¿Enamorados? Imposible (Les amoureux #1)

XXVII

30 de junio 2024.

Christina.

Solté un bostezo y eso provocó que Alison también lo hiciera. Río y ella lo hace a mi lado, recargando su cabeza en la ventana del auto mientras enciende la radio.

—¿Segura que no quieres que conduzca? Ayer no dormiste nada.

—Tranquila, estoy bien.

Y es cierto, aún puedo durar mucho tiempo sin dormir y estar como si nada el día siguiente. Lo malo aquí es que no solo no dormí ayer. Tenía que terminar de empacar e ir a mi pueblo a contarle a mi mamá las buenas nuevas y para asegurarme de que su salud esté bien.

Hoy, por suerte, las chicas tenían libre el día para ayudarme a mudarme a la capital.

—No puedo creer que ahora las cuatro vivamos en la misma ciudad. Hace años que eso no pasaba.

Quito la vista de enfrente y le sonrío.

—Lo sé. Podremos hacer más cosas juntas.

—Eso sería fantabuloso.

Trágate esa, Walter. Es una palabra muy común de decir entre nosotras. Aunque claro, yo fui quien la metió en el vocabulario de mis amigas.

Pero su manera de decirlo... Me preocupó. La miré con más atención cuando me detuve en un semáforo en rojo.

—¿Está todo bien, Ali?

Se encoge de hombros y apaga la radio. Es algo importante o no haría eso. Me mira, yo solo lo hago de soslayo.

—He notado raro a Jorge en estos días.

¿Raro? —Me moví incómoda en mi asiento y apreté más el volante—. ¿A qué te refieres?

—No lo sé. Antes me desplazaba, decía que no tenía tiempo gracias a los finales en la universidad, pero ahora está muy atento. Se ofreció a ayudarte con la mudanza, cuando a él le encanta dormir hasta tarde.

No conozco mucho de infidelidades, ni el comportamiento de las personas cuando están en medio de una, pero quizás lo embargó la culpa de engañarla y quiere compensar el tiempo perdido.

—El semestre acabó, quizás solo esté compensando los desplantes que te hacía —murmuré en respuesta.

Tuerce el gesto para después sonreír.

—Tienes razón. Ambos estamos bajo mucha tensión. Lo importante es que todo se arregló antes de la boda. —Siento que no me lo dijo a mí y solo fue un pensamiento en voz alta para tratar de convencerse.

Fruncí el ceño y giré el rostro unos segundos para verla.

—¿Cómo que se ofreció a ayudar y no vino?

—No vi conveniente meter a más extraños en el departamento de tu prometido.

Sí, claro, haré como que le creo. Es obvio que intenta que se eviten para que no haya una especie de duelo de testosterona que no podremos explicar.

Enciende la radio otra vez.

Si Walter no logra nada en ese mes, Alison se casará con Jorge, y la historia se volverá a repetir. No quiero eso para mi mejor amiga. Dicen que el Karma es una perra, pero no me agradaría que la mordiera con la misma intensidad. O peor.

Le bajo a la música.

—Alison —llamé su atención en otro semáforo en rojo—. ¿Estás segura de casarte?

Separa sus labios, no sé si para contestarme o por la sorpresa de mi pregunta. No dice nada. Avancé al ponerse el semáforo en verde.

Como bien dicen: el silencio otorga. Es claro que ya no está segura de su decisión. Y puede que sea por Walter entrando a su vida... y su noche de copas con él, al estilo María Conchita.