XXXV

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6 de julio 2024.

Walter.

No estaba muy seguro de confiar mi vida a Christina cuando acepté que condujera. La opción de Oliver como chofer no estaba disponible, desde hace tiempo que se encarga de la seguridad de mi hermana, y no me pesa su ausencia, así podemos hablar libremente del plan.

Jamás, en toda mi vida, había visitado Airillo, ni siquiera sabía de su existencia, pero al buscar a Alison como una medida desesperada, me topé con él. No estoy muy seguro de cómo llegué la primera vez, por esa razón dejé que Christina condujera.

Se le ve feliz, y lo demuestra cantando a todo pulmón su lista de reproducción. Me dedico a observar por la ventana o en dado caso, a ella.

Pero recuerda, nadie es perfecto y tú lo verás.
Más de mil cosas mejores tendrás
Pero cariño sincero jamás.

Vete olvidando, eso que hoy dejas y que cambiarás
Por la aventura que tú ya verás
Será tu cárcel y nunca saldrás.

No es la mejor voz que existe en el mundo ni la peor tampoco, tiene buena entonación, aunque es obvio que no puede alcanzar notas muy altas. Dejo que cante y de vez en cuando, termina moviendo sus manos, hombros y cabeza al ritmo de las canciones.

Pero su voz no es lo que me conmociona, sino la letra, el trasfondo de ella. Solo me pregunto, ¿por qué me parece interesante? ¿Por qué estoy pensando más de lo que debo? Justo ahora debo relajarme, conoceré a la familia de mi prometida.

Aunque esta sea falsa.

Me puse como misión ser un hijo de puta —perdona Helena, no te pretendo ofender— para que me terminen odiando y que así se alegren cuando lo nuestro haya acabado. Prefiero que me odien ahora a que lo hagan cuando, se supone, rompa el corazón de su pariente.

Solo espero que Christina actúe bien la indiferencia a lo, próximamente, mío con Alison.

—Canta conmigo. Anda, Walter. Suéltate —grita sobre la música.

—No me sé esas canciones.

—¿Entonces cuáles? Anda, busca algo de tu agrado. La contraseña es cinco nueve seis nueve.

¿Me..., me acaba de dar la confianza de su contraseña?

No me la creo. Tomé su celular e intenté. Sí era su contraseña. ¿Qué sucede con esta mujer? Sabía que no estaba completamente en sus cabales, pero esto supera cualquier cosa.

Deslicé el dedo por la pantalla para buscar algo de mi agrado, como ella dijo.

—¿En serio? Creí que no te gustaba Rihil-4.

Se sorprende. Tal vez no recordaba que tenía esa canción. Sin quererlo, me rio de su expresión.

—Gustos culposos, amorcito. No puedes culparme —se excusa con un encogimiento de hombros.

Sonrío de medio lado. Tomé mi decisión sobre la siguiente canción.

—Si vas a ir con mi hermana a verlos, debes de saber sus canciones.

—No voy a ir yo —menciona—. Serás tú.

Abro mis ojos hasta donde no es sano abrirlos.

¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora