¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)

XLIV

Este es uno de mis capítulos favoritos. Fue tan... No puedo describir lo que sentí al escribirlo y espero que también les guste tanto como a mí.

Disfruten de la lectura.

♦️♦️♦️

—No te enojes con él. A veces es muy idiota, pero no lo hace a propósito.

Dejo de acomodar mi cama para dormir, o acostarme porque dudo dormir algo, y la miro.

—¿De qué hablas?

—De Walter y la recepcionista y las miradas cómplices que se lanzaban los dos.

Me encojo de hombros para restarle importancia.

—Puede hacer lo que quiera. No soy su dueña.

Ahora dilo sin llorar.

—Eres su prometida, ¿no es lo mismo?

Rio con ganas por sus palabras. Camino hacia el lado de la cama más próximo al de ella. Me siento y Verónica me imita en la suya, quedando frente a frente.

—Soy su prometida, pero eso no quiere decir que no pueda hacer las cosas que a él le gustan.

—Y si a él le gusta acostarse con otras mujeres, ¿lo vas a dejar?

Su argumento me toma desprevenida y me desconcierta por unos momentos.

¿Qué puedo hablar de sexo con una niña de catorce años? Dando los tiempos de ahora, estoy segura de que tal vez sepa más que yo sobre el tema, porque habla con una naturalidad que a mi me sigue faltando.

Suspiro con pesadez.

—Hay algo que se llama «confianza» y «dar el lugar a tu pareja». Puedes salir y divertirte, sólo recuerda que tienes a alguien en casa confiando en ti.

»La confianza es la base de cualquier relación, y confió en tu hermano.

No es como que va a ir a buscar un cuarto para pasar una noche agradable con ella, estando Oliver y su hermana cerca. Confío en que no hará ninguna tontería, cuando el plan ha funcionado muy bien. Solo espero que concluya antes de que formalmente se muestre al mundo nuestro falso compromiso, porque ahí sí será muy difícil sobrellevar la separación cuando él se vaya con mi mejor amiga y yo esté a su lado como si nada hubiera pasado.

La cornuda del año seré. Espero que todo termine antes de ese día.

Ella me regala una de esas enormes sonrisas. Se acuesta en la cama y se cobija.

—Cirilo tiene razón. —Curveo mis cejas con sorpresa—. Walter tiene suerte contigo.

Cierra sus ojos y me deja con una incógnita que sé, no me podrá responder. Suelto un último suspiro antes de levantarme, apagar todas las luces e ir al baño.

La luz es automática al cerrarse la puerta. Entrecierro los ojos por la fuerte luz blanca. Al acostumbrarme a la nueva luminosidad, observé a la chica frente al espejo. Con sus grandes anteojos que logran cubrir dos noches en vela y próximamente serán tres. Los rizos que me esforcé en apaciguarlos en una coleta, los dejé libres; la cabeza estaba comenzando a dolerme, y esto fue un respiro.

Del equipaje de mano saco un pequeño frasco con un gotero. Lleno uno de los vasos con el agua del grifo y después vierto varias gotas dentro.

Hace mucho que no tomaba nada para lograr conciliar el sueño y apaciguar mis ansiedades, pero es esto o tener micro siestas y empezar a imaginar cosas que no están ahí...