¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)

LXIX

Christina.

19 de julio 2024.

Esto es a lo que llaman "fase de negación". Una de las habitaciones de la suite es tan similar a la que compartía con él, que me limito a observar la puerta, esperando a que la cruce y me abrace mientras susurra que todo fue un sueño y una broma de muy mal gusto.

Una parte de mí sabe que eso no pasará, mientras que otra espera con ansias ver aparecer su cabellera rubia, perfectamente ordenada por la cual me gusta pasar mis dedos y despeinarla. Que me miré con sus hermosos ojos exóticos. Que borre esa máscara de frialdad por mí y me de una sonrisa sincera.

Quiero volver a escuchar un "te amo" de sus labios. Fueron tan pocos que me cuesta recordar cómo se escuchaba.

«Fueron tan pocos porque no lo sentía. Nunca fue sincero contigo», me recuerda o tortura mi mente. Ya no sé si es amiga o enemiga.

No es correcto, pero quiero que me abrace. Debo poner todo de mi autocontrol para no ir a buscarlo a la habitación.

Es curioso saber que no nos conocemos desde hace más de dos meses, y sus acciones duelen como si llevásemos muchos años de relación. Como si lo conociera de toda la vida.

Nuestros momentos juntos son pocos, pero son recuerdos que mi cerebro se empeña en reproducir como una película de bajos presupuestos, mientras come palomitas y anota en un cuaderno todo, para no volver a caer en lo mismo.

Dicen que de los errores se aprende, pero pareciera que yo no lo hago; siempre quiero correr antes de aprender a siquiera gatear y llevándome a golpearme contra una pared de realidad. Debo dejar de vivir en una fantasía, la vida es dura y el amor mucho más.

Antes estaba el dolor, la ira, la frustración... ahora no hay nada. Solo un gran vacío en mi pecho. Mi vida está en pausa cuando el botón que quiero activar es el de rebobinar o borrar y empezar de nuevo con la grabación de escena.

Libero mis piernas y me dejo caer de espaldas en el colchón. Las aspas del ventilador están estáticas, el foco apagado. Giro mi cabeza a la ventana, con las cortinas azules abiertas, dejando ver las pocas gotas de lluvia que siguen cayendo. Me estremezco por el frío contacto de mi cabello mojado contra mi espalda.

Ya no hay lágrimas. Solo estoy.

Cierro mis ojos. Lo mejor sería dormir, pero llevo tanto tiempo intentándolo que estoy segura falta poco para el amanecer.

Mis ojos arden, están cansados, pero el cerebro sigue arreglando los daños, y no ve conveniente dormir.

Yo tampoco lo hago. Soñaré con él. O peor, soñaré con él junto a ella.

Las sienes me duele por la falta de sueño. Me levanto y entro en el baño. No sé quién se quedaba aquí antes que yo, pero le agradezco cederme la principal. Podré relajarme en la bañera sin preocuparme de que alguien más quiera entrar a usar algo.

¿Por qué todo tiene que ser tan igual en los hoteles?

El baño se empieza a llenar de vapor por el agua caliente, pero yo solo observo a mi alrededor, visualizando el día en que me dijo que era su luna.

Cuando me dijo que el plan no había funcionado porque se enamoró de mí.

¿Eso también fue una mentira?

Sin importarme igualar la temperatura del agua, entro. Lo cliente quema mi piel, haciendo que suelte un chillido agudo.

«Opaca dolor con otro dolor».