me examina. Me alegra decir que mi masaje logró ponerlo de mejor humor.
—¿Me creerías si te dijera que fue una puerta?
—Cualquiera que te conociera te creería aunque dijeras que fue un fantasma. —replica con amargura de niña en plena pubertad, blanqueando sus bonitos ojos y cruzándose de brazos.
Frunzo el ceño. Yo no le hice nada para que se molestara conmigo. Por Dios, si hasta le conseguí esa maldita exclusiva con la estúpida banda aunque no quería volver a tener contacto en mucho, mucho tiempo —a pesar del dolor que eso me ocasiona—; y me arriesgué a que el Alex imaginario se quedara un buen rato conmigo.
Y, ¿así me lo agradece?
«Respira. No puedes regañarla, ni gritarle. Eres una adulta que no tiene autoridad con ella».
Al parecer Walter notó mi molestia ante lo que dijo, pues soltó mi barbilla y le lanzó una mirada severa a su hermana. Él sí puede amonestarla.
—Cuida la forma en que dices las cosas, Verónica.
—Yo cuido eso, y tú a tu novia. A este paso nunca van a llegar al altar. O tal vez esa sea su idea para poder quedarse con ese tal Alex.
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¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)
Teen Fiction¿Hay algo peor que un chico, el cual te consiguieron tus amigas casamenteras, te robe tu billetera y celular? Oh, claro que lo hay. Un ejemplo es el drama que se convirtió la vida de Christina al decirles a sus amigas que tenía novio (aunque este no...