LXXII

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Christina.

10 de agosto 2024.

Respiro el aire fresco que me brinda la naturaleza. Nada me hace mejor en mis momentos de fragilidad que estar rodeada de la madre Tierra y sus regalos para la humanidad.

Quizás no es el mejor lugar para distraer mi mente y pensar en lo que haré con mi vida a partir de ahora. Esta pequeña cabaña me trae tantos momentos con León, de cuando estábamos juntos y queríamos huir del mundo. Ahora estoy sola, lidiando con el peso de mis errores.

Ahora ni siquiera puedo hablar con mi reflejo porque no pierde ninguna oportunidad de regañarme por mi desliz con Von Kleist. No sé por qué me siento tan culpable si no traicioné a nadie. Quizás porque utilicé a León una vez más cuando se supone que debo de detestarlo, pero no puedo, por más que intento evocar las malas rachas, las buenas las empujan para robar luz en este espectáculo.4Abrazo mi cuerpo por la fría brisa que choca con mi piel.

En eso se ha convertido mi vida. En recuerdos del pasado que abruman mi mente. Recuerdos con León, Vladimir y... de él.

Repaso cada una de mis relaciones, buscando los momentos exactos en los que cometí un error para que todo fuera en declive. Con Kevin mi única equivocación fue no darme cuenta de sus gustos y, posiblemente, no ser hombre.

No debo obligar a nadie a amarme, eso lo aprendí a la mala.

También aprendí que el karma es una perra que te abraza y en el momento justo, te lanza al vacío.

Merezco lo que me pasó, ahora que lo pienso con la cabeza fría, el Karma solo me regresó lo que alguna vez hice. No debí sorprenderme, solo esperar el golpe que alguna vez di.

Pero no se me puede culpar por imaginar el resto de mi vida al lado de... al lado de Walter. No se me puede culpar por volver a querer ser feliz.

Ni mi madre o mis hermanos mayores se han dignado a llamarme. Ya han pasado tres semanas desde esa fiesta y solo tengo el soporte de mi padre, los chicos de la banda y León. Mis amigas, salvo Roxie, tampoco me han llamado. Supongo que, después de todo, se quedaron con Alison.

Todo tiene Alison ahora y por alguna razón, quizás los largos años de amistad, no la envidio; ya tiene todo lo que ha querido en su vida. Yo solo fui un pequeño salvavidas del cual se sujetaba para no ahogarse y, ahora que encontró una isla segura, me reventó y abandonó en el mar de la vida para que me hundiera.

Llegó a mis oídos que Walter la sacó de trabajar, le gusta ser independiente, pero que también la consientan; su sueño: que su esposo le cumpla todos los caprichos que ella quiera, sin siquiera mover un dedo.

Bien, tal vez esté un poco celosa. Pero solo un poco.

Mi padre volvió a mi vida como si nunca se hubiera ido de ella, sin ninguna condición esta vez, al menos no dicha directamente. A veces se olvida que mi cerebro funciona diferente al de él y puedo leer entre líneas cada palabra que dice, pero le doy créditos por bajarle a su intensidad de querer controlar cada aspecto de mi existencia.

Necesitaba tiempo sola. Realmente sola, sin cuidados de una inteligencia artificial que apagaba las luces sin consultarlo, o de alguien que llegue de improvisto y terminemos en una situación comprometedora.

Le agradezco a León el gesto de prestarme su cabaña. No es muy grande, perfecta para los momentos en los que solo quiero quedarme sentada y observar el paso del tiempo frente a la ventana. Solo debo caminar unos metros para estar en la cocina y otros más para llegar a la cama.

Suelto un suspiro, sacando vaho en el proceso. Anoche hubo una tormenta, nada grave, la cabaña está bien acondicionada para cuestiones así, lo único malo es el frío que hace fuera.

¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora