—¡No puedo creer que te vas a casar y no me lo hayas dicho!
—Te lo dije en casa de mi madre —cierro la puerta cuando ya entró mi amiga vociferando su descontento.
Me mira. Me paralizo. Pareciera que quiere arrancarme la cabeza y unirla a mi trasero.
—¿Desde cuándo estás comprometida?
—Eso es irrelevante. ¿Quieres algo de beber?
—¡No!
—Okay, no te obligo —Levanté mis manos en son de paz. Ella bufó y realmente empecé a temer por mi cabeza.
—Me refiero que no es irrelevante y debes contármelo.
—Emilia —camino hacia ella y tomo sus manos entre las mías. Le sonrío—. Quería razonarlo antes de gritarlo a los cuatro vientos. Quería saber si estaba bien aceptar casarme a tan poco tiempo de conocernos.
Me mira con intensidad y termina rindiéndose, soltando un suspiro; se tira en el sofá detrás de ella, llevándome consigo, pero logro sostenerme con el respaldo para evitar una caída encima de su cuerpo.
—Estoy feliz por ti, no me malentiendas. Por fin conociste a alguien después de...
—Lo sé —la interrumpo. A pesar de ser un grupo de cuatro amigas, solo Emilia conoce esa parte de mí. Pensé en contárselo a las demás, pero, siendo honesta, me avergonzaba demasiado—. ¿Por qué estás aquí?
—Porqueeeee —Se endereza con esfuerzo y sonríe de forma maquiavélica— Ali está vuelta loca con su matrimonio y quizás escogerá a Jazmín como dama de honor principal porque su favorita —Te señala— también se encontrará vuelta loca con su propia boda. Sé que eres genial organizando eventos, pero no quería sentirme excluida y vine a ayudarte.
—Oh. Gracias por el gesto, Emilia, pero no tenemos ni la fecha.
Ni siquiera tenía planeado romperme la cabeza en elegir algo de la boda. Vamos, que ni siquiera se iba a celebrar; no pretendía quemarme las pestañas y neuronas decidiendo los colores que eran tan malditamente iguales para algo que simplemente no lo valía.
—Por eso vine —blanquea sus ojos y busca algo en su enorme bolso. Gruño al ver tantas revistas, unas tijeras, pegamento y una carpeta con cientos de hojas en ella. Sí, yo antes hacía esos bosquejos pero, repito, ahora no lo veo necesario.
—¿Qué es todo eso, Emilia Juanita del Sagrado Corazón de Jesús?
—No me llames así —hizo un puchero y luego sonrió—. Verás, estas son revistas que me encargué de comprar para que te quitaras un estrés menos. Separé la carpeta por secciones: lista de invitados, banquete, colores y lo más importante... ¡tu vestido!
—¡Yupi! —celebré sin alegría, levantando el puño para darle más énfasis. Me dejé caer a su lado en el sofá, atando en un desordenado moño mi cabello, porque hoy se le ocurrió amanecer con más rizos, o como dice mi madre santa, amaneció de mal humor.
—¿Ya han pensado en dónde la van a celebrar?
—Pensaré que me estás ignorando. Te dije que ni la fecha teníamos, ¿por qué habría lugar sin día? —abrazo mis rodillas, subiendo las piernas al sofá, y recargo mi barbilla en ellas para verla. La falta de sueño está pagando factura y quiere propina e IVA incluido.
—Esto será más difícil de lo que pensé —murmura sin la intención de yo escuchar, pero lo hago y frunzo el ceño— ¿Dónde está la chica que se emocionaba al organizar una fiesta de halloween o fiesta patria? ¡Es tu boda, Chris!
ESTÁS LEYENDO
¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)
Teen Fiction¿Hay algo peor que un chico, el cual te consiguieron tus amigas casamenteras, te robe tu billetera y celular? Oh, claro que lo hay. Un ejemplo es el drama que se convirtió la vida de Christina al decirles a sus amigas que tenía novio (aunque este no...