XXXVII

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Ya estaba lista.

El día del concierto estaba tan cerca, no puedo posponerlo más. Será un día antes de irnos de viaje a la tan esperada fiesta de compromiso que Helena tanto ha organizado. No sé porqué se hará un mega evento en un hotel y cinco días en la playa. Le va a doler en su billetera saber que todo es en vano, porque no nos vamos a casar.

Si la señora Vanidad planeó así de grande ese festejo, no imagino los planes que se visualiza de la boda.

Me centro de nuevo en el tema principal: la llamada para conseguir los boletos

Antes de arrepentirme y aprovechando el que nadie se ha despertado por ser tan temprano, marqué el número de Joaquín. Espero en la línea a que conteste, observando como el cielo se tiñe de color con la salida del sol.

No contesta, y me dan ganas de declinar, pero tengo que seguir insistiendo. No puedo solo dejarlo así. Tengo que conseguir lo que prometí.

—¿Hola? ¿Quién habla?

Nadie, al parecer. Escuchar su voz nuevamente me lleva de nuevo al pasado, dejando a las palabras atascadas en mi garganta. La aclaré, pero aún no salía nada. No era capaz ni de saludarlo.

—Si no habla, colgaré y bloquearé.

—Soy yo. —Vuelvo a aclarar mi voz.

—Chris —dice en susurro combinado con un jadeo. Sonrío—. ¡Dios! Hace mucho que no sé nada de ti. Salvo por las nuevas noticias. Enhorabuena, muchachita.

—Gracias. —Salgo al patio delantero y me abrazo. No esperé tan fresca la brisa de la mañana—. No quiero sonar interesada, pero necesito un favor.

—Por ti, hermosura, lo que sea.

Iba a hablar, a comentarle lo que quería, pero una voz, llamándolo, me hizo tensar. Puedo escucharlo a la perfección, y solo eso bastó para sentir una presión en el pecho.

¡Joaquín! Apresúrate o nos vamos sin ti.

—Vayan ustedes. Los alcanzaré al rato. La llamada es importante.

Como quieras. Salúdame a tu novia —Joaquín ríe.

—Es tu novia, idiota.

Su voz se escucha cada vez más lejana, pero alcanzo a distinguir cuando dice que nadie ha tenido el privilegio de domarlo. Sonreí involuntariamente.

—Siento eso...

—¿Cómo está? —pregunto con miedo a la respuesta.

—Es complicado. Ha estado más exaltado de lo usual. Alerta. Está en un estado de vigilia continua. Hasta... —Suelto un suspiro lastimero, pero no continúa con lo que iba a decir—. Eso no importa, en este momento está bien. Ahora dime, ¿qué necesitas?

—Dos entradas en VIP para Rihil-4, más un pase M&G.

—¿Iras? —cuestiona con sorpresa.

—No. Mi cuñada y un acompañante.

Se ríe y replica—: No, hermosa, si voy a hacer eso, tienes que venir. Los boletos y pases están agotados. Daré tu nombre y fotografía a los guardias para que te dejen entrar con las otras dos.

»¿Aceptas mi condición? Solo así te puedo ayudar sin peligro a meterme en un problema con el jefe.

—¡Joaquín! —me quejo.

—Tómalo o déjalo, hermosura.

Sabía que podía suceder algo como esto, pero no lo consideré mucho como una opción, pensé que podría huir y él lo entendería, sin embargo, no puedo simplemente decirle no a la única oportunidad para conseguirlos, porque sé que ni siquiera Walter, con todos sus contactos, podrá hacerlo.

¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora